La de Roberto (nombre ficticio) es la historia que representa la situación que viven estos días los más de 15.000 conductores de VTC que hay en España. La historia de un conductor de Cabify que este lunes no va a salir a trabajar “porque me siento amenazado y tengo miedo”.
Roberto conversa con EL ESPAÑOL por teléfono, y lo hace con una voz que deja entrever una mezcla de preocupación y hartazgo. “Me he llegado a plantear abandonar”, explica, porque “el estrés no me compensa”. Y es que los actos de violencia contras los coches de Cabify (aunque también de Uber) de estos días durante la huelga indefinida del Taxi son sólo la punta del iceberg. Ellos, en voz baja, llevan denunciando meses los ataques de violencia en su contra por parte de distintos sectores del Taxi.
“Es constante. Amenazas, actos vandálicos, ataques contra el coche, contra los viajeros”, todo vale. “Ayer en un semáforo se paró a mi lado un taxista, me dijo que iba a ‘quemar el vehículo conmigo dentro'”, relata, mientras se pregunta por qué tiene que aguantar ese tipo de situaciones cuando es “un mero trabajador”.
No es la primera vez que Roberto sufre la ira de los más exaltados. Hace un año le lanzaron una piedra contra el parabrisas y le tiraron ácido sobre la carrocería del coche para diluir la pintura. “Estuve veinticinco días sin poder salir a trabajar”, con la consiguiente pérdida económica que, en su caso, es todavía más acusada porque es una sociedad limitada unipersonal.
La familia lo pasa mal
Lo peor de todo, explica este conductor de Cabify que prefiere mantener el anonimato, es el sentir de tu familia: “te dicen que tengas mucho cuidado”, al salir por la puerta ves su cara de preocupación. En parte los entiende porque él también tiene la misma sensación cuando se sienta al volante de su coche: “sales pensando cómo volverás, si es que vuelves”, sentencia.
Roberto nos explica que en su memoria están grabadas las imágenes de muchos compañeros que han sufrido agresiones, pero sobre todo, los nueve vehículos que fueron calcinados en Sevilla en la Feria de Abril el año pasado. “Yo pude haber estado allí, tenía previsto acudir a trabajar, pero tuve un problema familiar y no pude”.
No le duele en prendas reconocer que vive con “miedo” cada vez que sale a la calle, aunque empieza a estar cansado de sentirse perseguido. “Es un trabajo digno, legal, sólo quiero que me dejen hacer mi trabajo. Estoy convencido de que hay sitio para todos: taxis, Cabify, carsharing”, concluye.
Aunque las imagenes que hemos visto estos días de ataques contra VTCs han sido duras, especialmente el vídeo de un grupo de radicales (algunos turismófobos) contra un coche en el que viajaba una niña francesa, Roberto no nota un gran descenso de la clientela. Sin embargo, él ha trabajado menos para evitar problemas: “Ayer trabajé hasta las 9; hoy hasta las seis, me retiré bastante antes de lo habitual”, señala. ¿En total? Entre 180 y 220 euros de pérdidas al día en función del tiempo que deje de trabajar.
Ante el encuentro que van a mantener esta semana las asociaciones del sector con el Gobierno, Roberto pide que no se regule más, y que se garantice de una vez por todas la seguridad de los conductores de VTC. Aprovecha también para hacer una petición al Ayuntamiento de Madrid: “que nos considere servicio público, y que la Policía Municipal no esté siempre del lado del Taxi”.
Roberto dice que no es partidario de la violencia, y “rechaza” las intenciones de algunos de sus compañeros que, en las últimas semanas, están pensando en organizarse para defenderse de los ataques de los taxistas más radicales.
Algo habitual
Los ataques a coches de VTC han sido habituales durante este fin de semana, tras la convocatoria de huelga indefinida en Barcelona y Madrid. Los más duros se han vivido en la ciudad Condal, en donde se ha visto cómo se ha volcado un coche, se ha agredido a pasajeros e incluso desde Unauto -la patronal- han denunciado “un disparo de proyectil” contra uno de sus vehículos, algo que ya están analizando los Mossos D’Esquadra.
Los altercados que estos días han salido a la luz han sido denunciados en numerosas ocasiones por las VTC. Hay grupos de taxistas radicales que presumen de “salir a cazar cucarachas”, ya que los coches de empresas como Uber y Cabify son negros. Una violencia que es rechazada por parte de las asociaciones del sector, y que también es rechazada por los propios usuarios del Taxi.
Las ‘cazas’ es lo más extremo, pero los conductores como Roberto denuncian que les insultan, les cierran el paso, les frenan delante para intentar hacer que choquen, e incluso tratan de echarlos de la carretera “poniendo en riesgo nuestra seguridad y la del cliente”.
También es habitual que los taxistas les increpen cuando los ven parados en algunas zonas. Les gritan y les acusan de estar esperando a tener un servicio cuando no pueden hacerlo. Una de las últimas ocasiones en que esto se produjo fue en Madrid, cerca del aeropuerto, en donde se vivieron escenas de tensión que llevaron a la policía a intervenir como se puede ver en el siguiente vídeo.