La temporada de huracanes continúa en el Caribe y las cadenas hoteleras se mantienen en alerta apenas una semana después de superar el último. Tras Irma, uno de los huracanes más poderosos que han cruzado el Atlántico desde el paso de Julia en 2010, el pasado domingo otra tormenta incrementó su intensidad y se transformó en huracán, María. Y se espera que sea “más devastador” que Irma, que dejó al menos 40 víctimas en el Caribe antes de llegar a Florida (EEUU).
Riu Hoteles ha confirmado que ninguno de sus dos hoteles en Puerto Plata, en República Dominicana, y que todos sus huéspedes y trabajadores se encuentran bien. “Los únicos desperfectos provocados por la tormenta, tanto en Punta Cana como en Puerto Plata, se han producido en los jardines a causa del agua y del viento”, asegura la hotelera que espera recuperar la normalidad a lo largo de este jueves. Además, señala que sus ocho hoteles en Dominicana están operando con normalidad.
Desde Iberostar, que no tiene hoteles en Puerto Rico pero sí en Dominicana, esperaban que la tormenta pasara de forma lateral como se había anunciado y, por el momento, no ha reportado daños en sus instalaciones.
El miércoles, María impactó con fuerza Puerto Rico, dejando toda la isla sin electricidad a sus 3,5 millones de habitantes. Es el ciclón más fuerte que ha tocado tierra en territorio estadounidense en 90 años. Las autoridades han informado de nueve víctimas mortales. En Dominica, donde el huracán llegó dos días antes, han muerto siete personas.
El siguiente en sufrir el paso de María ha sido República Dominicana, donde las lluvias y ráfagas de viento, de entre 95 y 100 km/h, han causado los primeros derribos de árboles y postes del tendido eléctrico al este del país, según las primeras informaciones de este jueves. La costa noroeste del país se mantiene en alerta roja a la espera de que el huracán continúe su trayectoria hacia el norte del Atlántico.
Alerta durante la temporada ciclónica
María es la undécima tormenta nombrada y el octavo huracán de la cuenca atlántica de esta temporada. Cada año, entre junio y noviembre, la cuenca del océano Atlántico se ve afectada por una alta actividad ciclónica. La primera tormenta llegó en abril, Arlene, mes y medio antes de que comenzara oficialmente la temporada.
En mayo, los expertos ya advertían de una temporada ‘anormal’, un 45% más activa de lo normal, según los datos de la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA). El organismo pronosticó la formación de entre 11 y 17 tormentas tropicales de las que al menos cinco se convertirían en huracanes. En una temporada ‘normal’ se forman una media de 12 tormentas tropicales, de las cuales seis se transforman en huracanes.
Aunque la predicción de este tipo de fenómenos se queda en una mera estimación, las hoteleras se enfrentan año a año a esta situación y disponen de un claro protocolo de actuación para los casos de alerta marcado por cuatro fases: prevención, preparación, respuesta y recuperación.
“Gran parte de los daños que se generan por alertas naturales pueden prevenirse a través de acciones de mantenimiento y vigilancia de nuestras instalaciones, así como mediante acciones de formación y simulacros de actuación”, señalan fuentes de Meliá Hotels International a EL ESPAÑOL. La predicción “no es perfecta”, agregan, por lo que en ocasiones el margen de actuación es más breve, “por lo que la prevención es nuestra mejor herramienta”.
Según la hotelera, que se vio afectada por el huracán Irma a su paso por Cuba, cada hotel realiza de forma periódica un análisis para identificar aquellos elementos que son vulnerables ante alertas naturales y se planifican los recursos humanos y materiales para garantizar la mejor actuación durante una alerta. La cadena mallorquina tiene un hotel en Puerto Rico y seis en República Dominicana.
La compañía explica que para prevenir este tipo de situaciones, se planifica y organiza al personal para que esté preparado para una situación de emergencia y una posible evacuación de las personas. Su plan incluye cómo transportar a los huéspedes y a los empleados, formaciones en primeros auxilios y simulacros de emergencia para que sepan cómo actuar llegado el momento. Se realiza además un aprovisionamiento de emergencia, con un inventario y una disposición de su utilización.
Esto es clave en caso de catástrofe. El paso de Irma por la isla de San Martín causó numerosos daños en uno de los hoteles de Riu, donde el centenar de huéspedes tuvieron que esperar para ser evacuados hacia Dominicana.
Cuando se detecta una alerta, el hotel activa el protocolo de gestión de crisis y coordina su actuación con la autoridad competente del país, señalan desde Meliá. Se trata de mantener una comunicación fluida sobre la situación con el personal del hotel, los clientes y demás intermediarios comerciales y se definen los grupos prioritarios ante situaciones de riesgo: niños, ancianos, enfermos o personas con movilidad reducida.
En la fase de respuesta, la directiva del hotel analiza la situación y procede a la evacuación de clientes y personal, si es necesario, a las zonas designadas para ello. Una vez superada la alerta, se pasa a la fase de recuperación, “identificando daños y priorizando las reparaciones, además de gestionar el apoyo a las familias de empleados y a las comunidades locales”.