Mientras el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, juega al gato y al ratón con el Gobierno a cuenta de la independencia, las inversiones salen disparadas de Cataluña.
Las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL explican que la toma de decisiones se ha paralizado, y que las inversiones en la región llegan con cuentagotas. Nadie quiere trabajar en una Comunidad en la que no se sabe cuál es la legalidad vigente, ni cuáles van a ser las reglas del juego de aquí a los próximos años.
En el mejor de los casos el dinero que se iba a invertir en Cataluña se traslada a otras regiones de España. Madrid está siendo el principal destino, explican. Un traslado que se debe a la gran confianza que hay en la economía española que, pese a esta situación, podría crecer por encima del 2%, según las últimas estimaciones realizadas por el ministro de Economía, Luis de Guindos.
Buen momento para invertir
La parálisis de las inversiones llega en un momento crucial para la economía española. Pero también en un momento en el que el interés por invertir en España era máximo. En los primeros seis meses del año han llegado a nuestro país 11.615 millones de euros, según datos del Ministerio de Economía. Supone un 33% más que un año antes.
Una cifra que también era positiva para Cataluña, que albergaba la tercera posición en capacidad inversora. Entre enero y junio llegaron a la Comunidad algo más de 1.572 millones de euros; un 20,6% más que en el primer semestre del 2016.
Existe desconfianza entre los inversores en la región, y eso que buena parte de las casas de análisis y bancos de inversión apenas dan credibilidad al proceso.
La independencia, improbable
Así lo refleja Julius Bär en un documento al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, en el que asegura que la independencia es “algo improbable” habida cuenta de las grandes dificultades que presenta. ¿Entre ellos? Los obstáculos políticos, constitucionales y, sobre todo, económicos que tendría una independencia para Cataluña.
Un panorama que tampoco contempla Barclays para quien la apertura de una hipotética independencia acarrearía numerosos problemas. Empezando por la manera de efectuar el reparto de las deudas y de los activos. Al margen del shock que supondría para el ejecutivo catalán quedar fuera del paraguas de la Unión Europea.
Barclays avisa también de nuevas manifestaciones y algunos escenarios de violencia callejera; especialmente si se aplica el artículo 155. O, en caso de que no se aplicara, si se abriese un escenario de negociación que pueda culminar con una reforma constitucional y de la financiación autonómica. Todo ello con un objetivo concreto, dice el banco: incrementar la presión sobre el Ejecutivo.
La fuga continúa
Un panorama que no ayuda a favorecer la llegada de inversiones hasta Cataluña. De hecho, el goteo de compañías que salen de la Comunidad sigue de forma imparable. La última gran compañía en abandonar ha sido Codorníu que ha decidido trasladarse hasta Logroño.
Datos del Colegio de Registradores demuestran que desde el pasado 10 de Octubre, fecha en la que Puigdemont compareció ante el Parlament, 150 empresas diarias han abandonado la región. Algo que demuestra el nerviosismo del empresariado catalán por garantizar el futuro de sus compañías.