El año que termina ha sido un año que ha sorprendido al alza en todos los sentidos. Recordemos lo que ha pasado para poner en contexto lo positivos que son los datos. Hemos tenido una crisis financiera en el caso del Popular, unos atroces y viles atentados en Cataluña y, también en Cataluña, una crisis constitucional inimaginable. Si yo les hubiera dicho a finales de 2016 que todo eso iba a ocurrir, nadie se imaginaría que la economía crecería como lo ha hecho.
España ha vuelto a sorprender al alza. En 2016 las previsiones de crecimiento para 2017 se situaban, entre los más optimistas, en un 2,5%. Y, a pesar de esos riesgos mencionados, España cerrará el año creciendo cerca de un 3,1%, creando 637.000 empleos nuevos.
Recordemos que en 2016 nos decían los analistas que los años de creación de empleo de más de 500.000 afiliados no volverían. Ahora, Manpower estima que España creará otros 2,5 millones de puestos de trabajo en la próxima década. No solo eso, sino que los salarios empiezan a crecer, una buena noticia que refrenda la recuperación.
Superávit primario
La economía española también se refuerza y cerrará el 2017 con superávit primario, crecimiento de las exportaciones muy por encima de nuestros principales socios comerciales y la demanda interna recuperándose de manera solida.
Los datos de déficit han sido muy positivos también. España ha reducido su déficit desde el insostenible 10% del PIB a un 3%, y cumple con sus compromisos. No es "solo" por los bajos tipos y la liquidez del BCE, la reducción del déficit se explica en más de un 80% por mejoras de ingresos y gastos moderados. Y eso ha ocurrido cuando el gasto público vuelve a superar niveles pre-crisis.
No nos podemos "relajar" cuando el déficit es de casi el 3% del PIB
Son datos que nos llevan a ser positivos sobre la fortaleza de la economía, cuando todo ello ha ocurrido en un entorno que no ha sido fácil en el campo político. Pero son datos que nos deben llevar a ser cautelosos y a continuar mejorando. No nos podemos "relajar" cuando el déficit es de casi el 3% del PIB, la deuda estimada a finales de 2017 del 98,4%, el paro continúa siendo elevado y debemos seguir avanzando en competitividad y crecimiento.
Las previsiones para 2018 son positivas, pero vuelven a estar afectadas por el riesgo político, lo cual no es malo porque, si se normaliza la situación, podremos volver a sorprender al alza. Sin embargo es muy triste que, de nuevo, los políticos creen irresponsablemente problemas artificiales como la declaración unilateral de independencia y se presenten como si no tuvieran la culpa de nada y, pero aún, como la solución.
Mejorar la productividad
Los riesgos para 2018 siguen siendo importantes. Hay que conseguir mejorar en productividad, la gran asignatura pendiente de todas las economías avanzadas en estos años, tenemos que seguir mejorando el sector exterior y continuar siendo competitivos vía valor añadido, no solo vía costes. Tampoco podemos seguir creando problemas artificiales desde los partidos políticos y quedarse todos tan tranquilos cuando sueltan barbaridades que hunden la credibilidad y la confianza.
Eso no se consigue mágicamente ni por decisión de unos políticos, sino dejando de poner trabas a los creadores de empleo e inversores con fiscalidad confiscatoria y enormes costes burocráticos. España tiene que avanzar y ser uno de los primeros países en facilidad para crear negocios, no poniéndolo en un programa, sino atacando la burocracia y la fiscalidad depredadora.
Los tipos no van a estar eternamente bajos y las condiciones externas pueden cambiar.
2018 es un año crucial, porque se acerca el invierno. Como explico en 'La Gran Trampa' (Deusto), los tipos no van a estar eternamente bajos y las condiciones externas pueden cambiar. Hemos demostrado que podemos aumentar exportaciones a nivel récord con nuestros principales socios comerciales, como Francia o Brasil, en estancamiento o recesión.
En 2018 debemos avanzar hasta cercenar el déficit y empezar a reducir la deuda en términos absolutos, no solo sobre PIB, como ya está ocurriendo. Debemos evitar las tentaciones de los políticos de caer en los errores del pasado, con las cuatro palabras más peligrosas de la economía "incentivar la demanda interna".
Una conquista sostenible
En 2018 podemos crecer sin problema entre un 2,5% y un 3%, si los falsos dramas políticos se abandonan, y crear más de 500.000 puestos de trabajo, avanzando en salarios mientras se recupera un sector privado que sigue siendo muy débil. Empresas muy pequeñas y además, casi la mitad siguen en pérdidas.
Lo que nos dice el periodo 2012-2017 es que España puede y debe seguir sorprendiendo al alza, que debe convertirse en un centro global de atracción de empresas y así conseguiremos que el estado de bienestar no sea una bomba de relojería, sino una conquista sostenible. 2018 se presenta con perspectivas positivas, porque la economía se ha fortalecido sin acudir a enormes desequilibrios.
La mejor política social es una economía que crece y crea empleo, no una que usa a las empresas y ciudadanos como cajeros
Debemos afrontarlo reconociendo nuestros éxitos, y permitiendo que la economía, a través del sector privado, fortalezca el cambio de patrón de crecimiento ya iniciado y siga mejorando. Porque la mejor política social es una economía que crece y crea empleo, no una que usa a las empresas y ciudadanos como cajeros para pagar los excesos políticos.
Los riesgos los conocemos todos. Gastar, endeudarnos ("relajar el déficit"), pensar que ya ha pasado todo y que es momento de volver a inflar burbujas que no deberíamos haber olvidado, y caer en nuestra manía favorita. La solidaridad con el dinero de los demás. El futuro se presenta positivo. Está en nuestras manos, no en las del BCE ni la UE, cumplir y sobrepasar las expectativas.