Lujo: hacia una nueva definición
¿Puede permitirse la RAE el lujo de no cambiar la acepción de una palabra que mueve miles de millones de euros?
El diccionario de la RAE ofrece tres acepciones de la palabra lujo. El término procede del latín 'luxus' y, en su primera acepción, referida al exceso, la Academia habla de "demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo". En la segunda, relacionada con la cantidad, se refiere a la "abundancia de cosas no necesarias". En la tercera se asocia el término casi al concepto de clase cuando se habla de "todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo".
Esta definición se ha puesto en el objetivo desde que el Círculo Fortuny, asociación española representante de las empresas e industrias de alta gama españolas, se reunió con el director de la RAE, Darío Villanueva, la posibilidad de buscar una definición mejor. "Están en ello", dijo Carlos Falcó, marqués de Griñón y presidente del Fortuny.
Falcó dijo algo que provocó algunos chascarrillos en redes sociales cuando puso su propio ejemplo de 'lujo'. Se refirió al día en el que cocinó con su hija una tortilla de patatas con el primer aceite de su cosecha. "Esto es un lujo y hay que mantener esta definición", señaló, antes de pedir una definición de lujo que refleje "algo singular, donde participa la emoción", que "busque de alguna manera la cultura y que dé la sensación de que sea algo irrepetible".
El problema de la RAE es que no se inventa las definiciones. Todo lo contrario: sirve de notario de su uso por parte de los hablantes. Así que la duda siempre tiene que ser, ¿utilizan los hablantes una definición de lujo distinta a las ya mencionadas?
Creo que sí
Imagina una frase que puedes decir cualquier día en distintas circunstancias: "Aquí se está de lujo". ¿Qué tiene que ver eso con el exceso, con la abundancia o con tus posibilidades de conseguir algo?
Creo que el propio Falcó dilapidó su propio argumento introduciendo el "aceite de su primera cosecha". Algo que no está al alcance de todos, porque tener olivos o una almazara no es tan frecuente. Pero el marqués tenía razón al implicar la singularidad, la emoción y el concepto de experiencia. Con aceite de oliva virgen extra, aunque venga del supermercado, comer una tortilla con tus hijos en casa de unos amigos y sin gastar ni un euro puede ser, en total, justicia, "un lujo".
El diccionario de Oxford del inglés tiene tres acepciones magníficas. Define 'luxury' como "un estado de gran confort o elegancia, especialmente cuando está involucrado un gran gasto". Aquí el gasto es algo que acrecienta el lujo, no que lo supone. También como "un artículo no esencial y deseable que es caro o difícil de obtener". Por último, añade "un placer obtenido sólo en raras ocasiones".
Desde un bolso hasta un regate
Estas definiciones valen para un bolso caro, para también para aquel chocolate que te emocionó hace años o para un regate de Benzema o de Messi. Me parece adecuado que la RAE acepte opiniones sobre cómo van cambiando las palabras, y creo que en este caso es especialmente oportuno.
Además, hablamos de una industria colosal que hace, como tiene que ser, sus deberes de lobby. Según un estudio de EY, en todo el mundo el segmento más elevado del lujo cerró 2016 con una facturación anual de 269.000 millones y espera un crecimiento anual del 3,4% entre 2016 y 2020. Consecuencia de que los ricos sean cada vez más ricos.
Las empresas premium y de entrada en lujo, con unos ingresos de 101.000 millones, crecen aún más, con un ritmo anual del 6%. La industria de la perfumería y la cosmética alcanzó los 49.000 millones y la firma de servicios prevé un incremento anual del 4%. ¿El reto de estas industrias? Mantener el ritmo en los mercados emergentes, las consolidaciones en el sector y la generación de nuevo negocio en los canales digitales.
Una nueva definición para la palabra no sería un lujo. En realidad, sería algo bastante vulgar, barato, mundano y cotidiano.