El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, y el director de financiación de Iberdrola, Jesús Martínez, han intervenido hoy en Bilbao en la cumbre sobre inversión responsable "Biscay ESG Global Summit", en la que se ha debatido sobre las ESG, las finanzas responsables, conocidas así por sus siglas en inglés.
En este ámbito, están "de moda" los "bonos verdes", en los que el inversor se compromete a usar el dinero para financiar proyectos verdes, como la generación eléctrica mediante renovables -en el caso de la eléctrica- o la reducción de emisiones -como la energética-.
En 2014 se produjo la "explosión" de bonos verdes, con 36.000 millones de bonos emitidos en el mundo, cifra que en 2016 subió a 80.000 millones.
Iberdrola fue la primera empresa española que los emitió, en 2014, y la compañía mundial que más bonos verdes emitió en 2016.
En seis emisiones desde 2014 ha sacado al mercado 4.400 millones de euros en bonos verdes para financiarse, lo que supone el 15 por ciento de su deuda actual, de casi 30.000 millones de euros.
Martínez ha enumerado sus ventajas: "la diversificación de los inversores, con un número creciente de inversores, como elemento de marketing, y no tiene incremento de costes sobre la financiación tradicional; al contrario, los bonos se comportan mejor en el mercado secundario porque hay una mayor base inversora".
Para Iberdrola, que necesita unos 3.500 millones de financiación por año para pagar los inversiones, los bonos verdes tienen un gran potencial de crecimiento en los años próximos, ha concluido el director financiero.
Un argumento similar ha utilizado Imaz: "cuando uno está ampliando su base de financiadores, lógicamente está bajando el coste".
El CEO de Repsol ha explicado que hoy en día "el 12 por ciento de los inversores que tenemos con acciones de la compañía son inversores ESG; si no mostrase un compromiso claro con los temas medioambientales o la transparencia, mi base de inversores desaparecería"
"Así que no es un lavado de imagen; (estos temas) están incorporados a la estrategia y a los objetivos de negocio". De hecho, Repsol incluye las medidas medioambientales en la retribución variable de sus empleados, que cobran dos terceras partes de sus 25.000 trabajadores.
Por ejemplo, en la refinería de Petronor, para un operador de planta un 30 por ciento de su retribución variable está sujeta a lograr la reducción de nivel de CO2 de la refinería.
¿Es caro?, le han preguntado a Imaz. "Lo que es caro es no hacerlo", ha contestado. "No hablamos de cosas teóricas. En nuestras cinco refinerías hemos bajado 4,3 millones de toneladas al año el nivel de emisiones. Más de 40 millones de toneladas en 10 años. Equivale a que hubiera seis millones de coches eléctricos en las carreteras españolas".
En el mismo acto, la presidenta de Siemens Gamesa, Rosa García, ha explicado que también en su empresa todos los colaboradores tienen parte de una retribución variable vinculada a criterios de sostenibilidad.
"El siglo XXI ha traído transparencia. Antes, con plantar unos árboles valía; hoy, si una firma hace la más mínima de las emisiones en un pueblo de cinco habitantes aparece en la prensa. Antes la Responsabilidad Social Corporativa era casi un acto de beneficiencia, ahora, la ESG busca la sostenibilidad económica", ha concluido García.