Diez años después de la crisis financiera que costó miles de millones de libras a los contribuyentes británicos para rescatar a bancos como Royal Bank of Scotland y Lloyds, el BoE dijo que estaba dando los toques finales a un sistema para lidiar con los bancos que incurran en problemas.
Eso aseguraría que incluso grandes bancos puedan ser manejados de modo que ya no sean "demasiado grandes como para quebrar". El vicegobernador del BoE, Jon Cunliffe, dijo que la entidad no maneja un "régimen de cero quiebras".
"No queremos un centro financiero que no tome riesgos", comentó Cunliffe a periodistas.
Los reguladores quieren asegurar que la ciudad de Londres siga siendo atractiva para grandes empresas financieras mientras Reino Unido se prepara para abandonar a la Unión Europea en marzo de 2019.
El BoE estaba preparando propuestas detalladas en la denominada deuda "de rescate" obligatoria que puede ser amortizada para reponer el capital agotado de un banco en una crisis.
El déficit neto es de 4.000 millones de libras, una cifra que los bancos esperan recaudar a través de los mercados de bonos sin dificultad.
El BoE también dejó claro que estaría dispuesto a proveer de liquidez para respaldar temporalmente a un banco que se esté cerrando, pero sólo si los propios recursos de ese banco se acaban y el acceso al financiamiento del sector privado fuera interrumpido.