"I ain’t joking I got to ramble, I am going to leave you, Robert Plant.
Las cifras son alarmantes. A cierre de este artículo, casi 1.200 empresas han trasladado su sede fuera de Cataluña. Los mismos que decían que no se iría nadie, luego dijeron que daba igual porque se quedaban las pymes, ahora dicen que ya volverán.
Según la Secretaría de Estado de Comercio y datos proporcionados por Antonio José Chinchetru, en el segundo trimestre de 2017 se registró en Cataluña una caída de la inversión internacional del 10,19% interanual, comparado con un crecimiento del 12,69% a nivel nacional. La Arcadia de Powerpoint se desmorona y sus cálculos secesionistas de dos más dos son veintidós muestran la palabra “error” en la celda.
El dinero no es miedoso. El dinero –los empresarios, cualquier agente económico- toma riesgo cada día en miles de lugares del mundo con dos objetivos: prosperar y aumentar rentabilidad. Para ello, una empresa o un inversor analiza su coste de capital y, dependiendo de los riesgos, acepta un nivel de riesgo en busca de una rentabilidad económica real. En muchas ocasiones no se consiguen esos resultados esperados y en otras se pierde, en algunas se gana. Eso es la inversión.
La estulticia económica de la propuesta es solo comparable a las llamadas a “controles de capitales” de la CUP
Pero la inversión no es donación. Cuando al riesgo de negocio, entorno y competencia se añade la certeza de que un grupo de políticos desorientados van a destruir las condiciones mínimas de seguridad jurídica, no hablamos de inversión, sino de pérdida garantizada.
Los irresponsables que han lanzado a la maravillosa Cataluña hacia el agujero económico contaban con algo que no existe desde hace décadas: empresas cautivas. Y las empresas no solo invierten para generar rentabilidades futuras, sino que tienen que proteger a sus clientes, empleados y proveedores.
Lo que los ciudadanos están haciendo cada día y las empresas a ritmo de casi 70 diarias es el verdadero “procés”. Protegerse de la certeza del intervencionismo más liberticida.
Lo peor para un populista intervencionista es darse cuenta de que no puede ponerle puertas al campo.
Dice el separatismo que esas empresas se van por la “violencia” del gobierno. Una broma cuando los que llaman a boicotear a sus propios bancos, parar la economía y sabotear a empresas son ellos.
Cada vez que el separatismo “garantiza” que todo va a ir bien, se acelera la fuga. Si a usted le “garantiza” que todo va a ir bien alguien que a la vez amenaza con freírle a impuestos y confiscar activos, seguro que se anima.
“No se preocupe, a usted no le va a afectar” le dicen. Y usted hace como el famoso chiste argentino: Un gato se encuentra a un perro en Buenos Aires y éste le dice que se escapa del país porque el gobierno ha anunciado que van a matar a los gatos. “Pero si tú eres perro, ¿por qué te vas?”. “Por las contradicciones”, le dice aterrado. Aquí encima no hay contradicciones, las intenciones son bien claras en los documentos de desconexión, transición y vídeos múltiples. El intervencionismo más rancio y confiscador. Se creían que les iban a dar Dinamarca y les van a dar Venezuela.
Ayer, Òmnium Cultural llamaba a “sacar depósitos en efectivo” y comprar algo para protestar contra el cambio de sede de bancos “y a la vez dinamizar la economía”. Se lo juro. Ese cambio de sede que decían que no importaba, por eso protestan. En fin. La estulticia económica de la propuesta es solo comparable a las llamadas a “controles de capitales” de la CUP o el “me voy a pegar un tiro en el pie para que se fastidie mi general” de Junqueras en Europa amenazando con parar la economía.
La inversión no es donación
Pero muestra la alucinante combinación de ignorancia y arrogancia que despliegan. Uno, pensar que sacar unos cuantos euros del cajero va a hacer daño a entidades globales que captan más del 80% de sus fondos fuera de Cataluña.
Por supuesto, esos ignorantes peligrosos no entienden que si sacas dinero de un cajero y compras en un comercio, ese dinero va a la cuenta de dichas tiendas en los mismos bancos. Unos genios. ¿O pretenden que vaya a la economía sumergida? Unos héroes. Intentar hundir las entidades financieras de manera hilarante mientras incentivan la caída de ingresos fiscales. Eso lo llaman “protesta pacífica”… Y les extraña que las empresas se larguen.
El impacto sobre la economía catalana es devastador, y eso solo con esta amenaza intervencionista –ojo- haya o no declaración de independencia.
El problema para empresas y agentes económicos no es el riesgo de lo que pasará si se independizan, sino la evidencia de lo que pasa cuando gobiernan irresponsables económicos que nunca han arriesgado un euro y no tienen nada que perder.
El verdadero “procés” es este. Cuando la situación para las empresas, autónomos y ciudadanos no es de incertidumbre, sino la evidencia de que están liderados por saboteadores, los agentes económicos son los que se independizan.
Lo peor para un populista intervencionista es darse cuenta de que no puede ponerle puertas al campo.