"La verdadera prueba será la puesta en operación. Hoy no podemos decir que hemos tenido éxito", afirma el máximo responsable saudí del transporte en un encuentro esta semana con un grupo de periodistas españoles.
Al Rumaih deja claro que, tanto las autoridades saudíes como los miembros del consorcio español que obtuvo el contrato, están "muy ilusionados" con la próxima entrada en explotación del tren.
Esta línea ferroviaria, con capacidad para transportar a 60 millones de pasajeros al año, es la primera de alta velocidad en todo Oriente Medio.
Unirá el aeropuerto de Yeda, en la costa del Mar Rojo, adonde llegan los peregrinos musulmanes, con las ciudades sagradas de La Meca, al sur, y Medina, al norte.
La construcción de la línea "Haramain" comenzó en 2009 y ahora se encuentra ya en la fase definitiva de prueba.
La obra civil, en lo que respecta a las estaciones, la han realizado contratistas saudíes, pero del sistema ferroviario y de los trenes se ha encargado un consorcio español (junto con dos compañías saudíes) que operará la línea durante 12 años.
"El proyecto es importante no sólo para los ciudadanos saudíes, sino para el mundo islámico en su totalidad. Millones y millones de musulmanes viajan a La Meca cada año como peregrinos", recuerda Al Rumaih.
El responsable saudí subraya la importancia de este período de test: "Queremos estar seguros de que estamos al cien por cien listos antes de comenzar la explotación comercial".
"Hay que asegurarse de que los sistemas que funcionan en España también lo van a hacer en Arabia Saudí; es un desafío para las compañías españolas, porque están en un escenario diferente, de ahí la importancia de dar tiempo suficiente a los ensayos", añade.
El problema de la arena, por ejemplo, obliga a un mantenimiento constante no sólo de las máquinas sino también de las vías.
Cuenta que durante una visita a España tomó el AVE de Madrid a Málaga y, en un momento dado, el tren se detuvo. "Allí eso no supuso ningún problema, pero si el tren se para en mitad del desierto, a temperaturas de más de 50 grados centígrados..., no nos lo podemos permitir".
Para España también es muy importante el éxito de esta empresa, añade Al Rumaih, ya que el país "ha invertido mucho en la alta velocidad y quiere demostrar que tiene la tecnología y es capaz de exportarla".
Preguntado si el balance de la colaboración con el consorcio español ha sido bueno, Al Rumaih reflexiona un momento y sonríe. "Tuvimos buenos y malos días", responde.
"Para ser honesto -continúa-, no puedo responder a la cuestión ahora. Vuelva el año próximo, o dentro de dos o tres años, porque el verdadero desafío no es la construcción, sino la puesta en actividad".
Insinúa que una dificultad ha consistido en que hubiera doce compañías dentro del consorcio ganador.
"La toma de decisiones es difícil, tienen que ponerse de acuerdo entre todos, es un reto para ellos; además, hay empresas públicas y privadas, lo que representa otro desafío".
"Tal vez tenga que revisarse la estructura durante la puesta en operación", concluye Al Rumaih.