La tercera mayor metalúrgica nipona también decidió no repartir dividendos entre sus accionistas ante el previsible coste que tendrá el escándalo, y a pesar de que durante el primer semestre del año se embolsó un beneficio neto sensiblemente mayor al de 2016.
Entre abril y septiembre, primer semestre del año fiscal nipón, Kobe Steel tuvo una ganancia neta de 39.500 millones de yenes (298 millones de euros), casi siete veces más que en el mismo período de 2016, gracias al aumento de la demanda de materiales para automóviles.
Su beneficio operativo creció un 66 por ciento interanual hasta los 51.430 millones de yenes (389 millones de euros), mientras que su facturación por ventas avanzó un 11,3 por ciento hasta los 907.060 de yenes (6.861 millones de euros).
Estos resultados no incluyen el impacto de la "conducta impropia" revelada por la metalúrgica a comienzos de mes, y cuyo coste sobre las operaciones de la empresa "aún está siendo evaluado" por Kobe Steel, explicó la compañía en un comunicado.
Su vicepresidente, Naoto Umehara, precisó en rueda de prensa que la compañía está "negociando posibles compensaciones" con las empresas afectadas por el caso, y no pudo revelar el montante económico que éstas podrían alcanzar.
La empresa admitió el falseo de datos de inspección para sus productos de aluminio, cobre, acero y hierro, unas prácticas que se remontan a hace más de una década y que afectan al menos a 16 productos vendidos a medio millar de empresas, algunas de ellas extranjeras.
Las prácticas irregulares consistieron en la manipulación de los certificados de inspección para que pareciera que los datos técnicos cumplían los requisitos, en la falsificación etiquetados o incluso en obviar inspecciones, según la investigación interna de la empresa.