Caixabank pone punto final a su histórica relación con Repsol. La entidad financiera ha puesto en venta su participación del 9,3% en la petrolera (llegó a tener algo más del 12%). Unas acciones que están valoradas -a precios de mercado- en 2.500 millones de euros y de las que se irá deshaciendo de forma "inmediata" y a través de un programa escalonado.
El adiós a la petrolera supondrá que la entidad financiera se tenga que anotar unas pérdidas contables extraordinarias de 450 millones de euros, que se contabilizarán íntegramente en los próximos resultados trimestrales, según ha comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Obviamente aquí no se incluyen los ingresos obtenidos en años anteriores vía dividendo, que superan ampliamente el dinero que ahora se perderá.
Se trata de una decisión que ha adoptado el consejo de administración de Caixabank, y que responde a lo que venía establecido en su plan estratégico 2015-2018. El objetivo que se fijaba en él era el de reducir el peso del consumo de capital que efectuaban las participadas. Al cierre de 2014 éste era del 16% y al terminar el segundo trimestre de 2018 era del 5%.
Programa de venta
Esa reducción es fruto de otras desinversiones anteriores efectuadas por el banco, como la venta de las participaciones en The Bank of East Asia, el Grupo Financiero Inbursa y con la toma de control en BPI.
La venta de los títulos se va a llevar a cabo mediante un programa de desinversiones. De este modo, los dos contratos de permuta de renta variable (equity swap) existentes sobre 30.547.921 acciones (1,91%) y 43.074.196 acciones (2,70%) a 15,39€ y 15,55€, respectivamente, serán liquidados anticipadamente con una fecha valor igual o anterior al final de septiembre 2018. Esto hace que el banco se blinde de posibles variaciones en el precio de la acción de Repsol.
La posición restante en Repsol, de 75.789.715 acciones (4,75%) pasará a contabilizarse como “activos financieros a valor razonable con cambios en otro resultado global”, recogiéndose las fluctuaciones en dicho epígrafe. Esas ventas comenzarán de forma inmediata y finalizará antes de que acabe el primer trimestre de 2019, tan sólo se podrá vender un 15% del volumen negociado del día en el período.
El objetivo de ese programa es el de maximizar el retorno de la inversión para los accionistas de Caixabank, lo que permitirá que -pese a las pérdidas- el capital CET1 fully loaded no se vea afectado. De hecho, el banco mantiene su objetivo de que se sitúe entre el 9% y el 11% ya que al vender participadas se libera capital que permite absorber el impacto que pudiera tener.
Estaba previsto
Fuentes de mercado explican que la decisión adoptada por Caixabank sobre su salida de Repsol es algo que ya venía anticipado en su actual plan estratégico, y recuerdan que está muy cerca de concluir. De hecho, está previsto que en los próximos días la entidad financiera presente un nuevo plan de cara al período 2019-2021.
La participación en Repsol, pese a que se trata de una asociación histórica, no encaja en el perfil de inversiones que viene haciendo Caixabank en los últimos años, más relacionadas con el sector bancario, asegurador y también tecnológico. Eso explicaría el que -por el momento- no se haya puesto encima de la mesa la venta de la participación que el banco tiene en Telefónica y que alcanza el 5.01%. También hay que tener en cuenta que los precios de la operadora aconsejan no vender.
Las mismas fuentes consultadas explican que el momento para la venta de Repsol es adecuado, dado que sus títulos han subido cerca del 49% en el último año gracias al avance del precio del crudo. Esa dependencia es algo que penaliza a la petrolera, aunque su último plan estratégico se hizo con un crudo a 50 dólares el barril, mientras que ahora mismo está en los 70 dólares.
A eso hay que sumar que los resultados de Caixabank en este momento permiten asumir la pérdida generada por la venta de la petrolera. En el primer semestre lograba un beneficio de 1.298 millones de euros, fruto de los mayores ingresos.
El consejero delegado de la entidad, Gonzalo Gortázar, y su presidente, Jordi Gual, han renunciado a sus puestos en el consejo de administración de Repsol, a quienes la petrolera ha agradecido ya el trabajo realizado durante todos estos años.
Repsol (ahora en venta) y Telefónica no son las únicas participadas con las que cuenta Caixabank que coticen en el mercado. También tiene en su balance títulos de Deoleo, en donde ostenta una participación del 4,99% y en Inmobiliaria Monesa (14,92%).
Así queda Repsol
El adiós a Repsol supone también un baile de accionistas en la petrolera. Sacyr se convierte en el principal accionista con el 8,2% del capital social (aunque en su mayor parte está pignorado). Blackrock se quedará con el 4,98% y Bank of America posee el 5,36%, según datos de la CNMV, en donde también se puede comprobar que el fondo Temasek ha reducido posiciones por debajo del 3%. Es decir, que el accionariado es similar al de otros homólogos mundiales en donde no hay un gran grupo industrial o financiero detrás de la petrolera.
El precio de la petrolera se encuentra en buenos precios. Ha cerrado la sesión de este jueves en los 16,89 euros el título. Un auge de sus acciones que viene motivado por el buen momento del crudo, y las recomendaciones de los analistas de los últimos días. Así, por ejemplo, JP Morgan sitúa su precio objetivo en los 20 euros el título. Berenberg, por su parte, también habla de esos 20 euros, y en los últimos días también ha recibido recomendaciones positivas de otras casas de análisis como Barclays o Deutshe Bank.
Esas recomendaciones vienen motivadas por el petróleo, pero también por el proceso de transformación en el que se encuentra inmersa desde que presentó su último plan estratégico. Este, entre otras cosas, contempla virar el rumbo hacia la generación y comercialización de energía, algo en lo que se ha adentrado con la compra de los activos de Viesgo.