Royal Bank of Scotland (RBS) obtuvo en 2017 un beneficio neto atribuido de 752 millones de libras esterlinas (852 millones de euros), lo que representa el primer resultado positivo de la entidad controlada en un 72,6% por el Gobierno británico desde 2007 y contrasta con las pérdidas de 6.955 millones de libras (7.883 millones de euros) en el ejercicio anterior.
La cifra de negocio del banco escocés, que tuvo que ser nacionalizado durante la crisis financiera, alcanzó un total de 13.133 millones de libras (14.889 millones de euros), un 4,3% más que un año antes, con un incremento del 3,2% de los ingresos por intereses netos, hasta 8.987 millones de libras (10.189 millones de euros).
En el cuarto trimestre, RBS registró pérdidas de 579 millones de libras (656 millones de euros), reduciendo así en un 86,9% los 'números rojos' de 4.441 millones de libras (5.033 millones de euros) del mismo periodo de 2016, mientras su cifra de negocio disminuyó un 4,9%, hasta 3.057 millones de libras (3.465 millones de euros).
Acelerar la transformación
De cara al futuro, la entidad pretende "acelerar" su transformación, que requiere de mayores inversiones y gastos en innovación, además de asumir costes de reestructuración adicionales, que entre 2018 y 2019 ascenderán a unos 2.500 millones de libras (2.835 millones de euros).
"A medida que se reduce el número de problemas heredados y mejora la evolución de nuestro negocio el caso de inversión del banco es más claro y cada vez está más cerca la perspectiva de recompensar a nuestros accionistas", declaró Ross McEwan, consejero delegado de RBS.
En este sentido, el primer ejecutivo del banco escocés señaló que la entidad aún tiene pendiente de resolver una causa abierta con el Departamento de Justicia de EEUU, aunque subrayó que la resolución de este problema no es algo bajo control del banco.