Dicen que lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Y es obvio que Donald Trump tiene un odio cerval por el coloso del comercio electrónico Amazon y por su fundador, Jeff Bezos, a tenor de lo que publica cada poco tiempo en su flamígera cuenta de Twitter. ¿Pero cuáles son las razones que explican una relación tan amarga?
Desde la admiración previa
Trump no empezó con la indiferencia. Comenzó admirando a Bezos. La relación del neoyorquino con numerosos individuos e instituciones se ha ido envenenando a medida que ha ido ocupando su lugar en política. Hace unos años, Trump no tenía ningún problema a la hora de citar a Bezos en su cuenta de Twitter.
“Si nunca quieres ser criticado, por el amor de Dios, no hagas nada nuevo”, citaba Trump a Bezos en octubre de 2014. Desde ese momento, la cosa fue a peor.
A partir de 2015 se empezó a agriar la relación, cuando Trump empezó a decir cosas como que “las pérdidas de dinero del Washington Post permiten obtener a su dueño, Jeff Bezos, una deducción y la posibilidad de fastidiar al público pagando pocos impuestos en Amazon”.
El mismo millonario que tenía como objetivo llevar a cabo el mayor recorte de impuestos de la Historia, y que aprobó uno sustancioso el pasado enero -aunque no el mayor, ni mucho menos-, sí se siente muy preocupado desde hace tiempo por los que paga Jeff Bezos. Y esto sólo es así desde que sintió que el periodismo del Washington Post era una amenaza para él y sus intereses electorales y, más adelante, presidenciales.
El hombre de la calle
Uno de los motivos que permiten a Trump arremeter contra Amazon es que cumple perfectamente con su política del “hacer América grande de nuevo”, un concepto anclado en sus características gorras rojas y que tiene mucho atractivo para las clases trabajadoras de ciertos lugares de Estados Unidos, especialmente afectados por la pérdida de relevancia de ciertos sectores industriales.
Trump cree, y probablemente con razón, que calificar en público a Amazon como un monstruo que termina con empleos de tenderos de barrio en los pequeños pueblos encaja perfectamente con su narrativa. El hecho de que estas críticas vayan casi en exclusiva contra la empresa que fundó el dueño de un periódico crítico con su administración es un pequeño extra.
“Amazon está haciendo mucho daño a los comerciantes que pagan impuestos. Ciudades, pueblos y estados de EEUU están siendo perjudicados y se están perdiendo muchos trabajos”, afirmaba Trump en agosto de 2017.
¿Ha hundido Amazon la empresa nacional de Correos de EEUU?
Una de las novedades del último ataque de Trump a Amazon y Bezos es considerar a Amazon culpable de los malos números de la empresa estatal de Correos de EEUU, el United States Post Office (USPS). Pero tampoco es tan nuevo. El pasado 27 de diciembre Trump ya insistía en que las pérdidas de esta empresa podrían compensarse si Amazon pagase más por las entregas.
Este argumento se sostiene en un informe de Citigroup en el que, efectivamente, se señalaba que un incremento de los pagos de Amazon al USPS supondría un incremento de los costes de 2.600 millones de dólares. “Este timo a Correos debe cesar. Amazon debe pagar ya costes los reales (y los impuestos)”.
El problema es que el USPS y Amazon mantienen una relación que los primeros consideran rentables. En España sucede algo parecido, en realidad. Amazon está ayudando con sus paquetes a compensar por un tipo de servicio que se ha derrumbado dramáticamente en los últimos años: el correo tradicional. En las cuentas de ambas compañías postales, los paquetes tipo Amazon suponen un salvavidas, y si la única actividad que permaneciese en marcha fuese la tradicional, ambas estarían peor de lo que están.
Para colmo, en ambos casos Amazon no depende exclusivamente de los servicios estatales de correos y cuenta no sólo con empresas de reparto como UPS o Seur, sino también, últimamente, con su propio servicio para cubrir la llamada “última milla”, el tramo que va entre sus centros de logística y los consumidores. Los servicios públicos de Correos probablemente necesitan más a Amazon que lo contrario.
¿Paga Amazon pocos impuestos en EEUU?
Hace unos años las críticas de Trump sobre los impuestos estatales habrían estado más que fundadas. Pero desde abril de 2017 la compañía paga impuestos en todos los estados que los recaudan. En 2017 pagó 957 millones, frente a 177 millones en 2014, según los datos entregados a la SEC. Eso sí, no pagó impuestos federales y las normas aprobadas por Trump le permitirán mantener esa tendencia.
En Europa la guerra es otra, ya que Amazon, como casi todas las grandes tecnológicas del continente, paga el grueso del impuesto de sociedades en un país con mejores condiciones (en este caso Luxemburgo) y menos de un millón de euros queda en España, si bien el IVA sí se liquida en nuestro país.
¿Es el Washington Post un lobi?
Desde luego, es una obsesión para Trump. El pasado 30 de marzo, antes de su última racha de tuits, el Presidente de EEUU leyó un reportaje en el que se hablaba de los distintos intentos que están en marcha para abrir como un melón sus secretísimas finanzas.
El pasado 25 de julio, Trump ya arremetió contra Amazon y el Washington Post, a quien considera, básicamente, la misma cosa. “El Amazon Washington Post (sic) se inventó los hechos sobre cómo acabé con los masivos, peligrosos e inútiles pagos a los rebeldes serios en la lucha contra Assad”, afirmó entonces.
“Hay tantas historias sobre mí en el Washington Post que son ‘fake news’. Son tan malos como la CNN, con sus problemas de audiencia. ¿Son lobistas a favor de Amazon y los impuestos?”, señalaba después. “¿Está siendo utilizado el Washington Post de las ‘fake news’ como un arma de lobi contra el Congreso para evitar que los políticos estudien el monopolio sin impuestos de Amazon?”, concluía.
El 28 de junio, Trump ya había hecho declaraciones al respecto, al afirmar: "El #AmazonWashingtonPost, a veces conocido como el guardián de Amazon, que no paga impuestos de internet, es FAKE NEWS".
El presidente de EEUU fue entonces criticado por cosas como hablar de un "impuesto de internet" inexistente o por su costumbre de hablar como si fuesen del mismo grupo, en lugar de ser dos compañías distintas que comparten a su principal accionista.
Pero las cosas vienen de más lejos aún. En mayo de 2016, el entonces candidato ya hablaba de Amazon, Bezos, impuestos, lobi y el Washington Post. Una de las pocas respuestas del dueño de Amazon fue una broma en la que hablaba de enviar a Trump al espacio.
¿Y el empleo?
A pesar de que es un tema importante, como demostró el comentario que hizo Roseanne Barr en la vuelta de su serie a la televisión, en la que alabó el foco de Trump en los puestos de trabajo, está por ver que Amazon sea un coladero de puestos de trabajo. Por ejemplo, el responsable de estrategia económica del Instituto de Política Progresiva de Washington aseguraba hace unos meses al Boston Globe que el comercio electrónico crea más puestos de trabajos de los que se están perdiendo en los distribuidores tradicionales.
Según su análisis, contando con los centros logísticos, las compañías de comercio electrónico han creado más de 400.000 puestos de trabajo en la última década, mientras que los distribuidores tradicionales a pie de calle perdieron 140.000 puestos de trabajo en el mismo periodo. Además, los trabajadores en almacenes logísticos en EEUU ganan un 31% más de media, y muchos de estos puestos son de jornada completa.
En España, las grandes compañías de distribución como El Corte Inglés, Mercadona, Carrefour y demás, se han tomado el mundo del comercio electrónico como una actividad complementaria y han dedicado muchos esfuerzos y empleos a llevarla a cabo con éxito. En España, más que problemas con el presidente, Amazon los tiene con sus trabajadores.