Una cosecha de "oro líquido" que sólo alcanza un par miles de botellas de un cuarto de litro al año y que no se comercializa al público.
El responsable de plantar los olivos en la Ciudad Financiera fue Emilio Botín, quien en 2002 comenzó a buscar ejemplares de gran calidad para trasladarlos al paraje del Banco Santander en el noroeste de Madrid.
Este emplazamiento se concibió para agrupar los servicios centrales de Grupo Santander, que se encontraban en aquel momento distribuidos en veinticinco edificios de Madrid capital y alrededores.
Con este objetivo, se desarrolló un proyecto que, junto a la racionalización y mejora de la eficiencia, buscaba crear un entorno de trabajo que favoreciera la conciliación de la vida personal y laboral de los empleados y fomentara la creatividad, la comunicación y el trabajo en equipo.
"Y todo ello debía desarrollarse en un espacio rodeado de naturaleza y zonas verdes", señala a Efe el director de paisajismo de la Ciudad Financiera, Manuel Sánchez.
La selección de todos los ejemplares de olivo fue realizada directamente por expertos, quienes, acompañados por viveristas profesionales, fueron identificando y seleccionando cada uno de los ejemplares en las zonas donde se encontraban los árboles.
La mayor parte proceden de diversas partes de la península ibérica, Italia y el norte de África y para los que se mantienen estrictos protocolos periódicos de control y seguimiento de desarrollo vegetativo y posibles problemas fitosanitarios.
Si surge algún problema, se actúa sobre los árboles, corrigiendo cualquier tipo de anomalía que afecte, o potencialmente pueda afectar, al estado de cada ejemplar.
El caso más especial de la colección es un ejemplar de olivo de más de 1.200 años y cinco metros de perímetro, procedente de la Sierra del Maestrazgo en Castellón y que fue apodado como Santander por el propio Emilio Botín.
Sánchez explica que los procesos que se realizan para la obtención del "aceite singular de los olivos" es el "factor más importante de la excelencia en la calidad" del producto que se obtiene.
"Los análisis realizados en laboratorios oficiales ofrecen unos parámetros de excelencia difícilmente obtenibles, si no se realizan las actividades adecuadas en cada momento fenológico del árbol, llegando incluso al cuidadoso proceso de recolección manual del fruto", apunta.
Asimismo, detalla que el aceite obtenido de estos olivos no se comercializa, ya que únicamente se utiliza como obsequio en actividades institucionales, actos con accionistas y clientes.
No obstante, la continua evolución de los olivos hace que "año a año" estos ejemplares den una "mayor capacidad productiva".
"La cosecha de 2017 ha sido excepcional, tanto por cantidad como por calidad, habiéndose obtenido más de 500 litros de tan especial aceite", asegura el director de paisajismo de la Ciudad Financiera.
Esta "producción única y limitada" se traduce en más de 2.000 botellas de un cuarto de litro de este "aceite milenario".
Preguntado por el emblema del olivo como símbolo de la Ciudad Financiera, Sánchez recuerda que la "oportunidad de incorporar algunos ejemplares singulares hizo que la visión de importancia del olivo en los espacios ajardinados de la Ciudad cobrará aún más sentido".
En este sentido, apunta que el olivo no se veía sólo "cómo un árbol de cultura absolutamente mediterránea", sino que representaba" aún más su presencia como símbolos de fortaleza y longevidad".
"Virtudes que coinciden plenamente con valores tradicionales del Banco Santander", concluye Sánchez.