El Caso del Banquero, el Teatro de Operaciones y los Efectos de la Comunicación
La detective de empresas de EL ESPAÑOL come con un cliente que tuvo algún problema con la prensa.
“¡Ni media tontería con cuestiones internas!” escucho repetir una y otra vez a Pablo Iglesias, el líder de Podemos, en televisión. Mensaje que lanza a su discípulo Errejón, que se le ha subido estos días a las barbas intentando controlar las listas en Madrid.
Y es que, por mucho que desde las organizaciones quieran tener todo controlado, no siempre los planes salen bien. ¡Y mira que se lo digo a mis clientes! Pero oye, que no terminan de enterarse de qué va la historia.
Me viene a la memoria un cliente que aprendió la lección a la fuerza hace unos meses tras un viaje a Londres. Esta semana lo recordábamos en una comida y, la verdad, el hombre estaba hasta indignado porque todo el follón que se había montado a su alrededor no era culpa suya. O eso dice él.
Esta semana me contaba cómo de una simple reunión con periodistas, terminó derivando en un artículo en el Financial Times y, a su vez, en un mensaje demoledor en la prensa nacional acerca de que su empresa estaba dispuesta a fusionarse con uno de sus principales rivales.
Según su relato él acudió a reunirse con varios periodistas en la sede del diario, y allí le preguntaron sobre la posibilidad de que “hubiera absorciones” en el sector. A lo que él dijo que “sí, que existe esa posibilidad”. Así que, como es lógico -y más tratándose de una empresa pública que debe ser privatizada- la pregunta era de cajón: “¿pueden ser ustedes absorbidos o entrar en el juego de fusiones?”
“En el mercado no se puede decir algo no va a ocurrir nunca”, me dice que respondió. Y siguió explicando -según su relato- que ahora “tras la última fusión obligada por el regulador de dos competidores, ellos son ahora la mejor opción para quien quiera hacer movimientos corporativos”.
¿Y el plan estratégico que acabáis de presentar?, le dije.
“Eso es lo que les dije. Que nosotros trabajamos para seguir en solitario, es nuestro objetivo y nuestro interés”, sentencia.
Ahí se quedó la cosa, explica, y se fue a Nueva York. Allí se enteró de que el periódico más leído en el mundo por los ejecutivos titulaba, algo así, como que su entidad “abría la puerta a operaciones corporativas”. Y no sólo eso, ponía en su boca que eran ‘el complemento perfecto’ para uno de sus rivales de color azul por la presencia que tienen de oficinas en el Mediterráneo.
No me quedaba más remedio que preguntarle: “¿lo dijiste o no lo dijiste?” Según mi cliente, no. “El Financial Times elucubró”, sostiene.
Pero es que, el susto no quedó ahí. Porque además del Financial Times, también lo publicó en España el diario Expansión que, por cierto, ahora está que trina porque mi cliente niega la mayor. En público y en privado.
Sea como sea ya no tiene vuelta atrás. Ahora ya le toca aguantar el chaparrón, porque en cada comparecencia pública la pregunta va a estar ahí.
Tras la comida nos levantamos y nos fuimos. Ahora sigo recordando aquello de “Ni media tontería con cuestiones internas”. Y es que, por mucho que creamos tener controlado el teatro de operaciones, no siempre se consigue. ¿O sí? Sólo mi cliente lo sabe.