Por Jacob Gronholt-Pedersen

Los científicos afirman que hay cada vez más pruebas de que el cannabis puede resultar beneficioso en la epilepsia y otras enfermedades, como el dolor crónico, la esclerosis múltiple y las náuseas que provoca la quimioterapia, lo que ha renovado el interés en la sustancia.

Dinamarca es uno de los pocos países europeos, junto a Alemania, Reino Unido, República Checa e Italia, que permiten la prescripción médica del aceite de cannabis.

Dinamarca, que legalizó el uso medicinal del cannabis desde el 1 de enero de este año, es también uno de los pocos países europeos en legalizar también su producción.

StenoCare, la primera compañía danesa en obtener permiso para importar, producir y vender aceite de cannabis en Dinamarca, afirma que recaudará fondos para lanzar su propia planta de producción, lo que le permitirá abastecer el mercado nacional y exportar a otros mercados europeos.

La compañía aseguró que sería el primer debut bursátil de este tipo en Europa.

StenoCare, que importa actualmente el cannabis de la canadiense CannTrust, hará sus primeras entregas a farmacias y hospitales daneses este mes. Canadá se convirtió en junio en el segundo país del mundo, por detrás de Uruguay, en legalizar totalmente la marihuana.

El uso recreativo del cannabis sigue estando prohibido en Dinamarca. No obstante, las autoridades rara vez frenan la actividad de la ciudad libre de Christiania, un enclave de la capital danesa conocido por sus puestos de venta de cannabis, que en principio son ilegales.

El interés por el uso del cannabis para la salud y productos de consumo se ha disparado últimamente. Esta semana, Coca-Cola Co dijo que estaba observando de cerca el rápido crecimiento del mercado de bebidas de marihuana para una posible entrada.

StenoCare, fundada el año pasado por el consejero delegado Schnegelsberg y por el director de operaciones Soren Kjaer, planea captar 18,6 millones de coronas danesas (2,9 millones e dólares) en la plataforma financiera Spotlight, de Copenhague.

(Información de Jacob Gronholt-Pedersen; Traducido por Alba Calejero en la redacción de Madrid)