El Caso de las Ingenierías en Problemas
La detective de empresas de EL ESPAÑOL analiza el problema de un ingeniero al que se le acaba la buena imagen en el exterior.
No puedo más. Estoy exhausta. Sigo en plena orgía de eventos prenavideños y no doy abasto. ¡Menos mal que esta semana ha habido puente! Bueno, para mí no. Es lo que tiene ser autónoma. Pero aunque he tenido poco trabajo, los ‘saraos’ me han permitido encontrarme con algún viejo cliente que volverá a visitarme en las próximas semanas. Tiempo al tiempo. Cataluña bien lo merece, y el 21D tendremos la respuesta.
Tan centrados estamos todos en Cataluña, que a veces se me olvida que hay mucho mundo a mi alrededor. Me sacó de mi burbuja un viejo conocido en una fiestecita de empresarios. Una de esas de mucho postín donde todo el mundo está feliz y se saluda como si muchos de ellos no aspirasen a tener lo que tiene el de al lado.
Allí estábamos los dos hablando tranquilamente cuando de repente me suelta: “Estoy muy preocupado por la marcha del negocio”. Así, de sopetón. No daba crédito a sus palabras. Sobre todo cuando yo le ayudé hace no mucho a que el 70% de su facturación dependiera directamente del mercado internacional. “¿Qué ocurre?”, logré preguntarle.
Se ralentiza el exterior
“Muy sencillo. Como buena ingeniería que somos vivimos de los proyectos del exterior. Sin embargo, el negocio corre peligro”, me explica mientras pongo cara de no entender nada. ¡Si siempre hay obras fuera! “Es cierto que las obras internacionales -gracias al buen hacer de las constructoras españolas- nos han servido para capear la crisis, y que siguen saliendo concursos sin parar, pero para no matar a la gallina de los huevos de oro necesitamos reavivar la obra pública en España”.
Al parecer, según me contó, el hecho de que las grandes infraestructuras en nuestro país estén paradas juega en su contra por la imagen que se transmite al exterior. “Cuando salimos nos piden que les digamos en qué grandes infraestructuras hemos participado en España en los últimos años. Claro, poco tenemos que mostrar porque no se ha hecho nada”.
Desde luego es un problema. Porque ni siquiera ahora que la economía va mejor parece que las obras vayan a ser una prioridad. La esperanza está ahora en el plan de carreteras por importe de 5.000 millones que debería empezar a licitarse ahora, aunque parece que se va a retrasar algo más de lo previsto.
Los PGE
Un proyecto en el que se quieren construir cerca de 20 corredores de grandes vías estatales. “Es poco, pero algo es algo. Tanto desde el punto de vista económico como desde el de poder explicar que ya estamos trabajando en España. Esto es fundamental”.
Poco puedo decirle. Sobre todo cuando tengo claro que la parálisis institucional y política con las elecciones de Cataluña aboca a una prórroga de los Presupuestos de cara al año que viene. Y, lo que es peor, no parece que haya visos de que se vayan a aprobar unas nuevas cuentas en el corto plazo.
Esperanzado, pero abatido, mi cliente coge su cerveza y su canapé para irse a otro corrillo. No sin antes recordarme que “si esto es así en las ingenierías, imagínate lo que puede suponer para las grandes constructoras”.
Me parece que en los próximos meses voy a tener mucho trabajo por delante. Como las constructoras empiecen a flojear fuera de nuestras fronteras van a tener muchos apuros. Así que no descarto que muy pronto venga más de un constructor a pedirme informes de su competencia para intentar hacer algún tipo de operación corporativa que complemente su negocio.