El cambio climático es una de las principales amenazas globales a las que nos enfrentamos. Según el último informe global de riesgo del Foro Económico Mundial el clima extremo, la pérdida de la biodiversidad y los desastres naturales son percibidos como los mayores riesgos para 2018.
Ante este panorama, los diferentes agentes de los mercados financieros necesitan información homogénea y rigurosa que oriente su toma de decisiones. Los grandes gestores de fondos, entre otros Blackrock y Vanguard, están asumiendo un papel muy activo, posicionando el cambio climático como una prioridad en sus estrategias de diálogo. Igualmente, las compañías están percibiendo que en las juntas de accionistas se está evidenciando un apoyo mayoritario a propuestas relacionadas con la transparencia en la gestión de estos riesgos. En la temporada de juntas que comienza, se espera que este asunto cobre aún más relevancia. Según la firma de servicios de asesoramiento de voto ISS, en Estados Unidos se han presentado ya 66 propuestas relacionadas con el cambio climático.
Recientemente, algunas organizaciones han comenzado a publicar informes sobre su exposición a riesgos climáticos a raíz de los requerimientos de sus accionistas. Un ejemplo claro lo encontramos en el caso de ExxonMobil, el mayor grupo petrolero y gasista del mundo. En su junta de accionistas del pasado año, el Fondo de pensiones del Estado de Nueva York requirió a Exxon la publicación anual de información sobre el impacto del cambio climático en el negocio. Esta propuesta fue apoyada por el 62% de los accionistas, lo cual ha llevado al gigante energético a comprometerse a informar sobre cómo los cambios políticos y tecnológicos derivados del cambio climático impactan en las operaciones de la compañía.
El sector energético está en el punto de mira, pero no es el único. En julio del pasado año, el grupo de trabajo creado bajo el paraguas del FSB denominado Task Force on Climate related Financial Disclosures (TCFD) publicó sus recomendaciones para el reporte de riesgos financieros derivados del cambio climático. Las recomendaciones pueden ser utilizadas para todo tipo de compañías aunque se incluyen suplementos para determinados sectores de especial relevancia. Esta guía, a pesar de su carácter voluntario, ha supuesto un impulso para que algunas organizaciones empiecen a trabajar en la inclusión de esta información en sus informes, de modo que las entidades financieras estén mejor informadas para medir y gestionar los riesgos de sus carteras.
Europa no se queda atrás en la ruta hacia una economía baja en carbono. La reciente publicación del informe final del Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea, marca un antes y un después en la construcción de un sistema financiero que respalde el crecimiento sostenible. Este informe establece recomendaciones estratégicas para movilizar los recursos financieros en la buena dirección y será la base para la definición del Plan de Acción Integral de la Comisión sobre finanzas sostenibles que se debatirá en una conferencia de alto nivel el 22 de marzo de 2018 en Bruselas. El informe no se olvida del papel de los reguladores a nivel europeo y propone que la sostenibilidad forme parte de los mandatos de las Autoridades Europeas de Supervisión financiera.
El papel de la banca europea
Si a esto le añadimos que, según la Junta Europea de Riesgo Sistémico (ESRB, por sus siglas en inglés), las entidades bancarias deberán incorporar la exposición a riesgos climáticos en sus test de estrés en 2020, todo apunta a que los bancos van a tener que poner el foco en esta cuestión, no sólo en la identificación de riesgos climáticos sino en su cuantificación e incorporación de éstos a sus balances.
Según el último estudio de KPMG sobre reporting de responsabilidad corporativa, que tiene en cuenta las 100 mayores compañías españolas por nivel de ingresos, sólo un 29% reconoce en sus informes anuales los riesgos financieros ligados al cambio climático. De la minoría que sí considera el riesgo climático, muy pocos intentan cuantificar o modelizar el valor en juego para el negocio. En este mismo informe, se demuestra que únicamente el 24% de las mayores entidades financieras del mundo reconocen este riesgo en sus informes.
En este contexto, los bancos españoles deben considerar alinear sus estrategias y sistemas de reporte a estas nuevas reglas para no quedarse fuera de juego. Anticiparse supondrá, sin duda, una ventaja competitiva en un escenario en el que la cuantificación de riesgos y oportunidades derivados del cambio climático será una exigencia.
Lara Altable es Asociada en Consultoría de Riesgos-sostenibilidad de KPMG en España.