Wall Street está empezando a ponerse nervioso con Tesla, como resultó evidente la semana pasada durante la conferencia telefónica con analistas financieros que siguió a la publicación de los resultados del primer trimestre del año.
Durante la llamada, varios expertos lanzaron a Musk algunas preguntas más inquisitivas de lo habitual para entender mejor los planes y previsiones del fabricante de automóviles en los próximos meses ante su incapacidad para empezar a tener beneficios y sus problemas de producción con el Model 3.
Quizás, lo que más preocupa a Wall Street es la incapacidad de Tesla, y Musk, de sacar adelante su producto más exitoso, el Model 3, el primer vehículo de producción masiva de la marca.
Musk inicialmente había prometido que Tesla produciría 5.000 unidades del Model 3 a la semana para finales de 2017 o principios de 2018.
Pero la planta de montaje de Fremont, en California, donde Tesla también produce los Model S y Model X, ha sido incapaz de acercarse a esa cifra. Tan sólo en las últimas semanas, Fremont ha podido mantener un ritmo de montaje de unos 2.000 vehículos a la semana.
Musk y Tesla han señalado que los problemas de producción se deben a "cuellos de botella" que se están solventando.
El problema para algunos analistas es que esos cuellos de botella, como la excesiva automatización de la factoría, son consecuencia directa de la filosofía de Musk y, por tanto, son cuestiones centrales en la operación de Tesla.
Incluso a un ritmo de producción de 5.000 unidades al mes, Tesla sólo será capaz de fabricar, en condiciones ideales, unas 250.000 unidades del Model 3 al año.
Y con pedidos firmes entorno a las 500.000 unidades, muchos de los compradores tendrán que esperar dos años para recibir su vehículo. Mientras, otros fabricantes de automóviles están acelerando la producción de coches eléctricos que compiten en precio y prestaciones con el Model 3.
Si Tesla supera sus problemas de producción, todavía le queda por resolver la cuestión financiera. En los tres primeros meses de 2018, Tesla duplicó sus pérdidas a 784,6 millones de dólares, un 97,5 % más que en el mismo periodo de 2017.
A pesar de ello, Musk se negó a responder a varias de la preguntas, especialmente en lo referente a las futuras necesidades de capital de la compañía.
La cuestión es si Tesla dispone de capital suficiente para seguir en funcionamiento este año o el próximo.
El problema es que en los tres primeros meses del año, Tesla consumió más de 1.000 millones de dólares de su capital, entre gastos de operación, salarios, equipamiento, instalaciones y otros capítulos.
La preocupación de los analistas, que representan a grandes bancos e inversores que tienen que recomendar a sus clientes si es interesante o no invertir en Tesla, es que a este ritmo, la compañía se puede quedar si capital en un año, lo que le obligaría a pedir más dinero prestado o emitir más acciones.
En cualquier caso, el valor de los títulos de Tesla, que el viernes cerraron a 294,09 dólares por acción, se diluiría.
A los problemas de la necesidad de mantener su liquidez se añade la cuestión del pago de la deuda ya adquirida por Tesla.
A finales de 2018 y principios de 2019 el fabricante de automóviles eléctricos de lujo tiene que devolver 1.300 millones de dólares que ha tomado prestados.
Junto con el dinero que necesita para funcionar, algunos analistas estiman que Tesla va a requerir en los próximos meses 2.000 millones de dólares para hacer frente a sus obligaciones financieras, dinero que tiene que proceder de los mercados de capitales.
El problema en este caso es que quienes tienen que convencer a las entidades de que invertir en Tesla es una buena proposición financiera son las mismas personas que Musk ridiculizó y ninguneó en la conferencia telefónica del primer trimestre del año.
Quizás por ello, un día después de que Musk ignorase las preguntas de los analistas, el empresario reconoció en Twitter que había sido una "estupidez" no contestar sus cuestiones. EFECOM
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