No dejo de pensar en un fragmento de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, en el que nuestro joven protagonista visitaba la región de los asteroides (del 325 al 330, concretamente) y conocía a su rey, un monarca absoluto que daba siempre órdenes muy razonables:
—¿Entonces mi puesta de sol? —recordó el principito, que jamás olvidaba su pregunta una vez que la había formulado.
—Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero, según me dicta mi ciencia gobernante, esperaré a que las condiciones sean favorables.
—¿Y cuándo será eso?
—¡Ejem, ejem! —le respondió el rey, consultando previamente un enorme calendario—, ¡ejem, ejem! será hacia... hacia... será hacia las siete cuarenta. Ya verás cómo se me obedece.
En EL ESPAÑOL hemos hablado en múltiples ocasiones de otro príncipe muy diferente, uno llamado Mauricio Casals pero conocido como El Príncipe de las Tinieblas. Un príncipe que también cree que “la autoridad se apoya antes que nada en La Razón”. Uno muy empeñado en que parezca que sus órdenes son sólo sugerencias razonables.
Durante los últimos días, casi todos los medios se han unido a este periódico y se han rendido a los majestuosos encantos del señor Casals. Algunos, para escribir perfiles notablemente elogiosos de su figura, recordando su enorme “ética laboral” y su incapacidad de dejar de ejercer influencias ni un solo día en todos estos años y de su interés en “tender puentes” en la cuestión catalana.
Otros, para profundizar sobre cómo Javier Pérez Dolset, fundador y máximo accionista del Grupo Zed, le ha acusado de cobrar por ejercer influencia para conseguirle decenas de millones de euros en subvenciones.
Pero, por más tierna que pueda resultar la imagen de un anciano luchador contra el cáncer esforzado en mantener la integridad territorial de España y que se empeña en reunirse con unos y con otros porque cree de manera genuina en las empresas, centrémonos en los esfuerzos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en tratar de desmontar una operación que habría supuesto ingresos millonarios para La Razón, del Grupo Planeta y que, presuntamente, habría alterado el rumbo de muchos millones de euros de dinero público.
Zed, el objeto perfecto de la subvención
EL ESPAÑOL ha contactado con varios responsables de aquellos tiempos, gente conocedora del tejido de las subvenciones de I+D en España, y muchos coinciden en un punto: Zed recibió subvenciones porque era una empresa que, sobre el papel y en muchos proyectos, probablemente merecía recibirlas.
Pero que nadie se lleve a engaño: España es especialmente vulnerable al fraude porque gastamos mucho menos que otros países de su entorno, y desde luego menos que la Unión Europea, en comprobar que el dinero invertido se ha gastado como estaba previsto.
El problema de la investigación y el desarrollo es que ha sido una excepción a la prohibición de las ayudas de Estado comunitarias. Dado que los países no pueden apoyar a sus empresas, muchas de ellas, a lo largo de los años, han pedido proyectos de I+D un tanto dudosos y han conseguido préstamos y subvenciones. “Si en España fuesen a la cárcel todas las empresas que han tenido a un comercial como director de proyecto y a una secretaria como asistente de laboratorio, tendrían que construir otro Soto del Real”, señala un veterano del sector de las subvenciones.
Asimismo, los dineros se han venido otorgando por instituciones muy desconectadas entre sí, lo que ha podido permitir que las empresas entreguen las mismas facturas como justificante a distintos organismos. Puede ser, incluso, que una subvención haya estado bien otorgada pero que la actuación general en la consecución de varias de ellas no haya sido legal.
Lo que se investiga de Casals es si fue el hombre que enseñó todas estas argucias a Pérez-Dolset a cambio de varios millones de euros, si le orientó en el complejo laberinto de las subvenciones y si consiguió ejercer influencia favorable para la recepción de dinero público. La Policía parece creer que así fue, después de un año de investigaciones.
La gran ventaja de Zed, lo que les diferenciaba de todos los demás, es que su actividad estaba claramente relacionada con al mundo de la tecnología y tenía, al menos al principio, tanto la solvencia, como los avales y la reputación como para ponerle cara a los proyectos, por extraños que estos fuesen. “No sólo cumplían los requisitos sobre el papel, había empleados y desarrollos tecnológicos reales, y algunos proyectos fueron muy disruptivos”, subrayan fuentes conocedoras de la actividad de la compañía.
Pero Casals podía sentarse con los responsables de Industria, Madrid Networks o el CDTI y, quizá, incluso hacer que se interesasen por un proyecto en concreto para darle alas. Y el nivel de influencia habría sido el mismo tanto en la última legislatura del PSOE como en la primera del PP. Cuando publicamos hace ya unos meses un perfil de Casals en el que hablábamos de ‘El hombre que susurraba a las vicepresidentas’, utilizamos el plural por algo.
Pero esta influencia difícilmente se habría materializado de no ser porque Zed tenía los mimbres para soportar casi cualquier concepto, por peregrino que éste fuera. “Si los Pérez-Dolset le pagaron a Casals y a La Razón el dinero del que se está hablando, es muy probable que les estuviese cobrando de más, prometiéndoles cosas que probablemente habrían conseguido por sí mismos”.
A Casals le conviene parecer el rey de El Principito. Igual que aquella vez en la que él y su ‘minion’, Francisco Marhuenda, prometieron a Edmundo Rodríguez Sobrino todo tipo de presiones de los grupos mediáticos a los que decían representar para torcer la voluntad de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Casals salió limpio cuando tanto la presidenta como su jefa de gabinete dijeron no haberse sentido coaccionadas. Si finalmente lo fueron, y si precisamente por eso declararon en esa dirección, es otra cosa bien distinta.
El 'Android' español
Uno de estos proyectos, tal y como ha desvelado EL ESPAÑOL, es el Proyecto SOCAM, ejecutado por IMDEA. Básicamente se trata de algo que, sobre el papel, parece una mera copia del sistema operativo Android de Google pero con más peso de Internet de las Cosas. Del proyecto, al parecer, surgió un módulo que tenía cierto sentido para la actividad de Zed, que por aquel entonces intentaba centrarse en los juegos móviles y sociales.
Porque “cierto sentido” es lo que único que parece haberse necesitado para embolsarse dinero público en los últimos años. En la primera legislatura de Rajoy, responsables de la secretaría de Estado que gestionaba Víctor Calvo-Sotelo insisten en que lo que se hizo fue todo lo contrario, endurecer los requisitos para la concesión de subvenciones, invirtiendo en tecnología y restableciendo la obligación de demostrar solvencia y presentar avales, algo que Zed pudo hacer sin problemas cuando su situación aún no era tan grave.
Pero una época considerada en general como bastante oscura fue la última etapa del PSOE en el Ministerio de Industria. Eran los tiempos en los que la Fundación de la Lengua Española se hinchaba a subvenciones para el fomento de tecnologías a cargo del Avanza y quebró por culpa de uno de estos proyectos. ‘El juego del español’, con una subvención de casi 4 millones de euros, supuso el final de la fundación vallisoletana tras el engaño sufrido por el patronato a manos de la trama que había orquestado el préstamo millonario por parte de Industria.
Y éste no fue, ni mucho menos, el único caso. En los años que se investigan, especialmente los primeros, muchas otras empresas recibieron préstamos para luego quebrar y no devolverlos nunca. ¿Eran empresas nacidas para ‘trincar’ y quebrar? ¿Jugó a eso Zed en los últimos tiempos, cuando su fin parecía próximo?
El desenlace
En el circo de tres pistas en el que nos movemos, con los organismos que otorgaban subvenciones por un lado, los Pérez-Dolset y Zed por el otro y Casals y Planeta ocupando la tercera posición, la labor de los jueces y de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado pasará por descubrir quién miente.
¿Mintió Casals presumiendo de influencias de las que carecía o que hubieran sido innecesarias? ¿Fue como el rey de El Principito o demostró el mismo músculo que ha demostrado tener en otras ocasiones? ¿Miente Javier Pérez-Dolset sobre la implicación de Casals? ¿Tan incompetentes han sido las instituciones con nuestro dinero? ¿Hemos financiado sólo la investigación sobre nuevas formas de fraude y el desarrollo de redes clientelares a cargo del Príncipe de las Tinieblas? ¿Cuánto de innovación y cuánto de chanchullo había en Zed?
“Es una cuestión de disciplina. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta”, decía también El Principito. “Del planeta” o “de Planeta”, vaya usted a saber.