Movistar ya ha tomado una decisión sobre el futuro de sus redes móviles. Ha decidido volver a adjudicárselas a los mismos suministradores, Ericsson y Nokia, que la modernizarán hasta el año 2019 por un importe que supone un importante ahorro con respecto al último firmado y que, aún así, supera de largo los 400 millones de euros durante un periodo de tres años.
En 2014 Telefónica había adjudicado a los mismos fabricantes la modernización de sus redes para el periodo 2014-2016, incluyendo el despliegue de la cobertura 4G de la que hoy disfrutan sus clientes. En el marco de esta iniciativa, se ha llegado a una cobertura del 96% con esta tecnología. De hecho, la red 4G de Telefónica ya mueve el 70% del tráfico de datos de la operadora.
Este contrato se había renovado con Ericsson hasta finales de 2017, y con Nokia hasta 2018. Pero Telefónica ha preferido firmar un nuevo proyecto plurianual para el periodo 2017-2019 que permitirá extender el 4G a entornos más dispersos y masificar la red para absorber el crecimiento constante de tráfico de datos.
El acuerdo es bastante equitativo entre los fabricantes sueco y finlandés, si bien Ericsson realizará algo más del 50% de los despliegues.
Proceso cerrado
Este volumen de inversión permite ahorrar tiempo en procesos de negociación y garantizar el volumen de trabajo de los fabricantes y sus subcontratas, dotando de predictibilidad a los despliegues.
Desde ambas compañías confirman a EL ESPAÑOL que la voluntad de Movistar pasaba por no alterar el mapa de suministradores actual y mantener las relaciones con Ericsson y Nokia. Aunque Telefónica se planteaban abrir un proceso con otros fabricantes en caso de no llegar a un buen acuerdo, finalmente no ha sido necesario y el otro gran agente del mercado, Huawei, se ha quedado sin opciones de presentar su propuesta.
Movistar realizará ahorros con respecto al periodo anterior, aumentará su capacidad y ofrecerá nuevas tecnologías Massive MIMO, que permite multiplicar por cinco la capacidad efectiva de cada antena, agregar la capacidad de las frecuencias para dar mayor capacidad y velocidad, introducir nuevas modulaciones de señal como 256QAM, entrar en la conectividad masiva de dispositivos de internet de las cosas (IoT) y reducir los tiempos de latencia.
Todo pasa por recortar algo de camino para el despliegue de la 5G, que se basa precisamente en la evolución de esos conceptos.