Los inversores ni se han inmutado con la llegada de Emilio Saracho a la presidencia de Banco Popular. El relevo estaba descontado desde hace tres meses. Para decantarse en uno u otro sentido -comprando a manos llenas acciones que tiren del valor de los raquíticos 0,83 euros o proseguir con la venta y dar cobertura a los bajistas-, el nuevo equipo debe pasar de las palabras a los hechos para que todo el mundo sepa a qué atenerse.
Entre los que están al acecho, los grandes fondos de inversión, dispuestos a comprar inmuebles del Popular, siempre que la actual cobertura -ligeramente por debajo del 39%- se incremente de manera sustancial, para situarla en la media del 55% que mantiene el resto de entidades financieras españolas. Un 17% más que obligará al banco a aportar unos 2.500 millones.
Aunque, a finales del pasado ejercicio, el equipo de Ángel Ron -ya supervisado por Saracho- se vio obligado a provisionar 4.200 millones por sus activos problemáticos, el reparto de esta aportación entre créditos dudosos y inmuebles adjudicados improductivos resultó muy desigual. Fueron 2.856 millones para los créditos y 1.344 los inmuebles.
De esta manera, el déficit de coberturas que arrastraba el Popular solo quedaba reparado parcialmente. Mientras que se incrementaba un 17,6% la de los créditos dudosos, hasta el 53,5%, solo lo hacía un 3,2% la de los inmuebles improductivos.
Los fondos esperan sentados
Los fondos, sabedores de las necesidades urgentes que tiene el Popular de reducir sus actuales 35.676 millones brutos de activos tóxicos (19.600 en créditos dudosos y 16.000 en inmuebles), no tienen prisa. Saben que, más pronto que tarde, la entidad se verá obligada a reducir esta abultada exposición.
El banco ya pudo comprobar cómo, a principios de enero -tras poner un precio acorde a los niveles de cobertura-, los fondos Apollo y Blackstone se apresuraron a comprar sendas carteras de crédito dudoso.
Apollo pagó poco más de 100 millones por 12 préstamos ligados a 12 hoteles con 1.980 habitaciones, valorados en libros por 221 millones. Lo mismo que Blackstone, que se quedó con 750 pisos y otras tantas plazas de garaje tras abonar al Popular unos 200 millones, la mitad de su valor bruto.
Desinversión minorista insuficiente
Con los inmuebles pasará lo mismo. Solo con un descuento apreciable podrá el Popular reducir, de manera significativa, los 17.800 millones brutos en inmuebles en los que cerró el ejercicio 2016. De lo contrario, se tendrá que conformar con seguir con el ritmo lento que suponen las ventas minoristas, que, entre 2015 y 2016, posibilitaron la obtención de poco más de 3.500 millones de euros. Una desinversión insuficiente, que solo sirvió para generar 70 puntos básicos de capital.
Con el aumento notable de las coberturas de los inmuebles acabados, desde el 27,5% fijado al cierre del 2016 hasta cerca del 40% -el porcentaje que, por ejemplo, acaba de ofrecer Bankia para la venta de más de 2.000 viviendas-, podrá la entidad presidida por Emilio Saracho reducir sus activos tóxicos, salga o no adelante el proyecto Sunrise, el vehículo diseñado por el equipo de Ron para sacar del balance 6.000 millones de activos.
Además de desagüe de inmuebles, el Popular tiene otro problema añadido con estos activos. Como consecuencia de ejecuciones hipotecarias tras impagos, el Popular veía cómo en 2016 el valor bruto de sus inmuebles se incrementaba en 1.000 millones, quedando su valor neto invariable en algo más de 9.800 millones.
De aplicar el aumento de las coberturas -como ya ha comprobado con los créditos dudosos-, las ventas institucionales de inmuebles crecerán de manera exponencial, muy por encima de los tan solo 137 millones recaudado en 2016 o los 362 de un año antes.