Reino Unido y la Unión Europea han sellado su primer gran acuerdo para avanzar en el Brexit. Un tratado en el que se acuerdan tres puntos básicos: la frontera “invisible” con Irlanda; el método de cálculo de la factura de salida (que se estima en 45.000 millones de euros) y el ‘derecho a quedarse’ de los ciudadanos europeos que vivan en territorio británico.
Unas negociaciones que han sido muy celebradas tanto por Londres como por Bruselas, pero que no convencen a los empresarios. Desde la Cámara de Comercio Británica en España reconocen que estamos ante “un paso importante”, pero en el que todavía “no se habla de cómo podremos hacer negocio”, tal y como explica a EL ESPAÑOL su presidente, Christopher Dottie.
Y razón no les falta, sobre todo porque -a partir de ahora- comienza la segunda parte de las negociaciones. Las verdaderamente complicadas, las futuras relaciones comerciales. Ahí es donde se verá realmente el ‘perfil’ de salida que quiere el gobierno de Theresa May. Entrarán en juego los distintos miembros de su Ejecutivo, y ahí podrían verse las primeras diferencias internar que pueden forzar un rumbo u otro.
Razón frente a corazón
Un inicio de negociaciones que para Dottie se van a dar “muy alejadas de la situación idónea que queremos las empresas”. Es decir, consideran en la Cámara de Comercio Británica en España que se apuesta por “una salida comercial dura, lo cual es preocupante”. Eso conllevaría quedar fuera por completo del mercado único, que no habrá un acuerdo aduanero ni flujos de talento.
Reino Unido quiere dos años para llevar a cabo el Brexit y, de paso, acabar las negociaciones. Sin embargo, Dottie considera que ese plazo es “elevado”, ya que ese tiempo es el que las empresas “necesitan para planificar sus inversiones”. De ahí que reclame conocer “cuanto antes” cuáles serán las futuras condiciones de las relaciones entre ambos países.
Los empresarios consideran que se está apostando por la política y los votos. Una parte “emocional” que puede tener un gran impacto en la riqueza y el empleo del Reino Unido. “Si esto es lo que quiere la sociedad británica, lo respetamos, es válido”, sentencia, para recordar que eso “tendrá un coste” en las relaciones comerciales con la Unión Europea en el futuro.
Dottie insiste en que “el derecho a decidir” es algo que está ahí y debe respetarse, pero cree que la clase política debe hacer también sus deberes y ‘tirar’ de responsabilidad. Sin embargo, la visión que tiene este empresario británico afincado en España es que May decida “si es una decisión política y emocional o si es algo racional y económico”.
El liderazgo de España
Una decisión en la que la Unión Europea puede ayudar mucho. Especialmente porque hablamos de una economía, la británica, que crece a un ritmo del 1,5%; que es una de las diez economías más importantes del mundo y que tiene una gran capacidad adquisitiva -pero también de inversión-.
De ahí que los empresarios confíen en que desde los Estados europeos se apueste por “buscar el mínimo impacto, y no por el castigo” al Reino Unido. Algo que podría ocurrir ya que algunos países miembros apuestan por esa opción y evitar así un contagio de cara a futuro en otros Estados.
Una decisión en la que el presidente de la Cámara de Comercio Británica en nuestro país reclama que España juegue un papel “de liderazgo”. “Debería querer, igual que Europa, un acuerdo para comerciar e invertir”.
Planes de contingencia
No hay que olvidar que en territorio español hay 300.000 residentes británicos, tenemos 18 millones de turistas británicos cada año, y que el Reino Unido es el primer país europeo en inversión extranjera directa en España y el segundo a nivel mundial, recuerda.
Reconoce también que el 70% de las empresas británicas afincadas en España ya están pensando en invertir más en los próximos años. Lo llamativo es que, en el 30% de los caos lo hacen para ir diversificando el riesgo de permanecer en el seno de la Unión Europea. “Se trata de tener un pie plantado en la Unión Europea”.
Dottie asume también que la preocupación empresarial se deja notar también en la elaboración de planes de contingencia. “La mitad de las compañías ya cuentan con uno de ellos”, relata al otro lado del teléfono, con una mezcla de preocupación y resignación, aunque “de momento no hay evidencias de que las empresas hayan perdido la confianza en invertir en el Reino Unido”, aclara.