Las primeras cuentas del Banco Popular tras el nombramiento como presidente de Emilio Saracho, las del primer trimestre de 2017, se han saldado con unas pérdidas de 137 millones de euros, motivadas por la necesidad de provisionar otros 496 millones por el deterioro de los activos tóxicos inmobiliarios.
El negocio bancario registró una aportación positiva de 180 millones, mientras que la unidad inmobiliaria perdió 317 millones. Tras los números rojos, el capital con plena implantación de Basilea III está en el 7,33%. La ratio de solvencia total alcanza el 11,91%, por encima del requerimiento del BCE (11,375%).
La cifra de saneamientos (que incluye 395 millones de deterioro de activos, 135 por pérdidas en activos no corrientes y 35 millones positivos por reversión de provisiones) es, según ha explicado el banco a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), un 69% superior a la del año pasado. De hecho, el deterioro de valor de activos duplica al del arranque de 2016.
El banco habría sufrido menos en sus cuentas si no hubiese perdido apoyo en dos soportes tradicionales: el negocio típico y las operaciones en el mercado. Estas operaciones aportaron 13 millones de euros entre enero y marzo, frente a los 99 millones de 2016. El margen de intereses, por su parte, ha terminado con una caída del 9,4%, en 500 millones de euros.
Las comisiones se han mantenido estables, pero la menor aportación de las operaciones de mercado hace que el margen bruto haya caído el 18,2% en un año. Esto se ha compensado con una drástica reducción de costes: un 12,6%, con una caída del 20% en los gastos de personal. El margen neto, con todo, ha caído un 25,9%.