Tras un juicio que ha durado nueve meses, el Tribunal regional de Stuttgart sentenció a penas de casi tres años de prisión a los hijos del fundador de la cadena de droguerías, Lars y Meike Schlecker, por haber retrasado la insolvencia de la empresa y por fraude.
Con esta decisión judicial, Anton Schlecker, de 73 años, evita la cárcel pero deberá pagar una multa de 54.000 euros.
La cadena de droguerías alemana Schlecker se declaró insolvente en 2012 y cerró en 2016 sus tiendas al no encontrar inversores, dejando a 25.000 personas sin empleo.
En abril de 2016, la Fiscalía de Stuttgart (oeste) demandó a Anton Schlecker por haber llevado a la compañía a la bancarrota con premeditación, haber desviado dinero antes de la quiebra y haber dado información falsa sobre la situación del consorcio en 2009 y 2010 al presentar las cuentas consolidadas y también ante el tribunal de la insolvencia.
Anton Schlecker dijo en el proceso judicial que siempre había creído en la continuidad de su empresa.
La Fiscalía había cifrado en 16 millones de euros el daño económico causado por la familia Schlecker.
Meike y Lars Schlecker eran dueños de la empresa de logística LDG, que era filial de Schlecker, y a la que la matriz hizo elevados pagos que no estaban justificados.
Poco antes de la insolvencia de Schlecker se repartieron beneficios de varios millones de euros de LDG, aunque no había tenido ganancias.
Las tiendas de Schlecker en el extranjero no estuvieron afectadas por la declaración de insolvencia.
Schlecker tenía en el momento de la insolvencia 9.000 tiendas en Alemania y en el extranjero.
Tras la quiebra, en España y Portugal fue adquirida por DIA y las droguerías Schlecker son ahora tiendas Clarel.
Schlecker tenía tiendas en Alemania, Austria, España, Francia, Italia, República Checa, Polonia y Portugal.