El Banco Sabadell adoptaba el pasado 5 de octubre una decisión que pocos imaginaban semanas antes. Abandonar su sede en Cataluña para trasladarse hasta Alicante. “Decisión técnica; que no política” en palabras de su presidente, Josep Oliu, quien reconoce que –una vez consumada- permitió recuperar la “normalidad” en el banco, que no en la región.
El escenario que se abría tras el referéndum del 1-O suponía una incertidumbre a los clientes que había que atajar. Y es lo que se hizo. Sobre todo, ante un proceso que se anticipaba “conflictivo” como al final sucedió. Y es que sobre la mesa había tres escenarios de trabajo a la hora de valorar las consecuencias económicas del procés, según reconoce el propio Oliú.
El primero de ellos un shock que pudiera desaparecer con un acuerdo fácil y que no tuviera prácticamente efectos sobre la economía. Lo más que ocurriría sería el cambio de domicilio social con un cierto aumento de costes poco relevantes. Vamos, que “hubiera causado incomodidad”, nada más.
El segundo de ellos era el más drástico. “Un proceso de independencia descontrolado” que hubiera sido catastrófico para el PIB de Cataluña, y en menor medida para España.
El empantanamiento
Se valoraba también un tercer escenario que es en el que nos encontramos. El del “empantanamiento” que tiene un “efecto limitado”. Se trata de un panorama en el que el “orden institucional” todavía no ha vuelto y en el que existe “un gradiente negativo” sobre el potencial de la economía catalana, aunque también para España. De hecho, redujo entonces el potencial de crecimiento de nuestra economía hasta el 2,5%.
A día de hoy, reconoce que “normalidad no hay” en Cataluña, aunque parezca que existe una cierta situación de normalización. Su deseo, sostiene, es el de la vuelta del “orden institucional” con un gobierno en la Generalitat y la desaparición del artículo 155. Situación que sería la deseable para dejar atrás todo lo ocurrido.
Reconoce que en estos momentos la “normalidad” en el funcionamiento de las empresas y la industria es la tónica general. Todo porque se “benefician” del impulso que tiene la demanda interna y externa en España. Algo que le hace ser “optimista” de cara al futuro.
Y aunque el riesgo “se mantiene” en tanto las cosas no cambien, confía en que no haya un empeoramiento de las condiciones en la región. Especialmente porque las consecuencias sobre la economía se van a notar “a largo plazo y serán muy difíciles de cuantificar. Son lucros cesantes”.
No volverá a Cataluña
En lo que tampoco está trabajando la entidad en este momento es en la reversión de las llamadas cuentas espejo. Cuentas de clientes abiertas en otras oficinas –fuera de Cataluña- pero que siguen dependiendo de la misma oficina en la que se trabajaba desde el primer momento. De hecho, el consejero delegado, Jaume Guardiola, reconoce que “no hay incentivos” para que se cierren.
¿Podría volver Sabadell a Cataluña? La respuesta es no. El propio Oliu explica que su adiós a la región que les vio nacer se produjo por “causas muy graves y fundamentadas” y ahora “no se me ocurren” motivos para que pueda revertirse.
Por cierto, que el traslado de sede a Alicante, que fue acopañado también del traslado de varias comisiones directivas –aunque ya estaba decidido antes- ha permitido ganar cuota de mercado. En la zona Este, que engloba a Murcia, Baleares y la Comunidad Valenciana, es donde más cuota de mercado tiene la entidad; se ha conseguido mantener en Baleares y se está creciendo de forma “dinámica” en Madrid.
Es la primera vez que el presidente de Sabadell reconoce los escenarios en que se barajaron en plena crisis por el 1-O. Lo ha hecho seis meses después y en Alicante, en el marco de la junta de accionistas que celebra la entidad este jueves. En ella se presentarán las cuentas del año pasado que dejaron un resultado de 801,5 millones de euros, lo que supone un incremento del 13% respecto al 2016.
Portazo a las fusiones
En ella estará presente el nuevo ‘Plan 2020’ que la entidad ha presentado a los inversores. El objetivo es continuar creciendo y afianzando el negocio, sin que haya fusiones ni procesos de compra de por medio. Cierra así la puerta a hipotéticas fusiones o compras, como el mercado rumorea que podría ser con Bankia.
“No nos hemos sentado ha hablar de nada de esto”, sentencia. Eso sí, asume que se sienta habitualmente con sus colegas bancarios para hablar del negocio, pero no de operaciones corporativas.
¿Está pensando en su jubilación? A sus 68 años, Oliu no parece dispuesto a dar un paso al lado. “Cuando llegue a la edad de Francisco González me lo plantearé”, bromeaba ante la pregunta para recordar que los planes de sucesión de Sabadell ya está preparados tanto para él como para el propio Guardiola.
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