El caso es que el otro día fui con un cliente a una reunión, y me hizo ir en una VTC de esas. Las ‘cucarachas’, las llama un amigo taxista. Nunca había subido en una y la verdad es que la experiencia de usuario respecto al Taxi es radicalmente distinta.

Cuando volví de la reunión se lo conté a mi amiguete. Le dije que era una maravilla, que el conductor iba uniformado, me ofreció agua, puso la emisora que le gustaba a mi cliente en la radio, el coche iba impoluto. La verdad es que a distancia de algunos taxis que he cogido últimamente.

¿Sabéis cuál fue su respuesta? Que era una pija, y que quiero ser como esos ricos clientes que tengo pero sin tener pasta. Y que en realidad quiero un esclavo que me abra la puerta, haga lo que quiero, y que para eso que me lo pague. “¿Te piensas que un Taxi va a ser eso? Jamás, nosotros estamos trabajando, y si quieres un chofer de lujo, cómprate un coche y contrátalo”, sentenció.

Me quedé sorprendida por su respuesta. Estaba realmente encabronado con el tema. Vale que les hacen la competencia, pero tengo la sensación de que debe haber mercado para todos. Cuando salgo los sábados por la noche coger un Taxi es imposible, pero también lo es pillar un carsharing de esos que tan de moda se han puesto ahora en Madrid.

Visto el mosqueo de mi amigo, opté por preguntarle por qué estaba tan en contra de las VTC. Su respuesta me dejó de piedra: “nos quitan el trabajo, hacen competencia desleal, no están tan regulados como nosotros, tienen tarifa libre, y pagan menos en seguros y otras tasas”, me explicó. No esperaba que fuera incapaz de ver que hasta un sector como el del taxi necesita tener algo de competencia, y que los monopolios no son  bueno.

Fue entonces cuando entendí el por qué los taxistas colapsaron las calles de Madrid en julio. Entendí todo el revuelo que hay en torno al sector, y por qué el conductor de la VTC decía que su jefe le había comentado que la empresa para la que prestaban servicios se estaba empezando a cansar de lo que estaba ocurriendo en el sector.

“Quieren ponernos una licencia municipal”, nos explicaba el conductor de la VTC, “eso supone más palos en las ruedas para que estas compañías puedan trabajar. Asi que mi jefe se está planteando abandonar. Dice que, si eso sale adelante, ya no le saldrá rentable el negocio, y más si las grandes operadoras de VTC deciden echar el cierre y plantarse para buscar otros mercados internacionales".

No sé qué pasará, pero desde luego no tiene buena pinta.