Dos años después de que el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, anunciara, en la presentación del plan estratégico 2016-2020, su intención de gestionar la empresa como si el precio del barril se mantuviera inamovible en 50 dólares por barril durante todo el quinquenio, los vientos no han dejado de soplar en favor de los intereses de la multinacional petrolera presidida por Antonio Brufau. Incluso los que, entre finales de agosto y principios de septiembre, devastaron el Golfo de México.
Y el mercado ha respaldado a pies juntillas esta estrategia. Tanto que los títulos de la petrolera andan buscando su techo histórico en bolsa -de 16,47 euros en julio de 2007- con el valor por encima ya de 16 euros, que ha llevado su capitalización hasta los 20.200 millones de euros.
La mejor de las petroleras europeas
Sube un 30% en lo que va de 2017, a años luz de los registros de sus competidores europeos que, ante la volatilidad del precio del crudo, deambulan con pérdidas generalizadas en medio de reducción de gastos, planes de reestructuración, ajustes en los dividendos y menores inversiones.
Una evolución que ha quitado la razón a aquellos analistas que, entonces, dudaron de que Repsol pudiera cumplir con los objetivos de este plan, sobre todo, cuando en los tres meses posteriores a su presentación el barril de Brent se desplomaba un 40%, de 49 a 29 dólares.
Desde entonces, todas las novedades acaecidas se han aliado con la petrolera española. Primero, le vino de perlas el acuerdo alcanzado hace un año por los países productores de la OPEP, al que finalmente también se unió Rusia, que se comprometió no a reducir sus producción, pero sí a mantenerla en los 11 millones de barriles diarios.
Precio del barril de crudo asentado en 60 dólares
Y, aunque el acuerdo tardó más de lo previsto en ser cumplido por todos los países, y provocaba algunos altibajos -por cuestiones no previstas como la llegada a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump-, lo cierto es que hoy el precio parece haberse asentado en los 60 dólares por barril.
Para Repsol, que ese precio se consolide resulta fundamental para cumplir con las previsiones de su plan estratégico. Era el nivel fijado por la multinacional petrolera para alcanzar el umbral de rentabilidad (breakeven).
Si con el crudo a 50 dólares, la petrolera confiaba en autofinanciar su plan, para llegar a obtener una caja final de 10.000 millones, a través de un flujo de caja operativo tras impuestos de unos 32.000 millones de euros –con 5.000 millones de gastos financieros, 6.200 millones de desinversiones y un nivel de inversiones de unos 23.000 millones–, ahora, con el barril a 60 dólares, las perspectivas son todavía mejores.
El empuje de 'Harvey' para redondear el trimestre
Además, hasta factores exógenos no deseables, como los derivados de las consecuencias del paso de la tormenta tropical ‘Harvey’, arrasando el Golfo de México, han jugado en favor de los intereses de Repsol.
Gracias a su rápida capacidad de suministro de refino, la petrolera española fue una de las empresas que, entre finales de agosto y principios de septiembre, ayudaba a cubrir el déficit de 4,4 millones de barriles por día que sufrió Estados Unidos por el desabastecimiento producido por el huracán, que dejaba fuera de combate al 22% de su producción de petróleo.
Subida lógica de precio
“La ley de la oferta y la demanda funcionaba en toda su extensión y, ante la necesidad de cubrir la alta demanda que se mantuvo a pesar del huracán, Repsol supo responder rápidamente, aprovechándose de la lógica subida de precios”, comentaba a EL ESPAÑOL uno de los analistas que siguen a la petrolera. Se ponía así en su valor las inversiones realizadas, a principios de la décadas, en las refinerías españolas.
Aunque el tercer trimestre ya venía apuntando buenos números en el margen de refino, tras finalizar las paradas programadas, entre enero y marzo, en las refinerías de Petronor en Muskiz (Vizcaya) y en las de La Coruña y Cartagena (Murcia), los suministros extraordinarios a Estados Unidos han terminado de apuntalar un buen trimestre.
Situación idílica: más producción y mejora del margen
Más producción y a mejor precio. Entre julio y septiembre Repsol producía 695.000 barriles al día, 20.000 más de lo que se habían producido en el primer semestre, y también un 2,2% por encima de los 680.000 barriles previstos de media para todo el año, según los datos operativos adelantados por la empresa el pasado 16 de octubre.
Respecto al margen de refino, el adelanto de la actividad operativa refería una subida de 7 dólares por barril, un 37% más que en el mismo periodo de 2016, y casi un 13% de los 6,2 euros que se registraban en el segundo trimestre de 2017.
Mejora notable de los beneficios
Sobre esta base, el consenso de los analistas contempla que este viernes Repsol presentará un beneficio neto ajustado trimestral un 80% por encima del registrado entre julio y septiembre de 2016. Y lo hará tanto en producción (upstream) como en refino y productos químicos (downstream), con ganancias de 123 y 514 millones de euros, respectivamente.
Tras reducir 77 millones de costes corporativos y otros, ese beneficio neto ajustado se quedaría en 563 millones en el tercer trimestre. Sumando los 1.126 millones registrados entre enero y junio, ese beneficio se iría hasta los cerca de 1.700 millones. Mientras que el resultado neto -con los ajustes de los costes y de las aportaciones de participadas- se situará en torno a los 1.500 millones de euros.
Revisión del plan en 2018: cambio climático y digitalización
A partir de aquí, con producción y precios sostenidos hasta final de año, Josu Jon Imaz y su equipo ya están perfilando la revisión de su plan estratégico para el primer trimestre de 2018.
Una actualización que girará en torno a dos claves, la asunción del cambio climático y la apuesta por la digitalización, para lograr mayor éxito en la exploración de recursos y que Repsol prosiga con la reducción de costes en aras de una mayor eficacia.
Dudas sobre el futuro del refino
Entre los documentos que tendrá en cuenta Repsol para establecer los nuevos objetivos estratégicos estará uno que iría contra los intereses futuros de las petroleras. Se trata del informe publicado por el think tank Carbon Tracker Initiative que llega a la conclusión de que, en los próximos tres lustros, la actividad de refino del petróleo caería un 25% por mayores regulaciones contra el cambio climático y una caída de la demanda por el avance de “tecnologías limpias”.
Los autores de este documento se apoyan en un escenario propuesto por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que presupone que los países cumplirán con los objetivos de emisiones dictados en la Cumbre de Copenhague de 2009, de limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados. A partir del cumplimiento de este supuesto, la demanda de crudo comenzará a caer en 2020 y se reducirá cerca de un 23% en los 15 años siguientes.