El Santander, tras la compra del Banco Popular, ha puesto el foco en mantener el liderazgo de esta última entidad en el negocio de pymes en España y aprovechar las posibilidad que da aumentar la base de clientes con la fusión de ambas entidades.
La presidenta del grupo, Ana Botín, ha arengado a sus empleados para que la entidad no pierda ni un solo cliente y el banco ha lanzado ya la primera oferta conjunta con la que aspira a captar en un año al menos 100.000 clientes autónomos o microempresas.
Aunque jamás descarta estudiar una operación que pueda generar valor para los accionistas, en los planes del Banco Santander en España no parece encajar fácilmente una fusión con más entidades.
En el caso de BBVA, el grupo presidido por Francisco González continúa inmerso en su afán por convertirse en el banco más puntero en el mundo tecnológico y admite un interés por entidades digitales, pero ha dejado claro que no comprará más bancos tradicionales.
Según insistió en la última rueda de prensa, BBVA estudia las oportunidades que surgen, pero en este momento no le interesan los bancos físicos y está encantado de no haber pujado por el Popular y "probablemente" a día de hoy no compraría ni CatalunyaCaixa.
En la última semana, como prueba de la estrategia digital de la entidad, BBVA anunció una inversión de unos 96 millones de euros en el banco británico exclusivamente digital Atom, con la que eleva su participación al 39 %, y también en la startup alemana solarisBank.
CaixaBank, que ha jugado un papel clave en la consolidación del sector en España en los últimos años tras la compra, entre otros, de Banca Cívica y el Banco de Valencia, asimila ahora la adquisición del portugués BPI, que le ha servido para constatar las dificultades que surgen con la compra de entidades en el exterior.
De ahí que el presidente de la entidad, Jordi Gual, dijera hace unos meses que las grandes fusiones transfronterizas, por las que han mostrado gran interés las autoridades europeas, se enfrentan a enormes dificultades.
Sin embargo, a ojos de muchos analistas, el banco de origen catalán podría ser la solución para algunas entidades medianas como Ibercaja, Unicaja o Liberbank, si los bajos de tipos de interés que penalizan especialmente sus ingresos no suben en el corto plazo o si no acaba habiendo fusiones entre ellas.
En cuanto a Bankia, la estrategia de la entidad sigue siendo la de aprovechar las sinergias de su fusión con BMN y su exceso de capital para repartir entre sus accionistas más de 2.500 millones y no para llevar a cabo más operaciones corporativas.
El presidente del banco, José Ignacio Goirigolzarri, no piensa por el momento en fusiones, aunque recientemente durante un encuentro con inversores ha considerado que, de forma teórica, y dados sus ratios de solvencia, rentabilidad y solvencia, la entidad podría encajar con cualquiera de los otros grandes competidores.
Entre esas entidades y teniendo en cuenta la escasa presencia de Bankia en Cataluña, BBVA, CaixaBank o Sabadell serían las que tendrían más papeletas, según fuentes financieras, para protagonizar una fusión con el grupo participado en más del 60 % por el Estado.
Pero desde Bankia reiteran que los planes pasan por seguir siendo independientes, mientras que desde BBVA, su presidente, Francisco González, preguntado expresamente por una posible fusión con Bankia, aseguró que nadie le ha llamado para una operación de ese tipo y al grupo no le interesan bancos físicos.
Sabadell, que en los últimos años ha dado un salto exponencial de tamaño vía compras, está plenamente centrado en la integración de su filial en Reino Unido, TSB, por lo que aparentemente las operaciones corporativas quedarían en un segundo plano y su presidente, Josep Oliu, aboga ahora por el crecimiento puro del negocio.