El Mobile World Congress de Barcelona había ligado su destino a la ciudad Condal hasta el año 2023, pero está escuchando los cantos de sirena de Dubái, que promete grandes inversiones y trabaja duro en convertirse en una ciudad inteligente, para trasladarse al emirato.
El presidente de Telefónica España, José María Álvarez-Pallete, habló durante la inauguración de la feria de la necesidad de mantener la feria en una ciudad inteligente, llena de arte y con infraestructuras de primer nivel como Barcelona. El CEO de Vodafone España, Antonio Coimbra, hizo también un llamamiento público similar.
El problema es que Dubái promete dinero y un tipo de estabilidad que es difícil garantizar para ninguna democracia viva, como la española, en la que la libertad de expresión hace que cualquier descontento ciudadano termine utilizando la trascendencia global del evento para llamar la atención sobre sus problemas. El ruido de las cacerolas es el sonido de la libertad. Fuentes cercanas a la organización consultadas por EL ESPAÑOL confirmaron que el emirato está haciendo esfuerzos muy activos para conseguir la deslocalización.
En Barcelona o no estará en España
Algún optimista y muy veterano periodista español ha llegado a decir en Twitter cosas como que la organización de la feria se la llevaría a otra ciudad española por deferencia al Rey. Todas las fuentes consultadas durante las últimas horas se han reído de esta idea. Algunas, literalmente. El Mobile será en Barcelona o se irá. No parece posible una tercera opción.
Factores como la no asistencia a un besamanos y otras cuestiones de política nacional son despreciables para la patronal mundial del móvil, la GSMA. Lo que sí es clave es la estabilidad y garantizar que el millón de reuniones que se celebrarán estos días se produzcan. Los desplantes de Colau al Rey pesan mucho menos que las preguntas de los asistentes sobre por qué tienen que soportar caceroladas tras una larga jornada de trabajo en un hotel que cobra más de 300 euros por habitación.
Aunque la organización ha blindado la feria, no ha podido evitar las caceroladas espontáneas a deshoras o que las organizaciones radicales esperasen en los aeropuertos a los delegados con carteles denunciando la supuesta falta de democracia en España. Otra imagen desagradable que fomenta las opciones de Dubái.
Empresas españolas que han contratado pabellones confirmaron a este periódico que se han producido bajas de última hora y situaciones extrañas. Telefónica, por ejemplo, ha conseguido un enorme anfiteatro junto a su stand tras caerse un expositor en el último momento. Vodafone, que nunca estaba en el Hall 3, el más importante de la feria, este año sí ha entrado. “El número de asistentes va a ser clave para tomar la decisión final”, explican fuentes próximas a la organización.
Barcelona vs Dubái
En todo caso, Barcelona sigue teniendo ventajas importantes. Según un informe reciente de PwC, la ciudad condal es el mayor éxito en tecnologías inteligentes, en una encuesta entre las que participan algunas de las mayores ciudades del mundo. En concreto, es un líder destacado en proyectos de digitalización de industrias culturales y turísticas.
Pero Dubái está trabajando para ser un referente en el mundo de las smart cities, es una de las ciudades que más ha apostado por el blockchain y espera, agazapada, a que Barcelona cometa un error. O, más bien, que acumule demasiados.