Me subo a un autobús con una veintena de periodistas para conocer las últimas demostraciones de Telefónica en su piloto de ciudad 5G que, en realidad, es una ciudad pre5G. ¿Lo más interesante de la jornada? El piloto de coche conectado que interactúa con el entorno y puede predecir cómo se cierran los semáforos a su paso y te alerta si hay algún peaton cruzando por un paso de cebra dotado de una cámara térmica.
El proyecto ha contado con la participación de cinco empresas. La propia Telefónica desde el lado de la red junto con Nokia; SEAT, que puso el coche; SICE, que se dedica al mundo de los semáforos y Ficosa, el fabricante del módulo de comunicaciones y que es la primera compañía española que se unió a la 5G Automotive Association.
Resulta impresionante el apoyo institucional, encarnado por la alcaldesa de la ciudad, Clara Isabel Luquero (PSOE), quien dejó todo claro con una frase: “Desde la humildad de una ciudad de 52.000 habitantes que intenta convertirse en un territorio atractivo para las empresas innovadoras, estar en la vanguardia de las comunicaciones del futuro junto con Talavera nos ofrece una ventaja competitiva para captar empresas en una tierra que se despuebla”. Recordó además otro proyecto innovador en la ciudad del acueducto: el proyecto SEDA de distribución inteligente de Unión Fenosa Distribución (Naturgy).
También el concejal de desarrollo económico, empleo e innovación, José Bayón, recordó “un reto demográfico, el de la despoblación, que tiene que ver con la falta de oportunidades”, e insistió en la necesidad de crear “un territorio atractivo para vivir”.
MEC
Pero lo importante era la mandanga técnica. Eso vino de la mano de Mercedes Fernández, gerente de innovación de Telefónica España, quien insistió en la ventaja de contar con una prueba de verdad que funciona en una red diseñada para este tipo de pruebas. Insistió en que se trata de una red que, sin ser 4G, adelanta algunas capacidades que traerá 5G. La más importante de la jornada, el llamado Mobile Edge Computing (MEC), la capacidad de traer capacidad de procesado a la red, más cerca del cliente, para reducir la latencia.
La clave del coche conectado a la red tiene que ver con C-V2X. No, no es un nuevo y adorable androide de Star Wars. Son las siglas del protocolo para el vehiculo conectado a todas las cosas a través de redes móviles, que forma parte del estándar 5G y que formará parte de la red en un año y medio o dos como mucho.
El piloto que nos enseñaron contaba con coche dotado de un nodo de transmisión, un semáforo conectado que envía información a la red y un paso de peatones conectado y dotado de una cámara térmica. La unidad de control de transmisión del vehículo recoge esa información, la une a la del propio coche y transmite avisos al conductor.
En la vida real
¿Y cómo queda eso en la vida real? Para poder hacer la prueba, los responsables de Telefónica tuvieron que generar unas condiciones artificiales pero plausibles, como planear cuándo se iba a cerrar el semáforo para que viésemos cómo prevé su cierre, o tener actores circulando por el paso de cebra en el momento oportuno.
¿Impresiona? Desde luego. Especialmente cuando te acercan a la infraestructura. Soy el primero que, pese a llevar años escribiendo de tecnología, no se había fijado que cerca de cada cruce semafórico hay un armario en el que están los fusibles de las señales, en este caso cortesía de SICE. Pues bien, lo bueno de esta nueva tecnología es que permite enchufar los routers de Telefónica a ese mismo armario para que los semáforos se vuelvan predictivos para los coches.
“¿No ves qué práctico? Basta con conectar un módem”, me decía una representante de Telefónica. “¿No ves qué problema? Tienes que instalar un módem en cada cruce de una ciudad”, respondí yo. El mantenimiento e instalación de nuevos semáforos "normales" presupuestado para la ciudad de Madrid en madrid entre 2018 y 2021 tendrá un coste de algo más de 600.000 euros. En dicha ciudad, por ejemplo, hay más de 2.000 cruces regulados, con más de 130.000 semáforos. ¿A cuánto ascenderá la broma si cuentas la nueva tecnología? Hablamos de más de 2.000 routers siempre en funcionamiento y que no pueden fallar ¿Es mucho dinero? ¿Es poco? Por ahora, es un misterio.
El compromiso de Segovia con el proyecto, en todo caso, es absoluto. No sólo mantuvieron abierto un carril para asegurarse de que todo funcionaba bien (lo que, a cambio, molestó al resto de conductores durante el tiempo que duró la demostración), sino que el conductor no dejaba de transmitirnos recados de parte de la alcaldesa: “Me ha dicho que os explique que esta parte que está adoquinada va a cambiarse por un firme nuevo” o “me ha pedido que os diga que esos autobuses no tienen que parar frente al acueducto, es sólo temporal”.
Tapas 5G
Todo lo interesante que fue la demostración del coche conectado, que de verdad te hacía imaginar un futuro con menos accidentes (o menos multas), se tornaba confusión con la demostración de las tapas virtuales.
Y no es que fuese una mala prueba. Unas gafas de AR de Samsung, un mantel blanco que actuaba como un croma y la posibilidad de degustar ricas tapas en sitios exóticos, Marte incluido. Nada que objetar a comer una torrija de jamón en una Sierra de Gredos virtual, pero lo cierto es que esa misma demo podría haber funcionado sin necesidad de MEC y limitándose a tirar del procesador del propio dispositivo.
“Otra cosa es cuando no haya croma, cuando podamos diferenciar entre qué es tu cuerpo y qué la tapa, eliminar el resto e introducir las imágenes. Eso llegará y no puede soportarlo el móvil, necesitas computación en la red”, me explicó un técnico.
“Ahora que vamos a las empresas con 5G nos pasa algo curioso. Les decimos que pueden hacer todo lo que quieren gracias a 5G, que pueden disparar su imaginación. Y lo curioso es que muchos de ellos nos piden cosas que ya se pueden hacer con 4G. El 5G está quitando barreras mentales, además de las reales. Lo mejor es que todos estamos imaginando soluciones nuevas”, me explicó Mercedes Fernández.
Vuelvo a Madrid subido en un autobús 1.0 y recuerdo que si llegamos tarde a Segovia fue porque un Policía Municipal se pasó demasiado tiempo revisando los papeles del conductor. Me pregunto si un autobús conectado podrá transmitir esa información directamente al coche patrulla. También pienso en cómo llevo estrenando un coche nuevo cada pocos meses gracias al carsharing y que aún hay más empresas por llegar a la ciudad.
En los últimos meses he probado coches eléctricos, coches híbridos, nuevas formas de interactuar con el pasajero e incluso de conducir de forma más guiada y ecológica. He visto cosas sorprendentes, como los cada vez más extendidos head-up displays que utilizan el parabrisas como pantalla proyectora. O nuevos interfaces a lo ‘Minority Report’ en las pantallas táctiles gigantes de algunos modelos. Las enormes tablets de los Tesla ya no parecen tan innovadoras, especialmente cuando te fijas en todas las motos y bicis conectadas tiradas por las aceras de Madrid.
En automoción, las cosas van cada vez más deprisa y vamos a enfrentarnos a muchos cambios en el futuro. Bienvenidos sean todos aquellos que consistan en informar mejor a nuestro coche para que quizá, sólo quizá, los conductores hagamos menos tonterías. “Aquí la última palabra la tiene todavía el conductor”, nos dijo el piloto que nos hizo la demo. La clave está en esa palabra. “Todavía”.