Nuevo golpe a la credibilidad del Mercado Alternativo Bursátil (MAB). La empresa de clínicas de estética Vousse (antigua Suávitas) ha solicitado el preconcurso de acreedores al no obtener financiación para comprar su filial Hedonai. Los problemas de Vousse tienen poco de novedoso: la empresa ya fue rescatada del concurso en 2013 por el grupo mexicano Atlas. Pero representan un nuevo golpe a la maltratada imagen del MAB, que en su relativamente corta historia (nació en 2006, pero la primera OPS se produjo en 2009) ha sido testigo de diversos escándalos contables, quiebras y suspensiones por falta de transparencia.
El caso más sonado fue el escándalo de Gowex. La compañía, cuyo peculiar negocio consistía en ofrecer servicios gratuitos de acceso wifi, saltó al MAB en 2010, a un precio de 3,5 euros por acción. El fundador, Jenaro García, no tardó en seducir a analistas e inversores con unas excelentes cifras de crecimiento, que llevaron al valor a marcar máximos históricos de 26,34 euros en abril de 2014. El avance del grupo parecía imparable, hasta que una firma financiera desconocida en España y especializada en denunciar fraudes contables, Gotham Research, reveló que la empresa llevaba años falsificando sus cuentas y fijo un precio objetivo de 0,00 euros.
A raíz del escándalo, que dejó atrapados a un gran número de inversores, se puso en tela de juicio la transparencia del MAB y se anunciaron cambios regulatorios como forzar a las compañías con más de 500 millones de capitalización a dar su salto a la Bolsa española. Para evitar ver dañada su imagen, algunas empresas como Masmovil, Carbures, Ebioss y Eurona anunciaron que abandonarían este mercado, aunque finalmente la mayoría de estas amenazas no se cumplieron.
El caso de Gowex no es el único en el que la falta de transparencia o la manipulación contable ha terminado con una empresa del MAB suspendida o en bancarrota. La primera empresa en desaparecer de este mercado fue Diario Negocio, un grupo de comunicación con un plan de negocio poco creíble que se incumplió desde el primer momento, y que solicitó el preconcurso de acreedores en 2012 tras haber sido suspendida en diversas ocasiones. Un destino que posteriormente también acabó corriendo el grupo publicitario Nostrum.
Otras empresas, en cambio, lograron salir a flote tras hacer atravesar un calvario a sus accionistas. Este fue el caso de Zinkia, la productora que creó al famoso Pocoyó, que estuvo en concurso entre febrero de 2014 y septiembre de 2015. En esta ocasión, la CNMV multó por manipulación de mercado tanto a la empresa como a su presidente, José María Castillejo, por manipulación del mercado. Bodaclick recorrió un camino similar, permaneciendo en riesgo de liquidación entre febrero de 2014 y mayo de 2016.
Sin llegar al extremo de Gowex, algunas empresas también han sido suspendidas por su falta de transparencia o por las dudas en torno a la viabilidad de su negocio. En este grupo figuran Carbures, que protagonizó un escándalo contable en 2014 que le llevó a permanecer tres meses suspendida y a perder dos tercios de su valor en bolsa tras su regreso al parqué. La empresa de ingeniería Ebioss también reveló en agosto del mismo año que había inflado sus cuentas, una noticia que llevó a la acción a hundirse un 28% en una sola jornada.
Otras empresas que tampoco han destacado por su transparencia son NPG Technology, que en su día fue suspendida por no presentar a tiempo sus cuentas anuales y anunció el concurso en octubre de 2015; y Lumar, que también fue suspendida por idénticos motivos y anunció su salida del MAB en julio de 2015.
Estas noticias han dañado la reputación de un mercado que tuvo la mala suerte de nacer poco antes del estallido de la crisis, en un periodo muy desfavorable para las empresas de muy pequeña capitalización. Los escándalos contables y las dudas sobre la transparencia han terminado de frenar el desarrollo de este mercado, que juega un papel muy necesario para las pymes españolas, pero no ofrece incentivo alguno para el inversor.
Ejemplo de ello es que, pese a la reciente avalancha de incorporación de socimis, el MAB sigue sin captar la atención del minoritario y es territorio casi exclusivo de inversores institucionales. No solo por el perfil altamente especializado de las empresas que cotizan en el (socimis y tecnológicas de nicho), sino por la bajísima negociación. De los 39 valores que cotizan en el segmento de empresas en expansión (que excluye a las socimis), 17 no cruzaron operaciones ayer. Es decir, casi el 40% de este mercado.