Cultura, gastronomía y experiencias: la apuesta de Marco de Jerez para mantenerse como la ruta del vino favorita
- La ruta se mantiene por segundo año consecutivo como la más visitada de las 27 que hay en España.
- El enoturismo ya no es sólo un 'placer adulto', interesa cada vez a más jóvenes.
Potenciar las experiencias y sacar partido de su especial arquitectura y el carácter histórico. Esa es la apuesta que hacen desde el sector vitivinícola para aprovechar del buen momento que vive el turismo en España, con más de 20 millones de turistas internacionales hasta abril, según los datos oficiales.
Aunque le ha costado despegar, el enoturismo sólo gana altura en los últimos años. De los casi 1,2 millones de visitantes de hace una década, las bodegas y museos de las 27 rutas del vino que hay en España cerraron 2017 con 3,2 millones visitas de 'amantes del vino', un 18,2% más que el año anterior.
En los últimos años, los establecimientos ligados al sector del vino han visto como su volumen de negocio daba saltos anuales de dos dígitos. Sólo en 2017, el volumen de negocio superó los 67,1 millones de euros, un 23,9% más que el año anterior, según los datos de la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin). Respecto a esto, la asociación destaca un detalle: el aumento de la actividad enoturística es "muy superior al aumento de establecimientos de los que se recogen datos", lo que significa un "incremento importante y real de visitas a las bodegas y museos".
Si 2017 fue muy buen año para el turismo del vino, el tercero mejor de la última década, para este año se espera seguir creciendo “en la medida en que nos adaptemos a las nuevas formas de turismo, centradas en las experiencias en primera persona, en vivir los territorios y no sólo visitarlos”, comenta a EL ESPAÑOL César Saldaña, presidente de la Asociación de la Ruta del Vino y del Brandy de Jerez.
Aunque con un crecimiento más lento que en otros países con pasión por el vino en Europa, en la última década, el enoturismo en España ha dado un vuelco. Hay espacio para crecer, pero todavía hay trabajo por hacer, considera Saldaña. "Hace falta que el propio sector del vino -las viñas, sus bodegas y sus organizaciones-, tome aún más conciencia de la enorme oportunidad que representa que nuestros potenciales clientes vengan a visitarnos a nuestra propia casa y no tengamos que ir a buscarlos allá donde se encuentren", señala.
Entre las palancas para mantener este buen ritmo de crecimiento, el presidente de Marco de Jerez apuesta por ampliar el número de bodegas visitables, ofrecer experiencias de interés a los visitantes y en horarios más amplios.
Jerez, una de las rutas favoritas
Las bodegas y museos del vino de la Ruta del Vino y Brandy del Marco de Jerez han sido los favoritos a nivel nacional por segundo año consecutivo, con 574.242 visitantes en 2017. Le sigue la Ruta Enoturisme Penedès, con 438.112 visitantes, y la de Ribera del Duero, con 378.663 visitantes.
Según Acavi, tanto la de Jerez como la de Penedès se benefician de una “privilegiada ubicación” y se benefician de “importantes flujos turísticos por su cercanía a la costa y a ciudades de gran atractivo como Sevilla.
La ruta Marco de Jerez abarca las bodegas y museos de nueve ciudades: Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María, Chiclana de la Frontera, Puerto Real, Rota, Trebujena y Lebrija.
Desde la asociación destacan la diversidad de sus paisajes y la combinación de tradición y gastronomía. Uno de sus principales atractivos de este recorrido son las bodegas-catedral, como la Gran Bodega Domecq -con gran parecido a la mezquita de Córdoba-, o la de Williams&Humbert, que es la más grande de Europa. En las características arquerías de estas bodegas, diseñadas para la crianza de los Vinos de Jerez, los visitantes pueden degustar los distintos vinos y maridarlo con “una apuesta gastronómica de alta cocina”, aseguran desde la asociación.
“Uno de nuestros objetivos es generar una oferta conjunta, poner a disposición de los enoturistas experiencias múltiples”, afirma Saldaña, que ve un gran potencial de crecimiento en poder ofrecer a sus visitantes, además de la oportunidad de conocer una bodega y disfrutar de su arquitectura, la combinación con experiencias gastronómicas, catas maridadas o visitas complementarias.
El perfil de sus visitantes, destaca el presidente de la ruta de Marco de Jerez, “es muy variado” pero destaca el interés mostrado por el público extranjero. En 2017, cuatro de cada diez turistas del vino que visitaron las bodegas de esta ruta vinieron de fuera de España, un total de 225.000 personas. Es “la clave de esta zona”, indica Saldaña, una ruta que “cada vez atrae a un mayor número de enoturistas puros”, aquellos que definen su destino de viaje movidos por la cultura del vino.
El sector está poniendo empeño en quitarse de encima ese sayo de bebida seria y atraer a los jóvenes -los deseados millennial-, para afianzar un crecimiento futuro. Saldaña reconoce que hoy por hoy, “el turismo del vino corresponde a una edad algo más madura”, pero ya se observa “cierto rejuvenecimiento en el perfil general de los visitantes”. “Sin duda, cada vez hay un mayor interés de los jóvenes por el mundo del vino”, agrega.
En cuanto a la época del año con mayor afluencia, Saldaña apunta al buen tiempo: “Primavera y verano son, sin duda, la temporada alta, pero cada vez se nota más una cierta desestacionalización”, apunta. Especialmente entre visitantes los más “enófilos”, destaca, que no se pierden las fechas de vendimia, el otoño y los meses más tranquilos del año con intención de evitar las masificaciones.
El presidente de Marco de Jerez destaca también el impacto que tiene en la región el auge del enoturismo. Con una estancia media de más de dos días en el destino, "las ciudades del territorio se benefician de todo el gasto asociado a esas estancias", asegura. Desde los hoteles, a los restaurantes o los transportes. Además, los turistas no se limitan a las visitas enológicas, sino que aprovechan y complementan con actividades como las visitas culturales o de naturaleza. En esta ruta, subraya, la oferta complementaria va desde el ocio ecuestre hasta los 'tabancos', "donde el vino se funde de forma natural con el arte flamenco".