Jueves de dolor, tensión y confusión para uno de los colosos bancarios en España. Mientras el consejo de administración se reunía de urgencia para cortar la cabeza a su actual presidente Ángel Ron, la cotización en bolsa reaccionaba con fuertes subidas ante el nombre de su sucesor: Emilio Saracho, un histórico de la banca de inversión en España y uno de los banqueros ibéricos de talla internacional en el organigrama del estadounidense JPMorgan.



Sin embargo, el posible efecto revulsivo que se presumía con la decisión provocó una subida en bolsa del 14%, hasta los 0,94 euros por acción, pero quedó en entredicho horas más tarde (19,42 horas), cuando Popular comunicó a la CNMV que Ron seguirá como presidente hasta que Saracho acepte el puesto y sea ratificado en Junta de Accionistas “que se celebrará en el primer trimestre de 2017, fecha a partir de la cual don Ángel Ron cesará en sus funciones actuales como Presidente y miembro del Consejo de Administración”. Mientras se celebraba el consejo en el que se pedía la cabeza de Ron, el consejero delegado de la entidad, Pedro Larena, se encontraba en Toledo entregando unos premios a pymes en Castilla La Mancha.



Despido en diferido de Ron



El nombramiento en diferido de Saracho ha levantado a las alarmas entre los fondos de inversión que todavía sobreviven en el accionariado de Banco Popular. Ángel Ron seguirá, por tanto, como presidente durante “semanas, incluso, meses”, según los tibios planes acordados por el consejo en un juicio sumarísimo contra su actual presidente.

A Ron, que en 2004 se convirtió en el banquero más joven de España con sólo 41 años, se le culpabiliza de los males de la entidad, que vive “una crisis de duración y proporciones sin precedentes”, según la jerga usada por el consejo de administración en el comunicado de despedida de Ron, en el que se le agradece los servicios prestados y se le pide que hasta que llegue Saracho “siga dirigiendo el Banco con la misma dedicación”.

Tanto la Sindicatura de Accionistas (10%), que agrupa a las familias fundadores y ex directivos del banco; como la aseguradora alemana Allianz (3,5%), socio histórico de la entidad en los últimos lustros, o la francesa Credit Mutuel (4%) han aguantado el último terremoto en bolsa, pero ya no podían más y han sido convencidas por la familia Del Valle para dar un giro a la gestión.



Por tanto, la cotización en bolsa del banco continuará bajo cuarentena y presión hasta que se aclare el futuro de la entidad, en cuestión a los ojos de los inversores y que obligó al ministro de Economía, Luis de Guindos, a entrar en escena: “No existe la más mínima duda sobre la solvencia del Popular”, dijo desde Lucerna (Suiza). Sin embargo, en el mercado se está especulando con “una gran ampliación de capital” que la entidad se ha encargado de descartar una y otra vez.

Pero la credibilidad del actual equipo directivo se encuentra en cuestión después lo ocurrido en el segundo trimestre de este año. En Junta General de Accionistas, Ron defendió la solvencia de la entidad y descartó ampliar capital. En cuestión de semanas, Banco Popular anunció una ampliación de capital de 2.500 millones de euros y emprendió un recorte de empleo que afecta al 20% de la plantilla. La sombra de la duda ha vuelto después de que Pedro Larena, consejero delegado desde finales de julio, respaldase las cuentas que la entidad presentó en octubre relativas al tercer trimestre del año y que contenía nuevas dudas sobre la tasa de morosidad de la entidad.



Después de nueve años en crisis y una lucha constante por la solvencia, Popular ha ampliado capital en dos ocasiones (2012 y 2016) por 5.000 millones de euros. También le condujo a absorber al banco gallego Banco Pastor (2011) en una operación valorada en más de 1.200 millones y a suspender por dos veces el dividendo, una paga sagrada para los accionistas que Ron ha tenido que eliminar.

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Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, Emilio Saracho (Madrid, 1955) obtuvo un MBA por la Universidad de California en Los Angeles en 1980 y fue becario Fulbright. Empezó su trayectoria profesional en 1980 en el Chase Manhattan Bank, donde fue el responsable de las actividades en sectores como gas y petróleo o telecomunicaciones. Su siguiente etapa en la banca comenzó en 1985 en España, donde participó en la creación de Banco Santander de Negocios.

En 1990 fichó por Goldman Sachs para trabajar desde su sede en Londres como co-responsable de las operaciones españolas y portuguesas. En 1995, volvió a Santander Investment, donde permaneció por otros tres años como responsable de sus negocios en Asia. Se incorporó a JPMorgan en 1998 como presidente para España y Portugal.

En 2006 escaló hasta la posición de consejero delegado de la banca privada del gigante estadounidense y más adelante fue nombrado responsable de la banca de inversión para Europa, Oriente Medio y África. Desde 2010 ocupa un puesto en el consejo de administración de Inditex, el gigante textil propiedad de Amancio Ortega. La mayor fortuna española tiene fuertes vinculaciones con el Banco Popular, después de que éste comprará el gallego Banco Pastor, donde Ortega fue accionista de referencia.



El banquero más joven durante doce años



El pasado 22 de octubre, Ron cumplirá doce años como principal ejecutivo de la entidad. En 2004 reemplazó al histórico Luis Valls Taberners en la copresidencia del banco, colocándose a la derecha de su hermano Javier. Se convirtió entonces, con 41 años, en el banquero más joven en España y un referente del sector al tomar las riendas del entonces tercer banco español. Tras dos años de ‘interinidad’, el ejecutivo compostelano asumió en solitario el cargo de presidente ejecutivo.



Pero Ron llegó en el esprint final de la burbuja inmobiliaria española, con desorbitados crecimientos en la concesión de créditos hipotecarios, apoyada en la continua revalorización de los precios de los activos inmobiliarios. Lo primero que hizo Ron al llegar a lo más alto del Popular después de dos décadas en puestos intermedios fue pisar el freno en el crédito promotor, pero aceleró las hipotecas a particulares con el viento de cola de una economía aparentemente imparable.