La obra, titulada "Empresas que mienten", describe la naturaleza del engaño contable y busca dar al lector las herramientas necesarias para identificar a las empresas que están leyendo la legislación de forma interesada, manteniéndose o no dentro del marco normativo, maniobra que se conoce como "maquillaje contable" y que se cree emplean una de cada cuatro empresas en el mundo.

En una entrevista con Efe, Amat, que también fue consejero de la CNMV, el regulador bursátil, se ha referido al engaño contable como "una problemática internacional e inherente al ser humano que existe desde que existe la contabilidad".

Según el experto, hay tres factores que, acumulados, llevan a la comisión de un fraude: la motivación, la racionalización y la oportunidad, es decir, una situación que permite defraudar con un nivel de riesgo bajo, algo que, según Amat, es menor en los países nórdicos que en los del sur de Europa.

El profesor ha relatado que "los fraudes contables son como los robos, existen y existirán siempre".

De la crisis económica, de los excesos y de los cracks, opina que se ha aprendido la sofisticación del método, algo que nació tras la crisis del año 29, por la que las empresas cotizadas empezaron a tener la obligación de auditar sus cuentas.

Sin embargo, esta obligación tampoco impidió el último bloqueo de la economía, producido en 2008 con la caída de Lehman Brothers, cuyo origen, según Amat, está ligado al maquillaje contable, ya que la entidad había estado transfiriendo préstamos basura de clientes insolventes a filiales de las Islas Caimán, unos títulos que no valían nada y que costaron a la compañía millones en pérdidas.

Amat ha explicado que la mayoría de fraudes contables salen a la luz gracias a chivatazos, aunque cree que los reguladores deben prestar especial atención a cuentas de resultados que muestren, por ejemplo, una reducción de tiendas o de plantilla en paralelo con un aumento de ventas, elevadas cifras de deuda o grandes diferencias entre el beneficio neto y el dinero en caja.

Un engaño que se produce, según el autor, en todo tipo de empresas, pero que aumenta cuando los sectores se estancan y tiene especial incidencia en los segmentos con mucha competencia, en los sectores volátiles e inestables ante los cambios tecnológicos, en los regulados -gas, autopistas o electricidad-, en empresas que operan en paraísos fiscales o en las que reciben subvenciones públicas, a fin de esconder pérdidas.

En referencia al escenario actual, Amat ha aseverado que "las empresas seguirán mintiendo", comporte o no ello una pena para el empresario, cuya principal atracción son los paraísos fiscales, a los que dirigentes de primera línea han reiterado que se enfrentarían, como es el caso de Barack Obama, aunque aún siguen ahí.

La solución que propone Amat pasa por endurecer la legislación, reescribir los códigos éticos de las empresas y especificar la manera de presentar las cuentas, con el objetivo de que engañar al exponer las cifras suponga incumplir la ley y, como consecuencia, ser castigado por ello.

Según este experto, las empresas que manipulan sus cuentas deberían menguar si sigue recuperándose la economía, si bien alerta de que el aumento de precios que experimentan algunos sectores podría llevar a una nueva burbuja, un escenario propicio a que las empresas recurran al maquillaje de sus cuentas.