La llegada de una oferta pública de adquisición de acciones (OPA) sobre una cotizada siempre es motivo de especulación. Especialmente, cuando se trata de una operación más o menos prevista por el mercado y, más todavía, si son varias las compañías en liza por una tercera, explican analistas. Esto último es lo que venía ocurriendo con Abertis y hace cuatro años pasó con Campofrío, donde los inversores que compraron en el máximo pico de rumores y valoración perdieron un 10,9% de su dinero.
En noviembre de 2013 entraron en liza por el control de Campofrío, hasta entonces en manos de la estadounidense Smithfield Foods, la mexicana Sigma y la china Shuanghui. Muchos inversores comenzaron a descontar una guerra abierta e incluso especularon con la irrupción de nuevos competidores, pero al final la puja fue amistosa y conjunta entre los dos contendientes por 6,90 euros por título, cota que implicaba una prima ligeramente superior al 12%. Hasta que la compañía cárnica se despidió de Bolsa en octubre de 2014, casi un año después del primer anuncio, su gráfica llegó a marcar los 7,65 euros por acción.
Los segundos oportunistas que más han perdido en la última década han sido los que hace poco más de un año apostaron por Cementos Portland. La constructora FCC, controlada ya por el magnate mexicano Carlos Slim, puso sobre la mesa 6,00 euros por acción el 29 de julio de 2016, un montante un 0,17% inferior al que en ese momento marcaba la cementera en el Mercado Continuo.
Desde ese momento, muchos inversores e incluso algunas casas de análisis se la jugaron a una mejora de precio que consiguiera una mayor aceptación entre los accionistas de Portland y, por tanto, facilitara el objetivo último de excluir de Bolsa a la filial de áridos de construcción. La revisión nunca llegó y algunos llegaron a pagar 6,31 euros por acción, a precio de cierre de sesión, antes de que llegase la jubilación en febrero de 2017. Esta cantidad es un 5,17% más de lo que Slim terminó pagando.
La historia se repite en Logista, regresada a Bolsa en 2014. La compañía de transporte fue objeto de una OPA de exclusión por parte de su matriz, Altadis, cuando esta fue adquirida por la tabaquera Imperial Tobacco. La puja presentada solo un día después de la irrupción de la firma británica ascendió a 52,5 euros por acción, lo que suponía una prima del 5%. Sin embargo, algunos llegaron a pagar 53,60 euros por título mientras seguía abierta la operación que acabó con la retirada de Bolsa de la compañía en 2018.
Muy inferiores han sido las pérdidas de los oportunistas menos precavidos de las otras tres opas que en los últimos 10 años han tocado precios superiores a las de la oferta mientras esta ha estado viva. La OPA de exclusión de Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) se formuló a 16,99 euros por acción, con un descuento del 0,7% sobre precio de mercado y ocasionó a algunos un agujero por el mismo porcentaje.
En la oferta de IPIC por Cepsa a razón de 28,00 euros por título, también con descuento sobre precio de mercado, las pérdidas se quedaron en un 0,64%. La petrolera se retiró de Bolsa en agosto de 2011, pero algunos inversores llegaron a pagar hasta 28,18 euros por sus acciones después de haberse presentado la oferta de adquisición cinco meses antes.
El último caso, por orden de pérdidas, es el de Sogecable. Cuando Prisa puso sobre la mesa también 28,00 euros por acción en diciembre de 2007, algunos se atrevieron a mejorar la apuesta, aunque muy suavemente: apenas nueve céntimos. La osadía se traduce en pérdidas del 0,32% del capital invertido en una sociedad audiovisual que se despidió del parqué en junio de 2008.
LOS INVERSORES GANARON EN VUELING
Los que resultaron ganadores en su técnica de presionar una mejora de ofertas fueron los accionistas de Vueling, la aerolínea de bajo coste radicada en Barcelona que ahora forma parte del grupo IAG, que consiguió hacerse con su control y excluirla de Bolsa en julio de 2013. Un objetivo para cuyo éxito se vio forzado a mejorar los 7,00 euros por acción que había ofrecido inicialmente hasta los 9,25 euros por título. Si bien, en este caso la fuerza principal la ejerció la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) al calificar el precio inicial como ¿no equitativo¿, lo que prácticamente desbarataba los planes de integración.
A fecha de hoy, si se mantiene la oferta de ACS y no llega un tercer comprador a la pugna por Abertis ni se procede a una mejora de los términos presentados, algunos inversores podrían perder hasta un 6,86% de su apuesta por la inexistente guerra de opas. Este es el porcentaje que dista entre los 19,63 euros por título que ha llegado a alcanzar la compañía desde que Atlantia manifestó su primer interés de compra hasta los 18,36 euros sobre la mesa.
Entre las historias fallidas hasta la fecha está la guerra que se inició en Realia. Primero se barajó que FCC procediese a la compra y exclusión de su filial inmobiliaria, después de la pugna fue entre Hispania y la firma Carso, del mexicano Carlos Slim. Al final, la última fue la única que mantuvo su oferta voluntaria a la baja y logró incrementar el peso accionarial del magnate sin forzar una OPA obligatoria que hubiera exigido una contraprestación más elevada. Sin embargo, la compañía sigue cotizando y, por tanto, los oportunistas de la cresta de cotización podrían tener todavía una oportunidad de vender sin pérdidas en el futuro.
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