Las últimas ventas de activos tóxicos realizadas por el Banco Santander y el BBVA a los fondos Blackstone y Cerberus, respectivamente, van a suponer una significativa reducción del riesgo inmobiliario en la banca española.
A lo largo de de 2018, cuando se cierren ambas operaciones tras pasar los filtros regulatorios, serán casi 43.000 millones de euros brutos los que salgan de los balances de ambos bancos.
Y no acabará aquí el desagüe del ladrillo. Ambas entidades siguen abiertas a seguir desinvirtiendo, y otras -como CaixaBank y Sabadell- han iniciado procesos para mitigar el riesgo a esta exposición.
De 190.000 a 95.000 millones en dos años
Entre estas ventas mayoristas y el ritmo habitual de operaciones minoristas, los 190.000 millones -80.000 en activos y 110.000 millones en créditos- que tenía el conjunto del sector financiero al cierre de 2016 quedarán reducidos a unos 95.000 millones al final de 2018. De esta manera, la exposición se habrá reducido un 75% desde los máximos de principios de la década.
Las prisas de los bancos por quitarse de enmedio estos activos tienen razones de peso. Con la entrada del nuevo año, los bancos europeos tendrán que adoptar una nueva norma contable -la conocida IFRS 9- que obliga a aumentar las provisiones. Ya no se harán, como hasta ahora, sobre la base de pérdida incurrida, sino que se aplicará el criterio de pérdida esperada.
Además, el Banco Central Europeo (BCE) impondrá a las entidades que todos los créditos dudosos queden cubiertos al 100%. El plazo para realizar esta cobertura será de dos años para los préstamos sin garantía, y de siete en el caso de los créditos hipotecarios.
Provisiones y rebajas de los fondos, en línea
Ante este panorama, y a la vista de que sigue intacto el interés de los grandes inversores por comprar activos con un descuento medio del 60% sobre el valor en libros, las grandes entidades financieras españolas van a seguir los pasos ya dados por Santander y BBVA.
Saben que la disminución de estos activos por la venta minorista no resulta suficiente para que el desagüe resulte relevante, y se requiere de desinversiones de grandes paquetes para que el riesgo quede mitigado de un plumazo. También ayuda el alto nivel de provisiones realizado por los bancos, ya en línea con las rebajas que imponen los fondos para comprar estos activos, evitando así asumir pérdidas adicionales a las ya reconocidas a través de las dotaciones aportadas.
La incertidumbre por Cataluña apenas afecta
Tras las desinversiones de los dos grandes bancos españoles, otras entidades se han apresurado a contratar asesores para que tanteen el interés adicional de los fondos por acaparar más activos inmobiliarios a precio barato. El movimiento viene a dar la razón a expertos, como el economista Joaquín Maudos, que la semana pasada quitaba hierro a la incertidumbre política por el desafío soberanista -“es algo puntual”, decía-, para apuntar que las ventas de estos activos se van a seguir produciendo a manos llenas.
El propio BBVA, ya sin activos adjudicados tras la operación pactada con Cerberus, tiene en marcha ahora otra operación para colocar un tercio de su cartera de crédito promotor, que totaliza ahora por un bruto de 4.800 millones. De cerrarse, dejaría su exposición al sector inmobiliario en poco más de 3.000 millones de euros.
El Sabadell quiere quitarse el lastre de la CAM
También el Banco Sabadell, con casi 17.000 millones de activos problemáticos hasta septiembre, busca deshacerse de los más de 11.500 millones de euros en activos problemáticos procedentes de la antigua Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) que todavía quedan en su balance.
Equivalen a prácticamente la mitad de la cartera que llegaba al banco presidido por José Oliu hace seis años, cuando el Banco de España, a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), le adjudicaba el rescatado banco alicantino.
En ese momento, la cartera de la CAM sumaba 24.000 millones de euros de créditos a promotores, hipotecas refinanciadas y préstamos a pymes ligadas a la construcción. Se partía con unas provisiones de 4.000 millones, quedando un riesgo restante de 20.000 millones, de los que el Sabadell asumiría pérdidas por un máximo de 4.000 millones, y el 80% restante, hasta 16.000 millones, quedarían cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos por un esquema de protección de activos, hasta diciembre de 2021.
Operaciones en marcha de Caixabank y Bankia
Por el mismo camino quiere transitar CaixaBank, que veía cómo la gestión inmobiliaria detraía, hasta septiembre, 330 millones de su negocio en España. En este caso, estaría buscando la vía para disminuir los todavía 12.000 millones de euros de activos inmobiliarios que permanecen en su balance.
Sin tantos agobios, Bankia tampoco quiere asumir más ladrillo tóxico en su balance. Por eso, en cuanto las autoridades autoricen la fusión con BMN este mes de diciembre y en enero se produzca la intervención, tratará de deshacerse de los 1.100 millones de euros de activos adjudicados netos procedentes del banco adquirido.