Mike Judge, uno de los creadores de la comedia de HBO Silicon Valley, una colección de divertidos tópicos sobre el mundo de las start-ups en California y sus rarezas, no tiene ningún miedo de caer mal a nadie. ¿Su último logro? Atacar el apenas velado desprecio que existe por los conservadores en las grandes empresas tecnológicas.
En el último episodio de la serie los protagonistas, que encabezan Pied Piper, la simpática start-up que genera más simpatía entre los espectadores, intentan llegar a alianzas con una serie de desarrolladores de sitios web. Uno de ellos tiene una página gay de contactos.
Más adelante, en una conversación con otro grupo de desarrolladores, el CEO de Pied Piper, el socialmente inadaptado Richard Hendricks, termina comentando casualmente y en público, con una homofobia bastante transparente, que el fundador de la web gay es de fiar porque es un buen cristiano.
Y ahí empieza el agobio de los protagonistas y las risas del televidente. "Richard, yo te confesé en privado que soy cristiano y tú me has sacado del armario", protesta el interfecto. "Me siento aliviado de poder ser realmente yo y todo es gracias a ti", le reconoce luego. "En Silicon Valley puedes ser poliamoroso y te dirán que eres valiente, pero ¿cristiano?", es otra frase magnífica.
El episodio dibuja un escenario en el que la tolerancia de Silicon Valley topa con un problema cuando hablamos de los conservadores en general y de los cristianos, en particular. En el episodio se cambian las tornas: no hay nada de raro en tus preferencias sexuales, que son totalmente aceptadas, y en cambio tus creencias religiosas pueden convertirte en un apestado.
El caso tiene particular relevancia porque la discriminación hacia los paradigmas conservadores lleva tiempo en el foco de la industria tecnológica, especialmente desde el despido de James Damore. Judge, además, conoce especialmente bien el mundo conservador. No en vano creó la serie El Rey de la Colina y la magnífica Idiocracia.
Difícilmente la situación en la vida real es tal y como la pintan en la ficción de HBO. Es una vuelta de tuerca ingeniosa de los guionistas, que ponen el acento en algo que es propio de un nicho cultural como el que intenta retratar. Lleva pasando desde la primera temporada, cuando Judge y los suyos se reían de todos los fundadores de start-ups que hablaban de hacer del mundo "un lugar mejor".
La vida de Brian
Ese retrato de los cristianos perseguidos, como en la Antigua Roma, es especialmente divertido si tenemos en cuenta que en el mismo episodio tenemos otro momento que parece sacado de La Vida de Brian.
El CEO de Hooli, Gavin Belson, es un tipo que ha generado una cultura de la adoración y el miedo en la compañía que genera un montón de pelotas que sobreviven limitándose a intentar anticiparse a sus deseos o moldeándolos, sin pueden.
En un momento dado, Belson da una orden un poco confusa y eso hace que dos de sus subordinados creen "sectas" distintas en las que cada uno interpreta las palabras del líder mesiánico de una manera determinada. Unos siguen al oso, otros a la calabaza.
Así, en el mismo episodio en el que se habla de cómo las monoculturas terminan provocando falta de libertad, sean éstas las que sean, los creadores de la serie le meten un rejón a quienes siguen ciegamente los dictados de profetas de cualquier tipo.
Puede que Silicon Valley siga siendo relativamente predecible y puede que haya sufrido un poco con la marcha de T.J. Miller como Erlich Bachmann, pero pocas series en el panorama actual son capaces de poner tanta bosta de caballo en una catapulta y arrojarla indiscriminadamente contra la población civil sólo para echar unas risas y concienciar a quien tenga fuerzas o ganas de pensar un poco.