Empiezan a ganar peso en el mercado, gracias a un aluvión de licencias que ha hecho temblar al sector del taxi. Uber y Cabify batallan por conquistar más cuota, ganándose la confianza de los conductores. Pero, ¿qué les ofrecen? ¿Cuáles son las condiciones que los chóferes han de firmar?
EL ESPAÑOL ha tenido acceso a dos contratos para servicios de alquiler de vehículos con conductor de Uber y Cabify para empresas y conductores autónomos. En esos documentos se regulan desde los vetos y expulsiones de la plataforma, a las sanciones planteadas por un mal servicio o la exclusividad exigida.
Dos contratos, dos formas distintas de operar
Los de ambas compañías son contratos distintos, al tener dos formas muy distintas de operar. En el caso de Uber, se trata de un contrato de afiliación. Es decir, la empresa de VTC o el conductor independiente se conecta a la plataforma y, por cada uno de los servicios, Uber se lleva una comisión. Ese cobro al usuario lo lleva a cabo la matriz holandesa (su filial española sólo lleva a cabo tareas de marketing), con el objetivo de reducir al máximo la factura fiscal con una estructura similar a la de otras empresas tecnológicas. Y es esa sociedad en Países Bajos quien paga a la empresa o conductor con un descuento del 25% que es su comisión por la intermediación.
Cabify actúa como agencia de viajes e intermediaria. Y quien factura es Maxi Mobility Spain SLU, su filial española, por lo que todo su negocio se queda registrado en España. Cobra una comisión de un 20% por ese trabajo.
Las polémicas valoraciones de los conductores
Uno de los aspectos críticos en la relación de estas dos compañías con las empresas que prestan su servicio y los conductores tiene que ver con las valoraciones que los pasajeros hacen de éstos últimos. Cabify coloca en 4,5 puntos sobre 5 la valoración mínima que debe tener para mantenerse en la plataforma. En caso de mantener más de dos meses con una puntuación inferior, la empresa se compromete a retirarlos de la circulación.
Uber, al igual que su competidor, también plantea las valoraciones de los usuarios como uno de los principales baremos para expulsar o no a uno de los conductores. Pero no precisa en el contrato general de servicios cuáles han de ser las valoraciones mínimas que debe mantener el conductor en su plataforma. Se limita a asegurar que debe estar por encima de la valoración media mínima “aceptable” establecida por la compañía en cada territorio, “que podrá ser actualizada de cuando en cuando por Uber a su exclusiva discreción”. ¿Cuál es esa media? Según ha podido saber este medio, la media es similar a ese 4,5 de su competidor.
¿Qué ocurre en caso de que no supere esa nota? Uber contacta para informarle y darle un plazo límite de tiempo para aumentarla. “Si no la aumenta dentro del plazo establecido, Uber se reserva el derecho a desactivar el acceso a la 'app' y los servicios”.
Duración y exclusividades
Cabify ofrece un contrato de dos años de duración, que se prorrogan por periodos de dos años, a menos que cualquiera de las partes envíe una notificación de finalización con un preaviso de tres meses. ¿Si se incumple ese preaviso? Quien lo incumpla deberá pagar lo obtenido en los seis meses inmediatamente anteriores a la finalización o el equivalente a los ingresos en el último mes multiplicado por seis.
A esto, la empresa española suma una exclusividad que, según el contrato al que ha tenido acceso a EL ESPAÑOL, se lleva a cabo con las compañías a las que venden licencias VTC. Durante esos dos años no podrán alcanzar acuerdos con terceros. Y explicitan: “No suponen actuaciones que vulneran la no competencia regulada los servicios respecto a otros clientes por medio de teléfono e internet con exclusión expresa de una aplicación de reserva de vehículos en tiempo real a través de móviles”. Es decir, excluyen a Uber.
En el caso de Uber, no exigen exclusividad a sus conductores. En el punto 2.4 de su contrato de servicios, aclara que su cliente (empresa o conductor) entiende que conserva “el derecho íntegro a prestar servicios de transporte a sus clientes ya existentes, así como a utilizar otros servicios de aplicación de software además de los servicios de Uber”. ¿Sobre la duración? No hay un tiempo obligatorio. “Comenzará en la fecha en la que se ha ejecutado y seguirá teniendo vigencia hasta su fecha de extinción”. Se rescindirá: con un preaviso de 7 días o por incumplimiento del contrato o declaración de insolvencia de la otra parte.
Las tarifas: ¿Qué cobran?
En el lado de las tarifas, hay diferentes formas de abordarlo en cada uno de los contratos. En Cabify, la sociedad cobra a los usuarios el importe total de los desplazamientos, “importe que resultará de las tarifas que sean de aplicación por el transportista [la empresa de VTC]”. De esa cantidad, la sociedad detrae una comisión por intermediación. ¿Cuál es? La diferencia, según el contrato, entre esa primera tarifa y los importes que ellos fijan: 1,25 euros por cada uno de los 20 primeros kilómetros y 1 euro por sucesivos kilómetros.
Uber en su contrato no establece una tarifa concreta. Sólo asegura que se basa en una tarifa base más la distancia recorrida. En el caso de España, cobra 0,20 euros por minuto y 1,15 euros por kilómetro en su servicio de VTC con vehículos ‘normales’ UberX.
Tanto uno como otro aseguran en sus respectivos contratos que podrán cambiar de manera unilateral esas tarifas. En el caso de Uber, se asegura que el uso continuado de los servicios por parte del conductor después de cualquiera de los cambios “implica el consentimiento de esos cambios”.
Tiempo de espera y obligación de aceptar servicios
Cabify exige a los conductores asignados por la empresa de VTC con la que firma el contrato que acepten las solicitudes de reserva que reciban, “salvo que tengan incompatibilidad por tener otro servicio contratado en firme con anterioridad”. La compañía impone, según el contrato al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la conexión de un mínimo de 20 horas semanales por cada una de las licencias VTC, “respetando en todo caso los descansos y tiempos máximos de conducción”.
Por su parte, Uber no obliga a sus conductores ni a las empresas a aceptar servicios de su plataforma. En el contrato no incluye tampoco tiempo mínimo conectado a la plataforma. “Los clientes y sus conductores conservan el derecho exclusivo de determinar cuándo y por cuánto tiempo cada uno de ellos van a utilizar la aplicación y los servicios de Uber”, apunta. Y apostilla: “El cliente y sus conductores se reservan la opción, a través de la app, de intentar aceptar o rechazar o ignorar la petición de servicios de transporte”.
¿Y el tiempo de espera que ha de aguardar el conductor? El plazo de cortesía para Uber es de 10 minutos y de Cabify de 5 minutos (15 en el aeropuerto). Esta última sí especifica que se cobrarán 40 céntimos de euro por cada minuto en exceso.
Exigencias para el conductor y los coches… y los vetos
Tanto una como otra compañía exigen una serie de requisitos tanto para el conductor como para el vehículo. En el caso de Cabify, piden una antigüedad media máxima de la flota de coches de 4 años, no pudiendo superar ninguno los 6 años (el límite legal establecido por la normativa de transportes es de 8 años). Uber no reduce esa barrera establecida por la ley.
¿Y qué se le exige al conductor? Carné, licencias en vigor, nivel de formación… “y mantener un alto nivel de profesionalidad, servicio y cortesía”, según precisa Uber en el contrato. En Cabify precisan que el conductor ha de “cuidar su aspecto general, prestar el servicio con discreción y cordialidad, ayudar al pasajero con la carga y descarga de equipaje”. Además, “el vehículo deberá tener las ventanillas cerradas, el aire acondicionado encendido y la radio apagada”, egún precisa.
En Uber se reserva el derecho de desconectar al conductor en caso de incumplimiento del contrato, “de descrédito, cualquier acto u omisión que cause daños a la marca, reputación o actividad según determine Uber a su única discreción”. En definitiva, tiene la posibilidad de desconectar “por cualquier otro motivo a la única y razonable discreción de Uber”.
Por su parte, Cabify incluye un anexo de control de calidad, en el que incluye más de una treintena de posibles penalizaciones (leves, graves o muy graves) que no sólo son reprendidas verbalmente. También se exigen de 3 a 100 euros de ‘sanción’ y de 1 día a 1 semana desconectado. Entre las graves incluye: no atender una reserva asignada, ofrecer servicios por fuera o agredir verbalmente a un cliente. Entre las leves: mantener vehículo sucio, no leer un mensaje, no tener la radio apagada o el aire acondicionado encendido.
La independencia entre la empresa y la VTC
Tanto una empresa como la otra tratan en su contrato de ser muy celosas con la independencia de ambas compañías respecto a la empresa que presta el servicio de transporte. En el caso de Uber no sólo recuerda a lo largo de todo su contrato esa autonomía, sino que además prohíbe a la empresa mostrar “nombres, logotipos o colores de Uber o de cualquiera de sus afiliados en ningún vehículo; ni llevará uniforme ni ninguna otra prenda que los muestre”.
Cabify, por su parte, insiste en su contrato que la empresa de VTC es “un contratista jurídico y económicamente independiente, de forma que él y sus conductores no podrán ser considerados, ni de hecho ni de derecho, empleados de Maxi Mobility”, según reza en el contrato. Y esa es la clave de esa defensa tanto en uno como en otro competidor: quieren esquivar cualquier demanda laboral por parte de los chóferes.
Uno de los aspectos relacionados con esta pretendida independencia hay que encontrarlo en el material que ofrece cada una de las empresas a sus conductores. Mientras que Cabify exige a la empresa que procure que los conductores cuenten con un terminal en el vehículo, Uber hace lo propio, pero da la opción de acceder a dispositivos pero pidiendo el reembolso del plan de datos móviles asociado y una fianza por cada uno de ellos.
¿Conseguirán Uber y Cabify crecer en el mercado de las VTC? ¿Conquistarán a más conductores? ¿Endurecerán estas condiciones en el futuro o se verán obligados a suavizarlas? El tiempo (y el mercado) dirá.