Con más de 150 años de historia, Duro Felguera atraviesa por uno de los momentos más complicados de su larga trayectoria. La compañía, con sede en Gijón, que sufrió la dura reconversión industrial de la década de los 80, tiene en el aire su viabilidad, debido a una conjunción de factores.
Los inversores esperan las cuentas de 2017 como ¿agua de mayo¿ para poder así marcar posiciones de cara a futuro en la Bolsa. Precisamente, en lo que va de año la ingeniería se ha revalorizado un 18,18%, motivada especialmente por la posibilidad de la entrada de nuevos fondos a la compañía, vía aportaciones de la banca acreedora y captados en una ampliación de capital.
De esa forma, la compañía que ha ido retrasando la presentación de unos resultados que no se auguran buenos (a septiembre las pérdidas ascendían a 11,5 millones), podría compensar con estas ¿buenas noticias¿ al accionista tan castigado en los últimos años. La acción de Duro Felguera ha caído en picado en los últimos cuatro años. En 2017, bajó un 70,5%; un 15,15% en 2016; un 60,6% en 2015 y un 31,6% en 2014.
En el momento actual, Duro Felguera negocia un proceso de refinanciación con los bancos acreedores, que supondría la reconversión de deuda en instrumentos asimilables a capital, más la entrada de nuevos fondos. Dicha operación está sujeta a una ampliación de capital. Es decir, la banca asumiría una quita de aproximadamente un 73% de la deuda, que asciende a 320 millones, para dejar en 85 millones la deuda sostenible. Entre los compromisos de las entidades financieras está también la inyección de 25 millones mediante deuda subordinada convertible en capital máximo del 6%.
La banca, vistos los resultados que ha tenido en Isolux o Abengoa, no quiere tener una participación alta en el capital, ni tampoco estar representada en el consejo de administración. Pero sí tiene muy claro, según fuentes cercanas a las negociaciones, que quiere allanar el camino a esta compañía.
La nueva hoja de ruta para continuar con la viabilidad de esta compañía se está negociando en la actualidad. Quizá ese sea el motivo por el que la CNMV la ha suspendido de cotización hoy. Bancos y compañía tienen que ajustar las cifras, decidir los avales y acordar el reparto.
Por otro lado, Duro Felguera tiene unas necesidades de capital de 125 millones. Si tuviera asegurados los 25 con esa inyección de la banca, sus necesidades se reducirían a 100 millones que espera captar en una ampliación de capital.
Parece que este extremo no gusta a las familias históricas (Arrojo y Arias) de la compañía, y a la sazón mayores accionistas del grupo. Estos han planteado en más de una ocasión llevar a la compañía a concurso voluntario de acreedores, y por tanto se oponen claramente a la ampliación ya que perderán casi toda su participación. La familia Arrojo (Inversiones Somió) controla un 24,39% de la compañía y, hasta el pasado mes de noviembre, ocupaba la presidencia; los Arias (Inversiones Río Magdalena) poseen un 10%.
El 21 de noviembre de 2017, Angel del Valle dimitía como presidente y en su lugar se nombraba a Acacio Rodríguez, consejero independiente.
El intento de ¿tumbar¿ la compañía, que han emprendido y con el que chocan frontalmente con la banca, se produce tras un largo proceso de descapitalización de la misma. Algunas fuentes cifran en 400 millones la friolera que se han llevado en cuatro años vía dividendos.
La empresa nació en febrero de 1858, de la sociedad Duro y Compañía, impulsada por Pedro Duro Benito. Inicialmente la compañía estuvo especializada en la producción siderúrgica y en la extracción de carbón, convirtiéndose a finales del siglo XIX en la principal siderurgia del país. En 1905, la sociedad inicia su cotización en la Bolsa de Madrid.
Hoy DF, con más de 2.000 empleados, es una compañía especializada en la ejecución de proyectos "llave en mano" para los sectores energético, industrial y de Oil & Gas; la prestación de servicios especializados para la industria y la fabricación de bienes de equipo.