La economía española marcha viento en popa. El PIB crece a ritmos del 3% apoyado, sobre todo, en el cambio de modelo de nuestra economía: la exportación. Los analistas ven buenas perspectivas de cara a futuro; eso sí, si nada hace que descarrile.
Los empresarios miran satisfechos esta situación, pero no pueden evitar mostrar su preocupación por Cataluña. Un tema del que Antonio Garamendi, presidente de Cepyme y vicepresidente de CEOE empieza a estar un tanto agotado. No porque no tenga importancia, sino porque está convencido de que resta esfuerzos a lo que de verdad importa: ganar competitividad para nuestro país.
Garamendi recibe a EL ESPAÑOL 48 horas antes de que se produzca el referéndum de independencia; y, aunque resignado, asume que es lo que toca para empezar nuestra conversación.
Pasado el 1-O, ¿qué postura adoptan los empresarios?
Estamos con las instituciones. Se dice que estamos con el Gobierno -que también- pero es que también hay jueces, alcaldes… Estamos con ellos y con el imperio de la ley, que es la base de la democracia y de la estabilidad que nos inspira para que el país funcione.
Hay que señalar también que la política debe trabajar, y dentro del margen de la ley tendrá que hablar de absolutamente todo.
¿Incluido el Estatut propuesto por la patronal catalana? Un pacto que contempla más inversión del Estado, pacto fiscal, reconocimiento de identidad y representación propia en organismos internacionales y competiciones deportivas...
Entiendo que Fomento del Trabajo lo llame pacto fiscal; otros lo denominan balanzas fiscales… Entiendo que se pida más dinero para Cataluña en inversiones. De hecho, en el Parlamento ya empieza a plantearse la posibilidad de hacer cambios en este sentido, pero para todo el mundo.
Lo que no comparto es reclamar representación exterior propia o una selección deportiva. No lo veo. Creo que no es el tema del que tenemos que hablar.
¿Alguien invierte algo en un sitio que no tiene estabilidad? La respuesta es no. Esto debe hacer que lo pensemos.
El problema es que esa inestabilidad puede afectar a la economía, ¿seguiremos con tasas de crecimiento tan elevadas como hasta ahora?
Le doy la vuelta a la pregunta. ¿Qué sería de nosotros si no estuviéramos hablando de Cataluña? Todo lo que es inestabilidad, desunión, proyecto no compartido, legalidad a la carta es negativo. Por tanto, si persiste, creo que nos tiene que afectar y nos va a afectar.
Algunas agencias de calificación ya lo están advirtiendo. Confío en la cordura de los políticos y en que esto se termine arreglando.
Me gustaría decir algo más. Aquí se puede generar mucha pasión. En Cataluña hay grandes y magníficas empresas. Hay trabajadores excelentes. Por eso es el 19% del PIB de este país. Entre todos podemos ser muchos y muy potentes. La diversidad, en el fondo, nos debe unir. Es absolutamente compatible.
Y por si fuera poco, el Gobierno no tiene apoyo para los Presupuestos del Estado, y opta por aplazarlos forzando una prórroga.
Desde el punto de vista de la estabilidad es otra historia. Entra dentro de la mayor normalidad, la del juego político. Obviamente soy partidario de que se aprueben cuanto antes y confío en la responsabilidad de la clase política.
Me parece bien por parte del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que si cree que es mejor dejar pasar un poco de tiempo para dialogar, lo haga. Posiblemente habrá tomado la medida adecuada. No me importa que sea en un mes o dos, lo importante es que se aprueben.
Hay que entender el concepto de empleabilidad. No vale no estar formado. Ya no basta con saber leer y escribir.
¿Es momento de subir salarios?
Es momento en aquellos sectores donde se puede; y ser prudente donde no se puede.
Se habla de subir salarios, pero hay que mirar toda la foto. Hay que estar en ello, pero hay que fijarse también en que hay muchos jóvenes que no tienen trabajo. Por tanto, está bien subir salarios sin perder competitividad, que es lo que genera riqueza para el país.
Y hay otra cosa importante. Los convenios se están firmando. Se va a demostrar que la oferta que hizo CEOE a los sindicatos, con una subida salarial del 2,5%, era sensata. A los sindicatos no les pareció bien y la gente no va a entender que no se haya aceptado. Estamos por la recuperación de los salarios donde se pueda y en los sectores que lo permitan.
Sin embargo, los sindicatos preparan un otoño caliente para conseguir que la recuperación llegue a todos los españoles.
Desde el punto de vista empresarial no lo tememos. Estamos firmando los convenios: el del metal, la construcción, los seguros, las grandes superficies… Estamos en el diálogo social, en el Acuerdo de Negociación Colectiva (ANC). Puede haber acuerdos o desacuerdos, pero de ahí a un otoño caliente hay un paso. Si lo hay no será por culpa nuestra.
Uno de los principales problemas de nuestro mercado laboral es que no somos capaces de integrar a los jóvenes, ¿qué solución podemos darles?
Eso es un tema que ocupa a todos. Los empresarios contratamos en función de lo que podemos hacer. El 95% del empleo que se genera lo creamos las empresas; y de eso, el 75%, las pequeñas empresas. Es un problema de todos.
Hay que llegar a un gran pacto para ver cómo incorporar a la gente joven. Estamos en un cambio de época. Sabemos que de cada diez empleos que existen ahora, en siete años, sólo tres van a continuar y siete todavía ni existen. Sabemos que necesitamos tres universitarios de ciencias por cada uno de letras; y es la inversa.
Hay sectores como el naval o la metalurgia que no cubren empleos cualificados porque no hay trabajadores. Hay que incidir en la educación.
¿Nos preparamos entonces para una generación perdida?
¡No! Eso sería un fracaso. Tenemos la generación mejor formada de la historia. No debemos renunciar a ella. Pero hay que ver cómo integramos ese talento.
El derecho a la desconexión laboral me parece una teoría.
Se habla mucho de los jóvenes, pero nos olvidamos de los mayores de 45 años.
Hay un problema en el mercado laboral. Podemos encontrarnos un paro estructural muy alto porque el nivel de preparación cada vez es más elevado. Hoy día no vale con leer y escribir.
Hay que entender el concepto de empleabilidad. Hay que ver cómo renovamos a los mayores de 45 años. Cómo podemos ayudarles a integrarse. No pueden quedar de lado.
Además, somos un Estado democrático y social; por tanto, la solidaridad debe estar encima de la mesa. Pero hay que ver de qué forma les proporcionamos unos ingresos y de qué forma se gestiona para que se integren en la sociedad.
Incide mucho en la formación, en la necesidad de apostar por el valor añadido. Sin embargo, nuestra principal industria es el turismo. Un sector que tiene un gran componente de estacionalidad y que tampoco es que requiera de enormes cualificaciones.
¡Ahí está el error! El turismo tiene que tener más cualificación. La diferencia en el valor añadido que le demos a la actividad es brutal. No podemos tratar a los turistas como un rebaño. Hay que tratarlos como a reyes.
Ahí hay una parte de empleabilidad importantísima. No vale que haya personas que no están preparadas. Incluso para ese tipo de actividades hay que estar cada vez más preparado.
¿Temporalidad? Hay sectores que son así. No se puede hacer otra cosa con eso. En España nos quejamos de todo. Cuando hay petróleo tenemos un problema; tenemos turistas y tenemos un problema. Sin embargo, tenemos un problema del que nos avisa todo el mundo y al que no le hacemos caso: la educación.
Hay que trabajar también -más allá del turismo- en tener tecnología, pero eso es educación. En el metal, por ejemplo, ya no vale un señor que no esté preparado. Ahora manejan robots. Los talleres están limpios. Es un tema esencial.
El turismo tiene parte de estacionalidad, pero la vería en positivo porque da trabajo a mucha gente que de otra manera no lo tendría. ¿Que hay que buscar un empleo más estable? Por supuesto.
¿Es usted favorable al derecho a la desconexión laboral, que va totalmente en contra de la flexibilidad que se está imponiendo?
No puede pasar que por el abuso de algunos haya un recorte tal que un país no sea competitivo. Yo estoy en contra del abuso, pero que alguien me marque la norma y que no pueda llamar a alguien cuando hay algo urgente, tampoco. Me parece una teoría. No comparto el abuso, ojo.