La compañía dirigida por Zuckerberg se ha topado con varios factores que han frenado en seco su crecimiento.
Facebook no levanta cabeza. La pesadilla se está alargando más de lo que se esperaba y vive sus peores momentos desde su fundación, allá por 2004. Lejos de apaciguarse los ánimos, en menos de 24 horas, la reputación de la red social vuelve a quedar en entredicho.
Mark Zuckerberg ha admitido que la franja de los usuarios afectados por el caso del ‘Facebookgate’ ha superado los 87 millones y que los datos de los dos mil millones de usuarios que utilizan habitualmente Facebook han podido ser vulnerados. A su vez, también confirmaba que la red social había revisado los chats de los usuarios tirando por la borda toda la privacidad posible. Estos dos hechos han sido la última piedra de un muro que parece hacerse cada vez más alto e imposible de escalar.
Desde hace unos meses, cuando Facebook parecía un motor imparable, los problemas se han ido sucediendo, lo que ha provocado que se siembre un mar de dudas hacia la figura de Zuckerberg y su red social.
Cambridge Analytica: el estallido de una bomba de relojería
Una entrevista del Financial Times destapaba uno de los grandes problemas en la sociedad en la red: la utilización de datos personales privados a terceros. Un trabajador de Cambridge Analytica confirmaba que su empresa utilizó los datos de millones de usuarios para obtener información que ayudaría de manera directa a influir en las elecciones de Estados Unidos cuando Donald Trump llegó a la presidencia.
Un caballo de Troya se había colado dentro de este gigante de la tecnología. Aunque a Zuckerberg no le ha importado mucho el tráfico y uso de datos personales entre empresas. Hace unos meses explicaba que "la era de la privacidad ya había acabado", dejando claro que a él le gustaba la idea de que las compañías debían tener información de las personas.
El escándalo le ha costado muy caro y gobiernos, reguladores y usuarios han respondido de manera negativa y Zuckerberg tendrá que dar explicaciones en Reino Unido y Estados Unidos. Además, la avalancha de críticas ha propiciado que Facebook cree nuevas herramientas para salvaguardar la privacidad de las personas que estén en la red social.
Caída en picado en bolsa
Una de las consecuencias de la polémica de Cambridge Analytica es que vive sus peores días en bolsa. Facebook pierde más de 100.000 millones en el parqué tras el escándalo del Facebookgate. Desde el 16 de marzo, sus acciones se han depreciado un 14% y eso que durante las últimas tres sesiones el verde se está imponiendo en sus títulos.
La capitalización llega a los 486.000 millones de dólares y los analistas consultados marcan como verano un buen momento para acercarse a los 500.000. El peor parado en esta crisis bursátil ha sido Mark Zuckeberg, que ha perdido más de 10.000 millones de dólares por la depreciación del valor de sus acciones.
Pérdida de usuarios
Pero antes de este tsunami, Facebook comenzó, por primera vez, a sentir síntomas de agotamiento. En el último trimestre de 2017, la red social perdía usuarios en Estados Unidos y Canadá, sus dos principales nichos. Pasó de tener 185 millones de personas únicas a 182 y dichos usuarios pasaban 50 millones de horas menos al día.
El vuelco a los algoritmos en el que se premiaba a lo más visto de tu entorno y la invasión de fakes news y vídeos virales fueron la tónica general de 2017. Para virar la dirección Zuckerberg aseguraba que “se deberían revisar los contenidos informativos”. Dicho y hecho ya que, según anunció la red social, habrá un nuevo algoritmo que cuide la difusión de contenido falso.
Europa, tras la fiscalidad de Facebook
Otro de los nubarrones que se avecinan en Facebook es el de la fiscalidad. La Unión Europea está trabajando en la creación de un nuevo impuesto para los cuatro gigantes tecnológicos Google, Apple, Facebook y Amazon. Así lo confirmó el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, a Journal du Dimanche. El tributo tendría un tipo de entre el 2% y 6%.
La finalidad sería aplicarlo sobre los beneficios de estas cuatro compañías tecnológicas. Según el ministro, la creación de este tributo es para evitar o minimizar las prácticas tributarias de estas compañías, que prefieren situar su sede en un país con impuestos bajos.
En España, por ejemplo Facebook pagó 182.000 euros en el año 2016, cifras muy alejadas a la realidad que se le presupone a un gigante de la tecnología. Hace escasos meses saltó la noticia que Hacienda estaba planeando impuestos especiales, algo que negó tajantemente el propio Ministerio.
Gatillazo en los derechos deportivos
La revolución de las tecnológicas llegaron al mundo de la televisión. Mientras algunas de ellas como Amazon o Twitter ya han conseguido importantes derechos televisivos e incluso la producción de series, Facebook también quiso meterse en la pelea por emitir eventos deportivos.
Facebook comenzó fuerte con la adquisición de varios partidos para la Champions League de la siguiente temporada, pero ahí acabó su fuelle. Amazon se ha interesado por la Premier League y ha conseguido producir series propias. La compañía de Bezos también gane posiciones para conseguir LaLiga.
Twitter también se hizo con un buen puñado de derechos televisivos como el del cricket en la India, un evento deportivo que es consumido por más de 1.000 millones de personas.
Facebook soñaba con emitir el presente Mundial que se avecina de fútbol, pero finalmente las televisiones tradicionales se impusieron a las nuevas tecnologías.
Por tanto, Facebook tendrá que remar y cambiar su visión de negocio para poder subir este puerto de alta montaña de la mejor manera porque, lejos de atear llano, las curvas y las cuestas se otean en el horizonte. Veremos si Zuckerberg le da el oxígeno suficiente a la red social para conseguirlo.