Estoy convencido de que estos días se ha pasado la mitad de su tiempo aceptando emails que le pedían seguir en contacto con usted. La culpa la tiene el nuevo reglamento de protección de datos europeo que ha entrado en vigor, con el que se busca entregar el poder del control de sus datos a los usuarios. ¿Se podrá conseguir? Esa es la clave, entregar parte de la responsabilidad a la persona, para que seamos capaces de decidir si queremos o no que una empresa tenga acceso a ellos o no.
El dato se ha convertido en el millonario negocio que todas las empresas desean. ‘El maná’ que ayudará a ganar en competitividad y, por tanto, a ganar dinero ya que permitirá dotarse de agilidad y, sobre todo, de conocimiento del negocio y del cliente. Temas en los que empresas como Kyocera ya están trabajando, según explica a EL ESPAÑOL su vicepresidente ejecutivo, Óscar Sánchez.
¿Por qué la importancia del dato para las empresas?
Ese es ahora mismo el centro de actividad de cualquier empresa. Todas tenemos un acceso brutal a información. Quien sepa gestionarlos y administrarlos de forma legal y dotándolos de inteligencia tendrá una ventaja muy importante. Ha habido una migración del peso competitivo hacia el dato.
Así que empresas como Kyocera buscamos ahora la manera de dotar de inteligencia a la gestión del documento. Tener aplicaciones que sugieran al usuario cómo crear o gestionar un documento. Bien sea con inteligencia artificial, con robotización… De la manera que sea.
Pero claro, estas nuevas formas de gestión de las que hablamos basadas en robots e inteligencia artificial hacen presagiar un panorama sombrío para el empleo.
Evidentemente habrá trabajos con poco valor añadido que desaparecerán. Sobre todo trabajos manuales. La masa laboral tendrá que sufrir un cambio de perfil, y también los perfiles educativos en la universidad y en los colegios.
¿La cualificación es el problema de nuestra elevada tasa de paro?
Sí, en buena medida es un problema de que las personas que están en desempleo ahora mismo tienen una baja cualificación. Si te pones a buscar experiencia en marketing digital y gestión del dato la cosa cambia. Hay una demanda cada vez mayor de nuevas ramas y no hay oferta laboral suficiente para contratar.
El sistema educativo debe ser más práctico, con una educación digital temprana. Desde la propia educación primaria. En otros entornos es más normal que los niños trabajen con ordenador desde los siete años y sea el material didáctico fundamental. El sistema debe entender cuáles son las demandas laborales del futuro y formarlos en esa dirección. Sin olvidar la formación profesional.
Creo que hace falta un compromiso político para entender que el factor diferencial de una sociedad es la educación. Haría falta un pacto educativo para avanzar en esa dirección. Las desigualdades vienen por ahí. Si hubiera ese pacto, la competitividad en España mejoraría.
El final del papel llegará, pero tadará mucho tiempo en hacerlo.
Usted es vicepresidente de Kyocera Document Solutions en Europa, y reside en Holanda, aunque pasa largas temporadas aquí. ¿Cómo se ve la recuperación económica en España desde fuera?
Todo el mundo es consciente de la situación económica de España entre 2007 y 2011. Y todo el mundo está sorprendido por cómo hemos salido. Hay una buena imagen de país. La crisis ha motivado a la gente a salir fuera, y eso ha hecho que el profesional español se conozca más que hace veinte años.
Nuestros trabajadores -y no sólo los poco cualificados que trabajan en bares o en tiendas de ropa- tienen fama de ser solventes, trabajadores, creativos…
Muchos trabajadores han emigrado, eso no ayuda a retener en talento, y menos en un país donde el tejido empresarial está compuesto por pymes o muy pymes. ¿Cómo las convencemos para que se digitalicen?
El tejido empresarial español, siendo pequeño en cuanto a tamaño, es maduro. Creo que las empresas han pasado de focalizarse en la mera reducción de costes a ser más eficientes. Las partidas de gasto no pueden exprimirse más. Hay que buscar la eficiencia. Eso hace que entiendan que la inversión en tecnología es positiva. Los proveedores tecnológicos somos quienes debemos ayudarles a hacerlo. No tiene sentido plantear programas con precios muy elevados.
¿Podemos decir entonces que el negocio de la impresión está muerto?
El negocio de impresión no está muerto, porque los volúmenes bajan a un ritmo del 3% a nivel mundial cada año. Decae progresivamente, por tanto. Lo que ocurre es que se está transformando. El negocio ahora está en el documento digital.
De todos modos lo que vemos es que hay un proceso contradictorio. Se intenta trabajar en un entorno sin papel en el que hay cada vez más contenido que necesita ser impreso. De hecho en las grandes compañías se siguen haciendo grandes impresiones, pero en las más pequeñas sí se tiende a imprimir menos. Llegará el final del papel, pero tardará mucho tiempo en llegar.
El problema con la gestión del documento, con el almacenamiento y con el dato, es la protección.
En Europa estamos muy por delante de Estados Unidos en la protección de datos. La nueva Ley que ha entrado en vigor este fin de semana es muy avanzada, de hecho Zuckerberg ha propuesto la normativa europea para Facebook como sistema de autoregulación.
El usuario debe estar tranquilo. La protección que hay del dato y la privacidad en Europa es clara. Ahora está unificada en todos los países. De hecho, Inglaterra se plantea aplicar una regulación muy parecida.
Hace falta un compromiso político para entender que el factor diferencial de una sociedad es la educación.
Sea como sea, lo que sí vemos es que puede haber un robo masivo de datos en cualquier momento.
Un hacker puede entrar en cualquier sitio. Se está avanzando en la protección, aunque hay mitos en eso de que cualquier dato es accesible. El problema es que, a veces, como usuarios almacenamos nuestros datos en determinadas plataformas sin tener la seguridad de lo que pasa con ellos.
Como usuarios tenemos que tener una mayor cultura de lo que podemos y no podemos hacer. Las empresas tenemos también que ser muy claras con qué hacemos con la información de la que disponemos, y de lo que el usuario acepta cuando firma su consentimiento de uso.
¿Las empresas deben empezar a acostumbrarse a luchar contra los ataques informáticos?
Tenemos que aprender a combatir los ataques informáticos. Nuestros dispositivos están expuestos al estar abiertos en una Red. Tenemos que avanzar en las políticas de protección normativas y tecnológicas. No hay que aceptarlo como algo normal, pero hay que hacer un esfuerzo tecnológico.
Google, Microsoft, Amazon… Cada vez hay más rivales en el mercado…
Es que la gestión documental es una parte pequeña. En el almacenamiento tienes a todos los que nombras, y algunos más. Nosotros queremos ir a mucho más. Desde el momento en el que un documento llega a una compañía hasta el almacenamiento, en donde ha habido un flujo de procesos.
Lo que está claro es que el 78% de los directivos no saben cuáles serán sus competidores en diez años. Si lo piensas es impactante. Y comparto la opinión. No sé cuáles van a ser nuestros rivales. Nosotros queremos ser un competidor diferente, más centrados en la gestión del conocimiento. Al fin y al cabo el documento es información, conocimiento, y hay que ayudar a la empresa a entenderlo para ser más competitiva.
Ustedes tienen una red comercial bastante amplia en Cataluña. ¿Les preocupa la situación política?
Me han preguntado muchísimo por Cataluña. La gente tiene curiosidad por saber, porque está muy mal informada. Tienen datos muy sesgados. Es una situación que hay que explicar y hacer pedagogía con ella.
No ha habido preocupación en Kyocera. Hay un negocio muy consolidado. Ha habido meses de intranquilidad, pero el negocio no se ha resentido. Quizá éramos muy ingenuos, pero seguimos sin pensar que vaya a haber una independencia de Cataluña. No hemos planteado un escenario de salida.
Antes de terminar, ¿pagaría usted la subida de las pensiones con impuestos a las tecnológicas?
Difícilmente los impuestos no van a terminar repercutiendo en el usuario. Las empresas no van a asumir una elevada tasa impositiva sin repercutirla. Me pregunto qué pensaríamos si nos dijeran que por usar Internet hay que pagar. Quizá entonces el impuesto no nos parecería tan bien. Estamos legislando en caliente, lo vemos todos los días.