En las últimas semanas, varias pequeñas cotizadas de la bolsa española han vuelto a invocar la llegada de inversores de renombre internacional para renovar la confianza en su debilitada salud financiera. El rally de cotización que el anuncio acostumbra a provocar en sus -a menudo- volátiles gráficas tiende a desaparecer según pasan los días sin noticias de unos salvadores que, según qué casos, nunca llegan.

La última en apuntarse al reclamo del rescatador ha sido Adveo. La compañía de materiales de oficina heredera de la antigua Unipapel llevaba tiempo a la búsqueda de un salvador y esta misma semana ha anunciado la inyección de 33 millones por parte de ¿una de las principales firmas de inversión en el mundo¿. Esta vez, el asunto va en serio y, lejos de vaguedades, el grupo ha convocado ya junta extraordinaria de accionistas para aprobar el acuerdo con la misteriosa gigante que se esconde tras la sociedad luxemburguesa OC II Lux I.

Aunque la compañía se ha cuidado mucho de revelar la identidad última de su nuevo aliado, la gestora estadounidense Pimco ha sido señalada por `El Confidencial¿ como verdadero nombre tras la operación. Los mismos accionistas que han celebrado en la bolsa este salvavidas financiero deben aprobar la entrada de su nuevo socio en una asamblea convocada para el próximo 27 de julio. A cambio de esta financiación de urgencia, no habrá entrada en el capital, sino que se tomará prenda sobre el 100% de la nueva sociedad holding de cabecera de todo el grupo, que ha sido creada específicamente para cuadrar todo este proceso de refinanciación.

Más incierto es el futuro inmediato de Duro Felguera. La firma de ingeniería asturiana lleva tiempo tentando a unos y otros para que entren en su capital y saneen unas complicadas finanzas que han provocado una profunda brecha entre las sagas familiares que componen su accionariado histórico. Tras la espantada del asturiano Blas Herrero y el fiasco de la operación con la mexicana Petrozas, ahora se apunta al grupo catarí Acec. De momento, solo hay un acuerdo de colaboración industrial y la posibilidad no vinculante de que pudiera tomar parte de la ampliación de capital de 125 millones (más del doble de lo que vale en la bolsa) que los bancos acreedores han impuesto para su refinanciación. Y sin previsión alguna de cifras, mientras algunos inversores siguen apuntando al concurso voluntario como la mejor solución de continuidad.

BAÑUELOS Y LA CRISIS INMOBILIARIA

El abultado tiempo de espera que atraviesa la compañía se equipara con el de Amper. En el año 2012 el empresario saguntino Enrique Bañuelos apareció como el rescatador de la tecnológica a través de su firma de inversión Veremonte. Mucho se especuló sobre la llegada de acólitos con pasaporte estadounidense o latinoamericano de la mano del antiguo presidente de la inmobiliaria Astroc. En lugar de eso, dos años después el valenciano pegó la espantada y su 'heredero' se esmeró por sanear las cuentas del grupo con la operación estrella de venta de sus negocios de telecomunicaciones en Oceanía. La transacción sigue pendiente, su artífice también ha abandonado la compañía y sobre la mesa hay una ampliación de capital que, de llevarse a cabo, recabará fondos una vez más del bolsillo de sus actuales accionistas. De momento es solo una posibilidad aprobadaporlajuntadeaccionistas del pasado 27 de junio, por un máximo de 26,47 millones de euros. 

De vuelta al sector de suministros, Service Point Solutions (SPS) es otro de los `chicharros¿ de la bolsa española que pasaron años de drásticos altibajos a golpe de rumores sobre la irrupción de un inversor institucional que evitase la quiebra de la compañía. Finalmente, en 2014 el fondo Paragon irrumpió con un 80% de su capital cuando la compañía ya se había rendido al concurso de acreedores. Tres años después de su suspensión, la compañía volvió al parqué donde sigue perdiendo músculo lastrado por unas cuentas que siguen en números rojos.

Los accionistas de las inmobiliarias, blanco predilecto de la especulación bursátil desde el estallido de la burbuja del sector, también han sido testigos de la espera a rescatadores que nunca han llegado o no han aportado los resultados que se los atribuía. La catalana Fergo Aisa, con varios frentes judiciales abiertos en su contra, corrió el peor de los destinos para sus inversores cuando en 2014 se sentenció su liquidación a pesar de varias aportaciones monetarias del 'hedge fund' especializado GEM.

El despiece para la venta ha sido también el destino de la otrora gigante Reyal Urbis, que recientemente ha tenido el dudoso honor de aparecer en un puesto destacado de la lista de morosos con Hacienda. Las alternativas de financiación que buscaba su consejo de administración no llegaron y los acreedores rechazaron una tras otra las varias propuestas de convenio que les remitieron sus administradores concursales.

Por el concurso acreedor tuvo que pasar Nyesa, la antigua Inbesós, para que por fin llegase el salvador esperado. El grupo ruso Marma consiguió el regreso a cotización de la compañía el pasado mes de enero después de seis años de suspensión mediante la entrada inversora a cambio de proyectos inmobiliarios en el mercado ruso, especialmente en el área metropolitana de Moscú, y una línea de financiación.

CUANDO FALTA UN TERCERO EN LA PUJA

Distintos han sido los casos de Axiare y Realia. Mientras que muchos inversores esperaban la llegada de un inversor que mejorase las ofertas lanzadas por su capital, en el caso de la primera esperanzados también por las declaraciones de sus consejeros, nadie llegó a mejorar la puja. Axiare ya es propiedad absorbida por su rival Colonial y Realia está bajo el control del magnate mexicano Carlos Slim, que -en contra de los pronósticos que rodearon su llegada- se resiste a asumir la lluvia de millones que vía opa acabaría con la exclusión bursátil de la firma. Los directivos de Hispania tampoco han sido capaces de atraer el interés de terceros ante la oferta de compra de Blackstone a pesar de incluso haber contratado emisarios para conseguirlo. A cambio, sí han logrado que el fondo estadounidense mejore su precio por la socimi española.

Los accionistas de NH Hotel Group se han visto en una situación parecida. Después de haberse descartado una opa del grupo chino HNA, las especulaciones sobre su destino final -jaleadas por la rivalidad con Hesperia y el fondo Oceanwood- llevaron a muchos a esperar la llegada de uno más en discordia. Al final, en vez de Barceló, ha sido la tailandesa Minor la que ha lanzado una oferta poco generosa que, sin embargo, los analistas que siguen la hotelera han aconsejado asumir como el mejor de los destinos para la española.

Por China pasa también la historia más reciente de OHL y sus planes iniciales de salvación financiera. La constructora de Villar Mir llegó a reconocer ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) conversaciones con China State Construction Engineering (CSCE). El programa quedó en papel mojado y finalmente fue el fondo australiano FMI el que se convirtió en salvador de un balance debilitado y amenazado por consistentes vencimientos de deuda. En lugar de entrar en el capital, la fórmula fue la compra de su división de concesiones, incluida su filial mexicana. Después, los mismos Villar Mir procedieron a un paso por caja del 12,2% del capital de la compañía, que ha acabado focalizada en sus negocios de infraestructuras.