Luis Miguel Gilpérez sólo es el presidente de Telefónica de España desde septiembre de 2011, aunque teniendo en cuenta el hondo impacto que ha tenido en su operativa y en el sector español de las telecomunicaciones, muchos dirían que ha pasado mucho más tiempo.
Ha superado ya en longevidad como presidente a su predecesor, el argentino Guillermo Ansaldo, que ocupó el cargo entre 2007 y 2011, y cada cierto tiempo se disparan los rumores sobre su posible salida. Antes del verano, estuvieron desatados. “El problema es que en Telefónica los rumores son un mal indicativo, César Alierta tenía costumbre de no hacer las cosas cuando se las esperaba todo el mundo y sorprender al mercado”, explica el primer ejecutivo de una gran compañía del sector muy próximo a Telefónica, que cree que el presidente actual, José María Álvarez-Pallete, aprendió bien esa lección.
En el entorno más cercano al directivo aseguran que se respira absoluta tranquilidad. Si los cotilleos sobre su futuro afectasen a su rendimiento, no habría podido dar un paso desde que Álvarez-Pallete fue nombrado como presidente del coloso español de las telecomunicaciones, en abril de 2016. Dicho esto, el nivel de presión al que se somete en el desempeño de su cargo es extremo, y por primera vez sí parece que aceptaría de buena gana el descanso del guerrero. Es plenamente consciente de que todo ciclo tiene su final.
Decir que las relaciones entre Gilpérez y Pallete son excelentes y que son amigos del alma sería mentir, pero afirmar que no son capaces de trabajar juntos sería una mentira aún mayor. Basta recordar que Gilpérez reportó a Pallete cuando el primero era el presidente de la filial brasileña y el segundo, de la división latinoamericana. O que compartieron consejo ejecutivo cuando Gilpérez dirigía el mercado español y Pallete, el europeo.
Dos formas de ser
Las diferencias entre uno y otro tienen mucho que ver con las personalidades de ambos, con su forma de ser. Aunque en ambos casos comparten una cualidad que se reconocen: una entrega casi monacal al negocio, sus perfiles no pueden ser más distintos.
Si Pallete es más cosmopolita, cercano al mundo de Silicon Valley y a los maratones, Gilpérez es un hombre más próximo a la calle y uno de los directivos más patriotas que tiene el país. Es un directivo cuya explícita voluntad de servicio a España forma parte casi de cada una de sus declaraciones de los últimos años. Es casi imposible encontrar una intervención pública suya en la que no mencione al futuro de su nación y el papel de la operadora en el mismo.
Y no es de boquilla. Durante su periodo al frente de la filial, España se ha convertido en un coloso de la fibra óptica. La inversión por él propiciada ha servido para desplegar las autopistas por las que correrá la información en nuestro país durante las próximas décadas, con niveles de penetración muy superiores a los de ningún otro país europeo. Sin Luis Miguel Gilpérez, está por ver que España estuviera en posición de competir con países como Corea o Japón en este rubro.
Conseguirlo no fue fácil. La estrategia que ha seguido, poco a poco, durante todo su mandato, hizo que muchos consultores de primer orden le llamasen loco y se tirasen de los pelos ante la ambición de lo que pretendía. No literalmente, pero casi.
La odisea de Fusión
Movistar Fusión nació hace un lustro y, para los más veteranos de Telefónica y muchos consultores de los que cobran cifras plagadas de ceros para decirle a los directivos cómo hacer su trabajo, iba a costarle el puesto al directivo y hundir a la operadora en la miseria. ¿Cómo lanzar un producto que hacía que gente con distintos servicios y que pagaba mucho más de cien euros tuviese una oferta competitiva desde 49€?
Gilpérez entendió antes que nadie que era mejor simplificar la estructura tarifaria y proponer tarifas convergentes a todos los clientes, que en aquel momento estaban lejos del alcance de sus competidores. Recortar él y hacerse competitivo, soltar lastre y liderar en lugar de esperar a que fueran los demás quienes le recortasen del mapa.
Además, fue revolucionario y comprendió que necesitaba lanzar fibra para hacer que todos los desarrollos regulatorios que permitían a los competidores utilizar la red histórica de cobre quedasen básicamente inservibles. ¿Cómo iba a competir el ADSL con la fibra?
Álvarez-Pallete reconoce perfectamente estos éxitos, y los ha apoyado. En una ocasión, el presidente de Telefónica reconoció a EL ESPAÑOL que el nacimiento de Fusión había servido para eliminar, literalmente, miles de tarifas diferentes de su cartera. Un tipo de complejidad que no dejaba de multiplicarse y que dificultaba sobremanera la gestión del negocio.
La revolución en el sector
Gilpérez no sólo obligó a espabilar a Telefónica, sino que forzó a sus rivales a acometer inversiones multimillonarias para comprar operadoras con redes fijas. Vodafone tuvo que comprar Ono y en Jazztel estuvieron muy vivos y consiguieron sembrar tanta fibra que Orange tuvo que sacar la chequera y adquirir la compañía para no quedarse fuera del negocio del ‘todo en uno’.
Entre medias, el directivo tomó la decisión de apostar por los contenidos. No sólo hizo una apuesta multimillonaria por el fútbol, sino que lanzó el canal generalista #0 y se comprometió a lanzar las mejores series españolas que fuera posible producir. Desde este otoño hasta finales de 2018, lanzará a un ritmo de una producción al mes, y tiene 37 proyectos sobre la mesa. La crítica ha reconocido la grandeza de su proyecto más ambicioso, La Peste, que se presentó en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián.
No todas las apuestas le han salido bien
El fútbol ha sido un problema para Gilpérez, dada la incapacidad que ha mostrado la compañía a la hora de competir en la compra de derechos en los despachos de la UEFA y, en mayor medida, en los de la Liga. En este sector ha tenido dos dolores de cabeza constantes.
Por un lado, Mediapro, que con inteligencia y picardía se le ha “colado” en varias subastas y no sólo ha logrado disparar los precios, sino que también le ha obligado a pagar, por encima, el margen que se queda. Por otro lado, la CNMC, con la obligación regulatoria de tener que compartir con la competencia un 50% de los canales que ha ido consiguiendo en exclusiva.
El directivo ha acabado escarmentado de cómo han evolucionado las cosas en el mundo del fútbol, y desde el entorno de la operadora confirman que se está preparando la compañía para una vida sin fútbol, o con menos fútbol, a partir de la temporada 2018-2019. Hace muchos años, en un encuentro con periodistas y para referirse a la marcha de Alonso de Renault a McLaren, compañía que patrocinaba entonces Vodafone, el expresidente César Alierta afirmaba: “a Telefónica sólo le puedes tomar el pelo una vez”. Gilpérez piensa igual y en Mediapro se están preparando para aprender esa lección.
El drama del fútbol probablemente terminó de precipitar la salida de Luis Blasco, y desde hace algún tiempo, Álvarez-Pallete trabaja para crear una división de contenidos con alcance realmente global y busca un directivo que trabaje para todos los mercados y pueda imaginar el nuevo vídeo de Telefónica. Tardará más o menos, pero el cambio se producirá una vez que el presidente encuentre el relevo oportuno, y que éste acepte el reto.
A Gilpérez también se le ha crecido otro enano. Concretamente, MásMóvil, que surgió como cuarto operador con ambición y sin que nadie le tomase muy en serio, cuando los tres grandes hubieran vivido mucho más tranquilos en un oligopolio competitivo de tres agentes.
Un relevo difícil
El problema de los rumores sobre su salida es que relevar a Gilpérez no es tan sencillo. En la compañía suena mucho el nombre de Mariano de Beer, el directivo argentino que actualmente ocupa el cargo de director general comercial digital, y muchos dan por hecho que Pallete terminará por escoger a alguien con ese perfil. Si no procedente de la compañía, quizá llegado de alguna consultora.
Pero el mercado español está en una situación delicada, Gilpérez tiene un plan y, salvo algunos golpes de timón, ha ido cubriendo sus objetivos. Acabó con las subvenciones de terminales, tiene a buena parte de su base de clientes con precios de más de 90 euros después de múltiples subidas y acaba de anunciar nuevos precios con televisión desde 45€/mes para competir en el sector de bajo coste con MásMóvil y otros.
El recambio de Gilpérez es la mayor decisión que va a tomar Pallete en lo que lleva de presidencia. En estos momentos, es como si Zeus buscase a un recambio para Atlas para llevar a hombros el peso del mundo. El problema es que si el mundo se cae al suelo y se rompe en el proceso, todos los dedos apuntarán hacia hacia Zeus, no hacia Atlas.