Por Jackie Cai y Adam Jourdan
Bajo un cielo nublado, el avión blanco, verde y azul con "C919" escrito en la cola aterrizó en el aeropuerto internacional de Shanghái tras un vuelo de 80 minutos y ante los vítores de miles de autoridades, trabajadores de aviación y público entusiasta.
El avión es un símbolo de las ambiciones de China por entrar en el mercado global de la aeronáutica, estimado en 2 billones de dólares en las próximas dos décadas, así como también del plan más amplio de Pekín de "Hecho en China 2025" para apuntalar los productos elaborados en el país, desde medicamentos hasta robots.
"Ver al C919 despegar hacia el cielo me emocionó mucho. Este es un momento que hemos estado esperando por mucho tiempo", comentó a Reuters Wang Mingfeng, de 42 años, que vio el vuelo inaugural en el aeropuerto de Shanghái.
"Creo que en el futuro no tan distante, estaremos compitiendo a la par con Boeing y Airbus", agregó.
Sin embargo, por el momento la estadounidense Boeing y la europea Airbus siguen muy por delante en términos de ventas, conocimiento técnico y pedidos.
Y el C919, cuyo vuelo de prueba fue aplazado al menos dos veces desde 2014 debido a problemas de producción, podría requerir años de ensayos para obtener la certificación en China, así como también en Estados Unidos y Europa.
Tras el aterrizaje del avión, funcionarios leyeron una carta del gabinete ministerial chino, en la que se afirmaba que el vuelo exitoso marcó "un gran avance" y un hito para la industria de aviones de pasajeros chinos.
El C919, fabricado por la estatal Commercial Aircraft Corporation of China (COMAC), depende de tecnología extranjera de empresas como General Electric, la francesa Safran, Honeywell International Inc y Goodrich, una subsidiaria de United Technologies Corp.