Cigüeña y tiburón. El ave para definir su negocio de torres de telecomunicaciones y el escualo para hacer lo propio con su red de cable submarino. Telefónica está cerrando los detalles de la colocación en bolsa de Telxius, su división de infraestructuras que, si esta vez no se tuercen sus planes, estará en el parqué en la primera quincena de octubre. Y toca vestir de gala el negocio, de ahí su comparación. El problema: que hay grandes inversores que cuestionan el valor del negocio.
La colocación en bolsa de, previsiblemente, el 40% de Telxius está siendo mucho más lenta de lo que le gustaría a la compañía presidida por José María Álvarez-Pallete. Lo intentó a inicios del verano, pero el terremoto en los mercados que provocó el sí al ‘brexit’ en el referéndum del 23 de junio le obligó a paralizar sus planes. Tiene prisa porque la deuda de la compañía supera los 52.000 millones de euros y necesita aire. Más aún tras el bloqueo a la venta de O2 en el Reino Unido la pasada primavera. De hecho, esta filial también podría acabar en el parqué.
Hace sólo unos días, el propio Álvarez-Pallete aseguró que la colocación sería 'acelerada'. “Hemos hecho algunos sondeos y en función del apetito inversor veremos el rango de precios y lo agresivos que somos en el porcentaje de colocación”, aseguró el directivo en un encuentro con medios de comunicación en Santander. El problema es que ese ‘apetito’ tiene serias dudas sobre la valoración de los activos de Telxius.
La filial de infraestructuras podría alcanzar los 3.500 millones de euros, según las estimaciones publicadas por la agencia Bloomberg, con lo que la participación que colocaría Telefónica, de ser el citado 40%, estaría valorada en unos 1.400 millones de euros. Una gota en el océano de su endeudamiento.
Dudas sobre el valor del cable
Las dudas de los inversores se centran, sobre todo, en cuánto vale su negocio de cable submarino. La operadora dueña de Movistar afirma que la red internacional de cable submarino alcanza los 65.000 kilómetros de los que 31.000 son de su propiedad. Estos últimos constituyen el mayor cable de Latinoamérica (que conecta todo el continente) y el quinto más largo del mundo.
Entonces, ¿por qué dudan los inversores? Quieren saber cuánto vale exactamente ese negocio submarino. De él depende la mayor parte del negocio de Telxius y es casi la mitad del múltiplo que están dispuestos a pagar por el negocio de las torres inalámbricas, según indican a Bloomberg inversores conocedores de la colocación, que prefieren permanecer en el anonimato. Según estas fuentes, el rango de precios de la filial se conocerá esta misma semana. En concreto, señalan, del negocio de cable procederá el 60% de los ingresos y del resultado de explotación bruto (Ebitda) de Telxius.
A los inversores también les preocupa que no haya suficientes compañías cotizadas para comparar a Telxius dentro del sector. De hecho, en Europa sólo hay dos casos similares. Por un lado, otra empresa española: Cellnex, que nació de la segregación del negocio de torres de comunicaciones de Abertis. El operador de autopistas compró torres a Telefónica, Yoigo y Wind y decidió dar el salto al parqué en 2015. Hoy vale 3.679 millones de euros. La otra ‘comparable’ es Inwit que, básicamente, tiene una historia similar a Telxius. Era el negocio de infraestructuras de Telecom Italia, que sigue controlando el 60% de sus acciones. Inwit y que vale en el parqué milanés 2.682 millones.
La tercera duda viene del futuro control de Telxius. Si Telefónica mantiene en su poder la mayoría de las acciones, cerca de un 60%, sería un desincentivo para llegar a acuerdos con sus rivales como Vodafone u Orange. Ante esta situación, podría vender más acciones de Telxius, lo que rebajaría su control. O hacer crecer a Telxius vía adquisiciones para aumentar su tamaño, lo que supondría elevar su endeudamiento y, de rebote, el de Telefónica, ya que seguiría consolidando en su balance.
A la espera del folleto en el que Telxius desvele los detalles de su colocación, la filial ya tiene perfilado su consejo de administración. Gente de la casa. Está presidida por Guillermo Ansaldo Lutz, quien fue presidente y consejero delegado de Telefónica España entre 2007 y 2011. Desde entonces, es el máximo responsable de la unidad operativa Telefónica Recursos Globales. Mientras, el consejero delegado es Alberto Manuel Horcajo Aguirre. En el consejo también hay apellidos conocidos, como el de María García-Legaz, directora de la Oficina del Presidente de Telefónica y hermana del actual secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz.
Los fantasmas del pasado
Telxius arrastra así dudas antes incluso del toque de campaña, lo que lleva a pensar en qué pasó con otras grandes filiales que Telefónica colocó en el parqué en el pasado, como su división de Móviles, TPI o Terra. La primera sólo estuvo cotizando seis años, salió a 11 euros por acción a finales del año 2000 y lo abandonó, valorando cada título en cerca de 10,3 euros. No dejó el mercado a través de una OPA (oferta pública de adquisición) de exclusión, sino mediante una fusión por absorción por parte de Telefónica. Para ello, la operadora utilizó las acciones que tenía en autocartera.
También empleó la fórmula de ‘fusión por absorción’ para sacar del parqué a Terra. el mayor ejemplo del auge y caída de las ‘puntocom’. Terra nació en 1998 como proyecto personal del entonces presidente de Telefónica Juan Villalonga. Un año después dio el salto a bolsa, valorando cada acción en 11,81 euros. A partir de ahí, subió como la espuma. El mismo día del inicio de cotización tocó los 37 euros y sólo unos meses después, en el año 2000, llegó a superar los 157,6 euros intradía. Pero su caída fue igual de dura. En el momento de su fusión, en julio 2005, Telefónica controlaba más del 75% de Terra y cada una de sus acciones superaba ligeramente los 3 euros.
El caso de TPI fue diferente. También en 2006, la operadora entonces encabezada por César Alierta decidió vender a la británica Yell el 60% que controlaba en la dueña de las ‘páginas amarillas’. La operación se valoró en 1.838 millones de euros y, meses después, ya en 2007. Yell decidió excluirla. Telefónica Publicidad e Imagen (TPI) saltó al mercado en 1999 cada acción se valoró en 14,75 euros, lo que situó la capitalización de TPI en 300.000 millones de pesetas, el equivalente a 1.800 millones de euros. Cuando la vendió a Yell, se valoró cada título en 8,5 euros.