Américo Amorim, propietario del Grupo Amorim, ha muerto este jueves a la edad de 82 años. Era conocido como el "rey del corcho" ya que poseía la mayor compañía corchera del mundo. Su patrimonio se estima en 4.200 millones de euros.
Además de este negocio, el que fue el hombre más rico de Portugal se expandiría a otros sectores, como el energético o el bancario. A principios de 2008 llegó a ser un accionista destacado del Banco Popular, controlando un 7,8% del capital.
Sin embargo, en donde más destaco fue en el sector corchero, donde era el referente a nivel mundial. Ahora, esta industria ha quedado huérfana al perder a su rey. ¿Pero cómo es esta industria y por qué es tan importante para la Península Ibérica?
El gran negocio millonario y desconocido
Si te tomas una botella de vino en Australia, Japón, Tejas, Sudáfrica o Moscú, el tapón de corcho, probablemente, ha sido fabricado en la Península Ibérica. Según la Iniciativa Cork, financiada con fondos europeos para promocionar esta industria, el 80% de las exportaciones mundiales de corcho proceden de la Península Ibérica, lo que supone un total de 161.504 toneladas anuales.
No es de extrañar, ya que España y Portugal cuentan con la mayor superficie de alcornocales del mundo: 1.311,023 hectáreas (el 61% de los alcornoques del mundo). Esto se debe, según fuentes de Iniciativa Cork, a un clima propicio y a una política proteccionista histórica.
Américo era el rey y Portugal era su reino
El país luso es el líder indiscutible del sector corchero, ya que exporta casi la mitad del corcho del mundo (49,6%). España le sigue con un 30,5%. La diferencia con los siguientes países es significativa: Marruecos exporta un 5,8% del corcho mundial, Argelia un 4,9%, Túnez un 3,5%, Italia un 3,1% y Francia un 2,6%.
Según Albert Hereu, director del Instituto Catalán del Corcho (Icsuro), esto se debe a que el “gobierno luso apostó por incentivar este sector”, a diferencia de “lo que ha hecho el español”.
Este negocio, a pesar de no ser muy conocido, es de gran importancia para los dos países. En la Península Ibérica genera 10.000 empleos directos en el sector del corcho, y más de 7.000 puestos de trabajo en el sector forestal. En España generan 2.000 puestos, y 3.000 en la época de la saca de corcho, el proceso por el que se extrae el material del árbol.
Un sector basado en el negocio familiar
El sector corchero ha protagonizado en los últimos años una concentración empresarial. Según afirma Joan Puig, presidente de la Asociación de Empresarios Corcheros de Cataluña (Aecork), “hace años había 60 empresas en el sector”, y actualmente la “cifra ronda los veinte”.
Asimismo, destaca que la mayoría de estas compañías “son familiares”. Un ejemplo es, precisamente, el Grupo Amorim, en manos de la misma familia desde 1870.
La concentración empresarial es el resultado de un fuerte proteccionismo en el sector. Un ejemplo más es el caso de los americanos que querían exportar el alcornocal a Estados Unidos. Según Puig, los españoles les vendieron las semillas hervidas, de forma que los árboles no pudieran crecer en América. Otro ejemplo más que explica “por qué la Península Ibérica concentra un porcentaje tan alto” de este negocio.
El corcho es el cierre favorito de los españoles
El 95% de los españoles elige el tapón de corcho como el mejor cierre para vinos y cavas, en detrimento de otros tipos como los tapones de rosca o de plástico, según el último estudio de Iniciativa Cork.
El tapón de corcho se asocia con la “calidad, un material y tradición”. En este sentido, los consultados afirmaron que este tipo de cierre tenía la capacidad de conservar y contribuir a la evolución del caldo. “El vino con el tapón de corcho es un ser que evoluciona”, explica Anna Serra, ejecutiva de la compañía corchera Manuel Serra.
Respecto a esta elección, Joan Puig aseguró que hace años la “tendencia favorecía a los tapones alternativos”. Sin embargo, la buena noticia para el sector es que los consumidores han vuelto a “elegir el corcho como su cierre favorito”.
Las siete vidas del corcho
Muchas personas asocian el corcho a los tapones de las botellas, y no se equivocan. Según la Iniciativa Cork, el 97% del negocio del corcho se dedica a los tapones de las botellas.
Sin embargo, la industria corchera ha ideado numerosas formas de aprovechar los residuos del corcho. Primero en la fabricación, donde se saca partido incluso de las partículas de corcho que flotan en el aire a través de filtros en los conductos de ventilación.
El proceso industrial se ha ideado de tal forma que la industria pueda aprovechar todos los residuos. Las láminas que resultan de extraer los corchos enteros se trituran para crear granulados con los que hacer otro tipo de corcho. En caso de que la materia prima sea de baja calidad (el corcho refugo), el material se destina a otros productos.
Una vez consumidos, los fabricantes recogen esos tapones de corcho utilizados para reciclarlos. Este material se transforma y pasa a estar presente en nuestra paredes como aislantes, en los zapatos en forma de cuñas, e incluso en las naves espaciales como aislante, por su resistencia al calor y a la fricción.