Ha llegado el final definitivo de la era Alierta en Telefónica. El expresidente de la operadora, César Alierta, ha presentado la renuncia voluntaria a su puesto en el consejo de administración del grupo, lo que implica el final definitivo de su capacidad de influencia operativa en el coloso español de las telecomunicaciones.
Alierta, que cumple el 5 de mayo los 72 años, mantendrá su puesto como presidente ejecutivo de la Fundación Telefónica y se mantendrá por el momento en el consejo de China Unicom. El directivo abandonó también en abril de 2016 su puesto como presidente de la Comisión de Retribuciones y vocal de la de Comisión de Nombramientos en el consejo de IAG, la compañía resultante de la fusión entre Iberia y British Airways, en el que llevaba desde el año 2010. En enero de este mismo año había disuelto el Consejo de la Competitividad, que él presidía.
El directivo es una figura esencial para entender la política empresarial de España del siglo XXI, con sus luces y sus sombras. Llegó a Telefónica en 2000 en sustitución de Juan Villalonga y fue el responsable de continuar con la política de internacionalización que habían impulsado sus predecesores, siendo algunos de sus mayores hitos la compra de los activos en latinoamérica de Bellsouth (2004) o la adquisición de la británica 02 (2005). En 2010 se hizo también con la brasileña Vivo.
Alierta llegó a la compañía a iniciativa del Gobierno de José María Aznar, tras su etapa en la antigua Tabacalera. Supo en sus inicios asesorarse por dos de los históricos de la compañía, Luis Lada y Julio Linares, y consiguió algo tan complicado como enderezar el rumbo después del estallido de la burbuja de las puntocom.
El nombramiento de su sucesor, José María Álvarez-Pallete, fue la culminación de su labor como principal responsable de llevar un monopolio estatal hacia el libre mercado. Que nadie en el Gobierno de Mariano Rajoy haya tenido nada que decir sobre el nombre elegido es la prueba final de su éxito.
Alierta llevó a España a un liderazgo europeo en el despliegue de fibra óptica hasta el hogar, ejecutado a través del presidente de Telefónica de España, Luis Miguel Gilpérez. También ha habido un importánte énfasis en la transformación digital de la compañía, si bien lastró la era Alierta su oposición frontal y desmedida ante empresas como Google, Apple y Facebook, con quienes se enfrentó más que aliarse.
Las sombras de Alierta
La mayor de todas las sombras que rodeó a su figura venía de una etapa anterior. Se trató del Caso Tabacalera. Alierta fue declarado culpable de uso de información privilegiada en la compra de acciones de Tabacalera en 1997, si bien fue absuelto junto a su sobrino Javier Placer, debido a que el delito había prescrito. Hoy Placer sigue liderando Open Future, el ecosistema de start-ups de la compañía.
Asimismo, su complacencia con la figura del rey emérito y sus esfuerzos por conciliar las necesidades del poder empresarial y el político, le llevaron a impulsar y mantener más allá de la ética y la estética a figuras totalmente amortizadas en lo político y en lo público tales como Rodrigo Rato e Iñaki Urdangarín. El primero, contra todo pronóstico, abandonó el consejo asesor del grupo cuando quiso y con una etiqueta de “temporalmente” que nadie (salvo los hechos) le ha quitado. La misma que también se apuntó Urdangarín cuando se cogió una excedencia en agosto de 2012. Las filas de la compañía están sembradas, gracias a él, de antiguos políticos, empresarios relacionados con políticos e hijos de políticos.
Alierta nunca se quitó la espinita de no haber sido capaz de volver a llevar la compañía hasta los máximos de la década pasada, antes de la crisis financiera internacional. Lo que no impide que vaya a dejar su poder ejecutivo en la compañía como un hombre muy rico. No sólo fue siempre uno de los directivos mejor pagados de España sino que antes de su salida renunció a su blindaje a cambio de una aportación única de 35,5 millones de euros, importe igual a la suma de todas las obligaciones contractuales que mantenía la compañía con él. Cantidad que viene a sumarse a los 13,3 millones que ya tenía acumulados en el citado plan.
Alierta fue un directivo carismático que sorprendía a los analistas por su extraña forma de hablar inglés y que se fue soltando cada vez más a medida que fue envejeciendo. Aragonés por encima de todas las cosas, los periodistas del sector todavía recuerdan una comida con motivo de la Expo de Zaragoza en la que estaban presentes muchos de sus familiares, así como la Infanta Cristina y su marido. Su imagen pública en su tierra natal siempre ha sido una gran preocupación para él, hasta el punto de que, durante años, la capital aragonesa fue más protagonista que el resto de España en los despliegues de fibra.
Isla e Hinojosa
Abandonan también el consejo Pablo Isla, presidente de Inditex y quien durante mucho tiempo sonó como posible sucesor de Alierta, y Gonzalo Hinojosa Fernández de Angulo, expresidente de Cortefiel y consejero de Altadis.
Han sido nombrados como consejeros a propuesta de la Comisión de Nombramientos, Retribuciones y Buen Gobierno de la compañía, Carmen García de Andrés, presidenta de la Fundación Tomillo, y Francisco José Riberas Mera, presidente y consejero delegado del grupo Gestamp.
Serán reelegidos como consejeros el presidente, José María Álvarez-Pallete, e Ignacio Moreno Martínez y se reducirá a 17 el número de miembros del consejo.