Uno de los motivos que han llevado a TCKR a ocupar la cuarta posición en la lista de las mayores empresas ficticias de EL ESPAÑOL tiene que ver con el hecho de que ha conseguido dominar una tecnología que la convierte, básicamente, en el sustituto de las religiones organizadas: la vida después de la muerte.
Se han publicado estudios sobre cuánto mueven determinadas religiones. En EEUU, un estudio de la Georgetown University estimaba unos ingresos anuales de 378.000 millones de dólares en la ‘industria’ de la religión, por encima del agregado de las principales compañías tecnológicas.
Sin embargo, ¿cuánto facturaría una tecnológica que pudiera hacer lo que vimos en el episodio San Junipero de Black Mirror?
Como saben los fans de la serie, la compañía detrás de la tecnología y de San Junipero es TCKR, un grupo especializado en tecnología neuronal y en aplicaciones relacionadas con el almacenamiento físico de unidades de datos que emulan la conciencia humana. No sólo son capaces de volcar la conciencia de los individuos en servidores antes de su muerte, sino que también permiten que las conciencias humanas pasen cortos periodos en dichos entornos de realidad virtual.
La historia de TCKR no ha sido especialmente positiva. Las historias narradas por el whistleblower Rolo Haynes en el episodio Museo Negro, demuestran que, al parecer, no se puede cocinar una tortilla de felicidad ochentera sin cascar algunos huevos en las prisiones o aprovechándose de personas con pocos recursos dispuestas a participar en experimentos a cambio de cuidados gratuitos.
Haynes trabajaba en el hospital de Saint Juniper, controlado por TCKR, y asistió a algunos de los experimentos de la décima planta que llevaron a la tecnología de San Junipero y, presumiblemente, también de Blanca Navidad. El dispositivo de diagnóstico simpático del Dr. Peter Dawson lleva a la creación de la transferencia digital de las conciencias, conocidas popularmente como ‘cookies’ y comercializadas por Smartelligence, filial o competidora de TCKR.
Primero, este tipo de empresas logró transmitir conciencia a otros cerebros humanos, a objetos inanimados o a pequeños dispositivos portátiles capaz de conservar el dolor eterno de una conciencia o conseguir el perfecto asistente doméstico en menos de lo que ocupa un pincho USB. Sin embargo, la regulación de Naciones Unidas creó los “derechos para las cookies” y obligó no sólo a que fueran introducidas en dispositivos capaces de expresar toda una gama de un mínimo de cinco emociones, sino también se prohibió el borrado de la conciencia.
Como vimos en Playtest, las oportunidades del volcado digital en entornos de realidad virtual con distintos fines son un negocio boyante en distintas fases de la cronología de Black Mirror y al menos tres compañías han sido pioneras en este segmento.
Sin embargo, los eventos de San Junipero demuestran que TCKR tiene un rol preponderante en esta industria, con enormes centros de datos que acumulan infinidad de entornos virtuales con conciencias volcadas en ellos. Es muy posible, además, que su tecnología se utilice también para desarrollar simulacros de conciencia para otras actividades como la búsqueda de compatibilidad entre personas para fines románticos, obtención de oportunidades de empleo u otras situaciones. De hecho, es más que posible que la tecnología de TCKR pueda ser utilizada para poner a tu cookie a trabajar y que tu conciencia anclada al plano físico sea la que reciba los ingresos correspondientes. Una suerte de renta básica sostenida por el esfuerzo de tu conciencia digitalizada.
El lema de TCKR bien podría ser ‘La Singularidad eres tú’ o ‘convierte tu inteligencia en artificial’. Sea como sea, su peso en la economía a pesar de unos inicios desgraciados la convierten en una de las empresas más importantes del mundo de Black Mirror y una fuente constante de reflexiones sobre la ética aplicada a la tecnología.
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